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Entrevista

“No puedo dejar el bastón en la Rosada como si fuera una pizza”

El orfebre Juan Carlos Pallarols dialogó con este diario sobre las vicisitudes para entregar su obra al mandatario electo.


En los últimos 32 años de democracia, el orfebre Juan Carlos Pallarols realizó cada uno de los bastones de mando que fueron entregados en las diferentes asunciones presidenciales. En 1983 fue él quien se lo dio en mano a Raúl Alfonsín, desafiando la opinión de los militares y desde aquella época tiene por costumbre el simbólico cobro de un peso por su obra.

Sexta generación de una familia de orfebres catalana que va por su tercer siglo de trabajo artesanal, es el primero nacido en la Argentina. Por estas horas, participa involuntariamente de la polémica por el traspaso de los atributos presidenciales, entre los que está el bastón de mando que empezó a construir hace ya un año en el Congreso, y que recorrió más de 100 ciudades del país, donde más de dos millones de argentinos “participaron” de su obra.

En medio de la serie interminable de llamados, Pallarols dialogó gentilmente con El Ciudadano: “Estoy desde las seis de la mañana atendiendo el teléfono. Me llamaron de Barcelona, de Madrid, de todas las provincias, de la BBC de Londres… Se ve que este tema ha trascendido bastante”.

—Y no para bien, ¿verdad?

—No, porque quedamos siempre como gente desprolija cuando se puede solucionar todo con un llamado telefónico. Me da la sensación de que les gusta este lío.

—¿El bastón que utilizará Mauricio Macri está terminado?

—El de Macri está listo, lo tengo yo acá y estoy esperando que me den la directiva. Pero no soy la única víctima de todo esto, porque estaba leyendo que Natalio Echegaray, el escribano general de la Nación, que es un amigo y vecino de Lomas de Zamora,  dijo que iba a donde le dijeran, pero que todavía no había recibido una instrucción al respecto.

—¿Si esto sigue así llevará el bastón a la Virgen de Luján?

—Déme usted una idea mejor… Si yo no recibo ninguna instrucción, no puedo dejar el bastón de mando como si fuera una pizza en la puerta de la Casa Rosada o en la mesa de entrada de otro lugar. Si no hay solución, se lo llevo a la Virgen de Luján.

—¿El bastón que recibirá Macri tiene algo distintivo?

— Todos los bastones son iguales, porque yo el bastón lo empiezo a hacer un año antes y no sería democrático pensar en hacer o no hacer un bastón de acuerdo con quien pueda ganar. Macri va a recibir el bastón de siempre, con los 24 cardos, el Escudo Nacional y lo que tiene de especial es que dos millones y medio de personas escribieron mensajes para él en los libros y dieron esa misma cantidad de golpecitos. Ese es el verdadero valor del bastón. Todos los bastones yo los hice trabajar por la gente, porque considero que el verdadero dueño del bastón es el pueblo, que le da, como símbolo del poder, por cuatro años, al presidente electo, y por eso es tan importante la entrega.

—¿Qué costo tiene el bastón?

—Yo lo cobro un peso, y lo puedo hacer, pero eso no quiere decir que otro que lo quiera hacer lo tenga que regalar. El Estado gasta tanta plata en tanta tontería a veces, que bien le puede pagar a un artesano para que haga el bastón. Pero el gran esfuerzo del bastón de mando lo hace el pueblo que me invita, porque yo voy gratis a todas las provincias, donde me pagan el hotel, la nafta.

—¿Hay otros bastones?

—Sí, claro. Alfonsín tuvo tres bastones. Y se quedó con el mío. Cristina Kirchner tuvo un bastón mío y otro de un artesano del Chaco. Ahora está mi bastón y me comentaron que había otro de un artesano de Mercedes. Sostengo que habría que reglamentar la ley para el uso y la construcción del bastón para que puedan participar todos los artesanos del país.

Atributos

Los atributos presidenciales que recibirá Macri el jueves incluyen, además del bastón, la banda presidencial y la Marcha de Ituzaingó. La banda está regulada por un decreto de 1944, que especifica que deberá tener “el sol de la bandera oficial” y ser confeccionada “con hilos con baño de oro”. En cuanto a la Marcha, es una partitura compuesta por el emperador brasileño Pedro I, en la seguridad del triunfo de sus tropas en la batalla de Ituzaingó, que finalmente no se produjo, en 1827, cuando las Provincias Unidas del Río de la Plata y el Imperio de Brasil se disputaban la Banda Oriental, hoy Uruguay.

El apoyo clave de Alfonsín a una idea republicana y federal

Consultado por integrantes de la última dictadura militar cuando se disponían a entregar el poder en 1983, Pallarols presentó un modelo de bastón que utilizaba urunday –una madera incorruptible de un árbol típico del país– en lugar de la caña malaca con la que se había construido históricamente, pero además incorporaba plata en lugar de oro en la empuñadura, como una manera de reconocer el origen del nombre del país, que deriva de argentum, que en latín significa plata. Además, tenía cincelados 24 cardos, uno por cada provincia y tres pimpollos que simbolizaban a las islas Malvinas. Sólo el escudo era de oro.

Pese a que la idea fue rechazada porque no respetaba el diseño de un bastón presidencial tipo europeo, con madera de caña malaca barnizada y el puño de oro 18 kilates, Raúl Alfonsín se enteró de la propuesta y decidió recibirlo en la misma ceremonia donde le fue entregado el bastón de mando tradicional. Y ese fue finalmente el bastón que lo acompañó en sus seis años de mandato y hasta en el momento de su muerte. “El bastón que se entregaba era muy bonito como pieza de joyería pero de caña de malaca, de oro macizo, y el estilo era a la europea, con una columna estriada y unas guardas muy neoclásicas, que tenían que ver más con Europa que con la Argentina. Además tenía unas borlas que en el lenguaje de la heráldica corresponden al orden monárquico, militar o religioso. Yo consideré que ninguna de esas tres órdenes correspondía a un país republicano y federal, y que era mejor hacerlo de plata, de madera de urunday, un árbol absolutamente argentino cuya madera se usa en las varillas de los alambrados de los campos”, contó el orfebre Pallarols.

“Presenté eso y me bocharon el proyecto, pero yo les dije que lo iba a hacer igual. Me preguntaron cuánto lo iba a cobrar pero yo les dije que lo iba a regalar. Me dijeron que no se podía regalar, que había que donarlo y como la donación era un trámite muy lento me pidieron que pasara un precio, porque evidentemente tenían un pequeño «quiosco» con el bastón que cobraban 280 mil pesos. Finalmente, le dije que no lo iba a donar sino que lo iba a cobrar un peso. A todo esto, Alfonsín ya había sido electo presidente, se enteró por los medios de esta historia y me llamó a mi casa, que es lo que no están haciendo los presidentes ahora. Me dijo que me quedara tranquilo y que el día 10 me quería a su lado en la Casa Rosada. Estaba el otro bastón, pero Alfonsín nunca lo usó. En la ceremonia de asunción de Alfonsín, Reynaldo Bignone le entregó uno y yo el otro. Tanto es así que cuando murió Alfonsín, el bastón que tenía abrazado con la banda presidencial en el ataúd era el que le hice yo”, recordó Pallarols.

Anécdotas

La “pirueta” de Néstor: “Cuando asumió Néstor Kirchner en 2003, yo estaba ahí, al costado, un poco hacia atrás. Pero el Congreso no está preparado para entregar los bastones. En el Salón Blanco hay una mesa, que tiene marcado el lugar donde va el bastón, donde va la banda, donde va el libro donde hacen las firmas. Todo eso no cabía en los escritorios del Congreso, que son medio curvos, con escalones, porque son sólo para hablar. Lo cierto es que el bastón quedó como a cinco metros, y cuando fue el momento de la entrega empezó a dar vueltas de un lado y del otro y le llegó a Néstor exactamente al revés de como lo tenía que recibir. Por eso hizo esa pirueta, que alguien criticó como si hubiera sido una falta de respeto. No tuvo más remedio que agarrarlo así”.

“Nunca me fijo un tiempo”: “Siempre pienso que lo debo hacer bien, y nunca me fijo un tiempo. Sería como ponerse un tiempo para amar. Me suena el turno de dos horas de un hotel. La vida es otra cosa, es entrega, es vocación y cuando están esas cosas no hay tiempo. El reloj es algo que se inventó no hace muchos años. Hay una frase que siempre me guió, en la película Lo que el viento se llevó aparece un reloj de sol, que decía no midas ni malgastes el tiempo, la vida está hecha de eso”.

La única modificación: Pese a que todos los bastones presidenciales son iguales, Pallarols accedió sólo una vez a realizar una modificación: “Me llamó un día Carlos Menem, después que muriera o asesinaran a su hijo, y me dijo: «Mire, estaba viendo este bastón, que es igual al otro, pero en la parte de arriba tiene un lugarcito liso, ¿usted no me dibujaría un solcito que hacía mi hijo en el colegio?». Le dije que sí, y le hice un solcito del 25 de mayo que su hijo dibujaba en los cuadernos del colegio, del tamaño de una lenteja”.

Bastones de la crisis: Tras la renuncia de Fernando de la Rúa, y hasta la asunción de Eduardo Duhalde, el 1º de enero de 2002, hubo tres presidentes que se sucedieron en 10 días. Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Camaño. Todos tuvieron su bastón, aunque lo retiraron cuando ya no eran presidentes.

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