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Opción verde

Buscan producir “cardodiésel” con aceite de plantas silvestres

Un consorcio integrado por el Conicet, la UNR y una universidad privada desarrolla desde hace un año el sistema.


El cardo silvestre es considerado una “maleza”. El término, discutible para toda especie vegetal, ahora lo es más todavía para la urticante planta de flores violáceas, algunas veces rosadas y –aunque menos en la región– amarillas, tan común de ver en los terraplenes de las vías del ferrocarril, en baldíos o a los costados de las rutas. Un equipo del Instituto de Investigaciones de Ciencias Agrarias de Rosario, junto al Conicet, la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR y la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (Ucel), encabezado por la investigadora Vanina Cravero, desarrolla desde hace más de un año un sistema para producir biodiésel y bioetanol a partir del cardo. “Evaluamos distintos materiales de cardos silvestres y cultivados, su capacidad de producción, calidad del aceite y la potencialidad de ese aceite para uso de biodiésel.
Podemos producir bioetanol a partir del material endocelulósico –hojas de la planta– y, a través de sus semillas, las cuales poseen un alto contenido de aceite, se puede obtener biodiésel”, señaló al El Ciudadano la investigadora del Conicet, doctorada en Ciencias Agrarias y licenciada en genética.

La investigación tiene como eje “aprovechar la semilla para la extracción de aceite”, pero también utilizar el resto que queda, “questo del capítulo donde se forman las semillas, también se aprovecha para el bioetanol”, agregó.

Si bien en la región el aceite para biodiésel se elabora a partir de granos de soja o maíz, la novedad con el cardo silvestre es que no compite con estos: “El cardo es muy poco utilizado para consumo humano, y no rivaliza con el mercado de consumo como el maíz o soja”, señaló la investigadora. En efecto, el uso común de muchas variedades se fue perdiendo culturalmente: son pocos los que recuerdan que algunas están emparentadas con el alcaucil y los pimpollos, aunque más pequeños, se consumen de la misma forma; y de otras, como el cardo santo y el cardo mariano también se fue perdiendo el uso medicinal. Y hasta fue quedando al margen de la bagna cauda hogareña, en las comidas que toman el plato tradicional de la cocina piamontesa que lo tenía como uno de sus ingredientes principales.

Otro de los beneficios del cardo, que pertenece a la superfamilia de los girasoles, es que, como cultivo rustico, no necesita de grandes cuidados ni de agroquímicos. Más aún es resistente, y considerado como una maleza por su facilidad de diseminación, crecimiento y resistencia climática, lo que hace más atractiva la propuesta: “Lo estamos planteando como un cultivo alternativo para sembrarlo en áreas periurbanas, donde por legislación está prohibido el uso de agroquímicos”, explican.

En cuanto a la cantidad de cardos que se necesitarían para obtener un litro de aceite respecto del maíz o soja, Cravero indicó es materia de investigación. “No tenemos datos precisos a gran escala, a campo, para determinarlo con precisión. Si lo comparamos con el biodiésel que se aprovecha de la soja y que es el que más se usa en esta zona, el rendimiento es un poco menor. La ventaja es que la persona que siembra soja lo hace una vez al año, mientras que el cardo es un cultivo perenne: uno lo siembra este año y va a estar cosechando semillas durante diez o doce años sin volver a sembrar. Todo ese tiempo no se gasta en agroquímicos y, si bien el rendimiento es menor, estaría compensado. Al final del ciclo, cuando la hoja deja de ser verde y cae, es abono para el suelo del campo. Se cosecha al ras del suelo y, al año siguiente, lo que crece son yemas subterráneas”, detalló.

En el proyecto trabajan en conjunto miembros del Conicet Rosario, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario, e investigadores de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (Ucel). El financiamiento proviene de la Agencia Nacional de Promoción de Ciencia y Técnica, el Conicet y la misma Ucel. Si bien en Europa hay 15 años de experiencia en este emprendimiento y con buenos resultados, pronostican para la Argentina, “por cuestiones climáticas”, una mejor producción. “Queremos explorar tanto la cantidad como la calidad del biocombustible que se puede fabricar en nuestro suelo a partir del cardo silvestre y la posibilidad para insertar el producto dentro del mercado”, concluyó Cravero.

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