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Un verano fresquito

Memorias de una diva en peligro

La actriz Silvina Santandrea habla del “Rodajas de mí”, que se conoce hoy, y que conjuga tres cuentos de Fontanarrosa, bajo la dirección de Adrián Giampani, con la participación del músico Franco Fontanarrosa, hijo del recordado escritor y dibujante. Esta noche, a partir de las 21.30, en el teatro La Comedia de Mitre y Ricardone.


Un vuelo literario que no pierde distancia con lo cotidiano pero que, sin embargo, acecha desde ese costumbrismo singular a los lugares comunes, valiéndose de ingenio, perspicacia y, sobre todo, de un profundo conocimiento de los reveses, padecimientos y contradicciones de seres humanos, es el que brilla en los relatos del recordado y siempre vigente Roberto Fontanarrosa. Tanto es así que su pluma alumbra no sólo las instancias de cuentos y relatos sino la relectura que de esos mismos textos se ha hecho en los últimos años en el teatro argentino. En ese contexto, en 2013, el valioso ciclo municipal Cuatro Cuartetos puso en escena Puro Fontanarrosa. De esos cuatro trabajos breves basados en textos del Negro, había uno que ya en aquel momento tenía destino de obra autónoma. Se trataba de Rodajas de mí, protagonizado por la talentosa Silvina Santandrea, bajo la dirección de Adrián Giampani, y con la participación en escena del músico Franco Fontanarrosa (hijo del Negro), que esta noche a las 21.30, regresa a La Comedia (el escenario de Mitre y Ricardone que lo vio nacer), potenciado por otros textos del mismo autor.

Así, en el contexto del ciclo Un verano fresquito, que arrancó anoche con Temporada alta, del colectivo Rosario Stand Up, Rodajas de mí busca revalorizar el “costado femenino” del autor, dado que son pocas las producciones (al menos locales) que indagaron sobre el tema.

“El procedimiento que utilizamos para este nuevo trabajo fue el de agregar dos textos más al de «Rodajas de mí» que estaba en Cuatro Cuartetos, que está tal cual, no lo modificamos. Los nuevos son «Sara Susana Báez, poetisa» y «Memorias de una estrella». Y el trabajo que, desde su enorme creatividad, llevó adelante Adrián (Giampani) fue el de imaginar estos textos que no fueron pensados para el teatro en ese contexto. Fue muy mágico todo: la noche antes de aquel estreno inicial llegamos a la conclusión de que lo que teníamos era lo que habíamos podido hacer con ese material, y después nos sorprendimos con lo que pasó con el público; creo que es algo mágico que tienen esos textos por sí mismos. Ese primer paso nos dio la confianza necesaria como para seguir trabajando con Fontanarrosa. De todos modos, «Rodajas de mí» es un texto más complejo que los que agregamos ahora, independientemente que, por ejemplo, «Sara Susana Báez, poetisa»  requirió de una adaptación porque está escrito como una biografía”, expresó Silvina Santandrea, actriz de vasta trayectoria en la escena local, vinculada con el humor.

En el espectáculo, una diva en la cumbre de su carrera, criatura escénica que le permite a la actriz componer un personaje bastante alejado de sus antecesores, llega para presentar un supuesto monólogo. Previamente, pide permiso a los organizadores para realizar una “breve reseña” de su carrera artística. Pero lo hace descaradamente y con cambios de humor repentinos, confrontando con su músico y con el público. Desenfrenada y errática, pero sin perder el glamour, conforma una trama a través de la cual va discurriendo esta presentación tan singular. “Creo que el hecho de poder hacer algo distinto tiene que ver con el trabajo de Adrián desde la dirección”, expresó Santandrea, quien agregó: “Los actores que trabajamos desde la lógica de los personajes solemos quedarnos en los lugares más cómodos, en aquello con lo que estamos seguros que funciona con el público, más allá de que, denodadamente, busquemos no repetirnos. Pero acá está la mano de Adrián, que viene más del teatro de texto y sobre todo del clown, y que ha sabido potenciar cosas y al mismo tiempo le puso freno a otras como la improvisación; me interesa mucho este trabajo porque, además, es más fácil para mí que, esencialmente, soy actriz y que muchas veces la improvisación requiere de un esfuerzo mayor. De todos modos, hay un momento en el que trabajo con el público porque de otro modo no estaría respetando mi esencia, más allá de que aquí el personaje está abierto al público, deliberadamente, porque es una actriz en un escenario y entonces tiene conciencia de esa presencia en la platea”.

Respecto del montaje final de Rodajas de mí, la actriz reconoció que “se armó una especie de Frankenstein”, a partir del concepto de una dramaturgia que sumó textos diversos. “Trabajamos un texto de escena que es el resultado de la unión de momentos o partes de los tres cuentos. El personaje es siempre Sara Susana Báez, que llega a ese teatro con la intención de desplegar un supuesto monólogo y, en ese pasaje, les pide a los organizadores si puede hacer, frente a ese público, una breve reseña sobre su historia y su vida. En realidad, pide permiso pero tiene decidido hacerlo de todos modos y a lo que dé lugar. Y lo que hace, lo hace descaradamente, increpando a los organizadores, al músico que la acompaña y también al público. Después de una serie de situaciones descontroladas, trata de hacer ese monólogo final que ni siquiera es de ella, lo que genera situaciones de un humor que va del absurdo a cierto grotesco”.

La actriz, que aquí se adentra en el armado de un personaje que se apropia de partes (palabras) de otros, analizó su forma de darles vida en escena: “Lo primero pasa por encontrar cierta familiaridad con los textos; es un proceso del que se arranca de cero y es así, todo llega después. Es una etapa en la que los actores debemos lidiar con cuestiones de nuestra propia cabeza que desde el inconsiente te dice que no vas poder o que estás haciendo el ridículo, del mismo modo que ciertas contradicciones propias  de la cultura. Es ese momento de angustia hasta que empieza a aparecer lo que buscamos o necesitamos. Aquí pasamos muchas veces Rodajas de mí, la parte del material que ya teníamos, y esas pasadas nos fueron habilitando otras cosas que fuimos incorporando desde el texto y yo desde la composición”.

Y concluyó: “Soy una actriz a la que le gusta probar todo lo que tenga que ver con el teatro y me creo que no tengo límites y por eso siempre me termino dando la cabeza contra la pared (risas). Siempre aparece algo con lo que no puedo, pero eso me sirve para crecer y para empujar esos límites. En ese sentido, este trabajo implicó un desafío desde lo físico: hay caídas, ciertas torpezas que son propias de este personaje y que me costaron bastante, pero que me sirvieron para poder hacer algo diferente”.

Humor en el verano

El espectáculo, que se presenta en el ciclo Un Verano Fresquito que se extenderá también a febrero, está basada en tres cuentos del escritor y dibujante: “Rodajas de mí” del libro Nada del otro mundo, “Memorias de una estrella” de No sé si he sido claro, y “Sara Susana Báez, poetisa” de El rey de la milonga, último volumen de cuentos editado en vida por Fontanarrosa. Un Verano Fresquito ofrecerá funciones de Rodajas de mí, todos los sábados del mes, a partir de las 21.30, en La Comedia, con una entrada general de 100 pesos.

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