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Los hijos y el sentido de la vida

Por: Liliana Nartallo

El título refiere a una tarea que antes era menos pesada que hoy. En otros tiempos, la palabra, y tan sólo una mirada del progenitor, servía para saber que se estaba haciendo algo mal y por ello el hijo se llamaba al orden sin más trámite. Hoy los chicos son cuestionadores y en ocasiones levantan su voz a los padres queriendo imponer su voluntad. Todo esto comienza a partir de que la sociedad toda fue perdiendo valores y se muestra un modelo permisivo donde se confunden los términos libertad con libertinaje o vale todo.

Es bueno que los hijos sepan defenderse y puedan ser libres no dependiendo de los padres, pero dentro de un margen de respeto mutuo; y, justamente, es ése respeto de ambos lados lo que se ha resquebrajado y lo que acarrea malos resultados en la convivencia. ¿Cómo se le puede decir a un chico que no levante la voz cuando los adultos lo hacen a cada paso en la vida cotidiana? Es común salir a la calle y ver automovilistas que impacientes gritan al de al lado; son también cosa de todos los días las disputas que bajan desde las altas esferas, de quienes nos gobiernan. Por lo tanto, a una madre o a un padre de hoy se le torna mucho más difícil poner límites. Hay que aclarar que aunque los chicos renieguen de los mismos, los necesitan y a veces los están pidiendo con algunas actitudes.

La licenciada Paola del Bosco expresó: “Cuando formamos una pareja y tenemos hijos, pasamos de ser adultos mortales a ser necesitados; nos sentimos importantes, requeridos cuando ellos son pequeños. Cuando son adolescentes, ante la no coincidencia, nos sentimos rechazados. La reacción que se produce en los padres es un sentimiento de “inadecuación” y de “desconocimiento”. La palabra que define esta situación es “miedo” pues de repente alguien que conocíamos íntimamente nos genera miedos que aparecen ante un rechazo”. También habló de la importancia a la hora de elegir una escuela o institución que los eduque y dijo al respecto: “Por eso es tan importante la elección de una escuela para reforzar criterios. No sólo a través de los docentes, sino también de los padres de los amigos. A veces los adolescentes son más permeables a contar sus cosas o pedir consejos a los padres de los amigos”. Otro aspecto que hay que resaltar es el hecho de que el padre no pierda su rol y se transforme en amigo. Sobre esto dijo la profesional: “A veces existe un abismo entre el mundo de los padres con respecto al de los adolescentes. Los padres miran con recelo el mundo de hoy, no se adecuan al presente. Otro de los puntos que distancia a padres de hijos es la “envidia”. En algunos padres les surge el deseo de ser sus hijos, no de ser los padres de sus hijos, de intercambiar el rol, por eso los dejan solos. Muchos se transforman en los “amigos canosos” de sus hijos. Si son pares, dejan a sus hijos huérfanos. Es una adolescencia tardía, en esta sociedad contemporánea básicamente esteticista”.

Muy acertadas estas palabras, se observa habitualmente esta conducta por parte del adulto que parece no querer envejecer y ocupar el lugar que le corresponde por su edad. A esto hay que agregarle que los chicos en esta etapa están pasando por un importante cambio en lo físico y también en su personalidad, hay días que amanecen llenos de vitalidad y con ganas de arremeter al mundo y otros que presentan un estado de depresión, común en ese momento de la vida. Es en esa etapa donde los hijos están indecisos en la toma de decisiones para su futuro y es muy importante el apuntalamiento de parte de la madre y del padre para no equivocar el camino, para que encuentre el verdadero sentido de la vida.

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