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Muerte en el penal

Preso ahorcado

Según la versión oficial, fue hallado sin vida en su celda de la céntrica comisaría 2ª: alrededor del cuello tenía tiras de tela. El fiscal Jurado ordenó una reautopsia.


Un recluso de 35 años fue hallado sin vida el miércoles pasado en el interior de su celda del penal de la comisaría 2ª, ubicada de Paraguay 1123, según la versión oficial. El fallecido era oriundo del Gran Buenos Aires y había sido trasladado desde el penal porteño de Villa Devoto porque se tenía que presentar a una audiencia por sustracción de automotores. El fiscal Walter Jurado quedó a cargo de la investigación del caso, que fue caratulado como muerte dudosa, y ordenó la ampliación de la autopsia cuyos resultados se conocerán el lunes próximo. En tanto, la familia del fallecido llegó ayer a Rosario y fue acompañada por el defensor Diego Villar del Servicio Público de la Defensa provincial.

A las 14.30 del miércoles pasado, un guardia del penal de la seccional 2ª realizaba el recorrido habitual cuando observó que el interno, David Dorado, de 35 años, estaba en una posición extraña contra la puerta de su celda. Dorado estaba solo en el calabozo, donde lo habían trasladado por un problema con otros reclusos. El cabo de cuarto vio que tenía un trapo alrededor del cuello, estaba casi sentado, suspendido con las piernas estiradas para adelante, dijeron voceros del caso. En el ambiente carcelario, esa técnica de asfixia por suspensión incompleta se conoce como “la palomita”. El uniformado buscó ayuda pero el hombre ya estaba muerto.

Tras el hallazgo, se presentó el gabinete criminalístico, cuyos peritos indicaron en un primer informe que todos los indicios señalaban que el interno se había quitado la vida. Según fuentes allegadas al caso, el material que tenía alrededor del cuello provino del colchón, mientras que otros voceros sostuvieron que se trataba de un cordón hecho con tiras de tela de un buzo. El fiscal Walter Jurado no descartó ninguna hipótesis y solicitó una ampliación de la autopsia, de la cual los resultados estarán el próximo lunes. Desde el Servicio Público de la Defensa indicaron que acompañarán durante el proceso a los familiares, quienes llegaron ayer a Rosario.

El robo más inoportuno

Hacía siete meses que la Policía estaba tras los pasos de una banda dedicada a desvalijar departamentos céntricos. Tras la investigación, el cuarteto quedó imputado por nueve hechos. Con intervenciones telefónicas, los pesquisas descubrieron que en una vivienda de Suipacha al 1100 guardaban el botín y también que era el lugar de reunión de los ladrones. Con estas pruebas, el personal de la PDI montó un operativo el 22 de marzo pasado con policías encubiertos que vigilaban el lugar para atrapar a la banda. Ya era de noche cuando dos hombres forzaron la cerradura de una Toyota Hilux que estaba estacionada justo frente a la vivienda de Suipacha al 1100 y aceleraron ante la mirada de los uniformados que esperaban a los integrantes de la banda. Los ocasionales ladrones fueron detenidos a unas cuadras y luego se comprobó que no tenían que ver con los escruchantes. Eran oriundos del sur del Gran Buenos Aires. Uno fue identificado como Marcelo D., de 42 años y oriundo de Lanús, y el otro resultó ser Dorado, con domicilio en Quilmes. Por esta causa, a cargo del fiscal Fernando Rodrigo, fue que el magistrado Hernán Postma pidió el traslado de Dorado desde Devoto para que estuviera presente en la audiencia de ampliación de la prisión preventiva.

Antecedente

El último recluso muerto en un penal había sido Leandro Rocca, un joven de 29 años penado con perpetua por un doble crimen. Según se informó, el pasado 29 de mayo fue hallado sin vida en su celda del pabellón 13 de la cárcel de Piñero. “Estaba en posición plegaria debajo de una ventana de la celda donde se observó un trozo de tela blanca, teniendo una marca en el cuello”, dijo una fuente del caso, quien añadió que iba a practicarse la autopsia. Rocca tenía confirmada una pena a perpetua por los homicidios de Miguel Martínez y Débora Ferraro, empleados municipales asesinados a golpes y luego su vivienda de Carrasco y Rouillón incendiada en forma intencional en marzo de 2007.

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