Espectáculos

Relato bizarro en rojo sangre

El actor Juan Palomino habla de su trabajo en “Diablo”, la imperdible película de Nicanor Loreti que se puede ver en los Cines del Centro, donde da vida al Inca del Sinaí, un boxeador en decadencia que vive torturado por la muerte de su rival en el ring.


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Por Miguel Passarini

La fatiga de un boxeador cuya historia está teñida de tragedia se fusiona con una serie de momentos en los que el humor negro (muy bizarro) y el exceso de sangre manchan la pantalla de rojo intenso. Son los entretelones de Diablo, el film de Nicanor Loreti que cuenta con un extraordinario trabajo de Juan Palomino como un boxeador peruano de origen judío, fanático peronista, llamado Marcos Wainsberg pero apodado el Inca del Sinaí, que abandona el ring tras una pelea en la que muere su rival. Recientemente, en el marco de Ventana Sur, el film fue vendido a Moviecity, que adquirió los derechos para emitirlo el año próximo en América latina y los Estados Unidos.

Ganador en la edición 2011 del Festival de Mar del Plata, el elenco del film, que se puede ver en los Cines del Centro, se completa con Sergio Boris, Luis Aranosky, Luis Ziembrowski, Jorge D’Elia y Lorena Vega, entre otros.

En el relato, si bien responde a un género bastante ajeno a cierta lógica instalada en el cine argentino contemporáneo que va de lo testimonial a lo costumbrista, se filtran problemáticas netamente criollas como la discriminación en sus diferentes formas, la decadencia de aquellos que alguna vez brillaron en un ring, y el amor por mitos intocables del boxeo y la política, todo acompañado con un poco de rock and roll, heavy metal y escenas de una violencia inusual.

“Fue una propuesta que me llegó directamente a través del director, que me alcanzó el guión de parte de Ezio Massa, con quien yo había rodado Cacería. Durante la lectura, me reí muchísimo y de inmediato decidí hacer esta película casi sin saber nada de Nicanor, más allá de que era un periodista que trabajaba en la revista La Cosa y que había escrito un libro con reportajes a personajes de película de clase B. Después pensé que si el director lograba filmar lo que ese guión narraba, la película estaría muy buena, y no me equivoqué”, relató Palomino en un alto del rodaje de Ley primera, la nueva película de Diego Refecas que se filma en Derqui con un elenco internacional y en inglés.

“Todo lo que vino luego del estreno –continuó el actor– fue realmente sorprendente, porque al premio del año pasado en Mar del Plata le siguió otro en Brasil, y creo que de algún modo, el hecho de que, haya tenido críticas unánimes en todos los medios gráficos, radiales y televisivos, rompe con ese estigma de que las películas de género, en nuestro medio, siempre eran miradas con cierto desdén. En lo personal, estoy muy feliz por el hecho de estar transitando un cine distinto, por ejemplo, al testimonial”.

 

El actor, que literalmente en el film le pone el cuerpo a un personaje pesado, complejo, torturado y con cierta oscuridad, habló de sus aportes a la hora de la composición y del nombre de fantasía que lleva su personaje: “Ponerle el Inca del Sinaí me parecía que era un guiño a esta situación que yo vivo cotidianamente acerca de que se discute si soy peruano o argentino. Marcos Cortez Wainsberg es peruano por parte de padre y judío de vientre, al que luego le dimos esta identidad muy a lo Gatica, por el hecho de que es un peronista fanático y allí va también un tributo a Leonardo Favio. Todo el tiempo buscamos acercar el personaje a algo bien «trash», por eso también hay otra iconografía criolla como es la del Gauchito Gil, en medio de la tragicomedia que vive este personaje, al que además de ser judío y peronista, uno de sus torturadores le dice puto y encima es negro, pobre, las tiene todas (risas)”.

Finalmente, el actor habló del rodaje de las escenas de lucha, en particular las que acontecen en un baño, regadas de sangre: “La mayoría de esas escenas las coordinó Hugo «Kato» Quiril, a quien en el ambiente se lo conoce como el Ninja Blanco, uno de los malos de los films argentinos clase B (Extermineitors y Los bañeros se divierten), que es parecido a Stallone haciendo Cobra y que en el film también integra el bando de los malos. Kato aportó la precisión y los efectos de pelea que hicieron que la película se vea tan hiperrealista”.

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