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Para comprar vivienda, 9 años de sueldo

Por: Florencia Lendoiro

 

La posibilidad de que una familia de clase media acumule el dinero para comprar una vivienda es cada vez más remota. En la convertibilidad, una familia debía ahorrar durante cinco años sus ingresos para adquirir una casa, mientras que hoy ese período se extendió a más de nueve.

Un salario mensual promedio no alcanza para comprar ni medio metro cuadrado de un departamento en la Capital Federal y, aunque aparecieron algunas ofertas de préstamos hipotecarios a tasas bajas (en línea con la inflación esperada), la compra de propiedades a través de créditos representa sólo un 6 por ciento de las operaciones.

En rigor, son muchas las variables que se conjugan para hacer cada vez más difícil el acceso a la vivienda. En primer lugar, el precio de los inmuebles aumenta más rápido que los salarios.

Un informe de Reporte Inmobiliario muestra que desde comienzos de 2002 hasta este mes (ocho años de pesificación), los valores promedio de los departamentos usados de la zona norte de la Ciudad de Buenos Aires superaron el crecimiento de los salarios privados registrados en un 57,5 por ciento.

Sólo en el último año, explicó un reciente estudio de la Universidad Argentina de la Empresa (Uade), el salario real promedio en función del valor del metro cuadrado tuvo una caída del 5,5 por ciento. Es decir que un trabajador durante 2009 perdió ese porcentaje en poder de compra en términos de las propiedades. A este resultado se llega porque durante el año pasado el salario nominal medido en dólares aumentó un 0,5 por ciento mientras que el precio del metro cuadrado en esa misma moneda subió un 6,4 por ciento.

Según la Uade, en diciembre del año pasado, el poder adquisitivo salarial alcanzó para comprar sólo un 42 por ciento de un metro cuadrado. Es decir que el sueldo de un empleado no alcanza ni para cubrir el costo de medio metro cuadrado de una propiedad, aun si el salario se usa exclusivamente para ese destino y no se pagan otros gastos corrientes de un mes, como alimentos, transporte, colegio o vestimenta.

Hoy el poder de compra en términos de una propiedad está, por ejemplo, un 51,5 por ciento por debajo del que había en 1997 (un año positivo en cuanto a la actividad económica doméstica).

Suba

Según calculó Germán Gómez Picasso, de Reporte Inmobiliario, la suba de los inmuebles usados fue, desde la pesificación, un 84,8 por ciento mayor que la del índice de precios al consumidor. Más fuerte es la diferencia en cuanto a las propiedades a estrenar, ya que el alza de los precios de esas unidades superó un 94,4 por ciento a la inflación.

Un estudio de CDI Consult refleja también esta problemática. El informe muestra que actualmente hacen falta los ingresos de 9,2 años para comprar una vivienda familiar, mientras que en 2001 sólo se necesitaban los de 5,3.

En comparación con mayo del año pasado, el esfuerzo es inferior según esta consultora. Pero para ese cálculo, CDI incluye el impacto que tiene la nueva oferta o mejora de créditos. Así, el informe comenta que esa leve mejora en el esfuerzo para afrontar una compra inmobiliaria está explicado por “la tasa de financiación que se mantuvo en alrededor del 13,5 por ciento, pero con una mejora en términos de esfuerzo ya que el Banco Hipotecario extendió el plazo de financiamiento a 20 años para la compra de viviendas”.

Préstamos

La entrega de préstamos para vivienda también se redujo como consecuencia de esta situación. El stock total de los hipotecarios hoy se encuentra en  17.968  millones de pesos, según información del Banco Central. Esto representa un descenso real (como también calcula la autoridad monetaria) del 8,9 por ciento.

Vale recordar, como hace el informe de CDI, que sólo un 6 por ciento de las operaciones de compraventa de inmuebles se hace a través de créditos hipotecarios. Y que los ingresos bajos no posibilitan acceder al total del monto necesario para pagar el 100 por ciento de una propiedad.

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