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Marche preso

“No hubieran hecho lo mismo los gendarmes en un barrio bien”

Tras robo y persecución que terminó con un auto incrustado en la puerta de su casa, dos estibadores vivieron una pesadilla.


El martes por la noche un grupo de ladrones veinteañeros seguido por policías y gendarmes protagonizaron una impresionante persecución desde la zona oeste hasta el sur de la ciudad, recorriendo todo el perímetro de Rosario: unos 25 kilómetros. La carrera de los asaltantes llegó hasta la Villa del Tanque, en la zona sur, donde un muchacho cayó muerto y dos hombres, que ya dejaron la juventud hace un largo rato, y un adolescente fueron arrestados. Ese día, los vecinos denunciaron el oscuro operativo: por un lado la brutalidad de los uniformados y por otro alertaron que un par de los acusados no tenía nada que ver. Habían sido detenidos por el solo hecho de que el auto en fuga se había estrellado frente a su casa: “Los milicos se llevaron al Zombi y al Concha Gorda que son cartoneros y trabajan en el puerto”. Estos hombres fueron liberados recién el viernes, pese a que en la audiencia imputativa del día anterior ya había quedado claro que eran inocentes. Ayer por la mañana, El Ciudadano charló con ellos, quienes denunciaron una golpiza por parte de efectivos de Gendarmería al momento de la detención: “Se turnaban para patearnos en el piso”.

Asalto y persecución

El último martes, a eso de las 20, cuatro muchachos asaltaron una despensa de barrio Emaús. Los ladrones, a bordo de un Toyota Corolla gris, se llevaron dinero, celulares y una cortadora de fiambres. Pasaron algunos minutos sin ser descubiertos; pero un rato más tarde uniformados de la UR II los vieron en la última calle de la ciudad, en el límite con Pérez, y comenzaron a perseguirlos. El grupo de asaltantes se escapó por avenida Circunvalación y recorrió la ciudad desde la zona oeste hasta el sur. En la carrera fueron vistos y perdidos por numerosos integrantes de fuerzas de seguridad provinciales y nacionales. Se tirotearon con todos e hicieron maniobras cinematográficas por avenidas hasta que perdieron el control del vehículo y se estrellaron contra el puente de hierro de bulevar Seguí al 400 bis. En medio del operativo, un joven de 22 años murió baleado por plomos de los uniformados y un adolescente de 17 fue arrestado, acusado de ser su cómplice.

“Caían milicos de todos lados”

Pero, por el robo de Emaús, a los uniformados aún les faltaba detener a dos personas más. Ahí, por casualidad, entraron en escena el Zombi y el Concha Gorda, dos amigos que estaban comiendo un guiso y tomando una cerveza en un ranchito que está junto al lugar donde detuvo su marcha el Corolla. “Nosotros dos estábamos acá, en casa, tomando, cuando escuchamos una explosión fuertísima, un montón de tiros y empezamos a ver cómo caían milicos por todos lados”, arrancó la explicación el Zombi, el dueño de casa.

El Zombi, que se llama Juan Enrique V. y tiene 37 años, vive en ese sector de barrio Tablada desde hace 20 años, cuando decidió abandonar su Goya natal, en busca de un laburo que le permitiera abandonar tierra correntina. Es amigo de Juan Fernando V., a quien todos en el barrio conocen como Concha Gorda. Juntos trabajan como estibadores en el puerto y, cuando la guita escasea, salen a cartonear.

“No pudimos ni reaccionar. Ni bien se metieron los gendarmes nos empezaron a pegar. Nos arrastraron, nos pegaban piñas y patadas entre muchos, era una locura. Se turnaban para patearnos en el piso”, explicó Concha Gorda, quien tiene 42 años y siempre vivió en Spiro al 100 bis, en la Villa del Tanque.

“Nos comimos terrible garrón”

Según contaron las víctimas, la noche del martes la pasaron en la comisaría 16ª de Tablada. A la mañana siguiente fueron trasladados a la seccional 17ª de Fisherton, que tiene a su cargo la investigación por el robo de la despensa. Según el Zombi, ni bien entraron al lugar un policía les preguntó por qué estaban detenidos y, cuando ellos le contaron que habían quedado implicados en el asalto y persecución, comenzó a lanzar insultos a sus colegas de las fuerzas federales. “Nosotros estamos buscando a unos pibes de 20 años; no a dos viejos de 40. Estos están re-locos, ustedes están todos golpeados encima; ahora tenemos que hacer mil planillas más”, les dijo el policía de la 17ª.

Durante los días de detención, el Zombi y el Concha Gorda fueron sometidos a ocho rondas de reconocimiento, en las que nadie los señaló. Por eso, el viernes por la tarde los dejaron en libertad, tras haber sido formalmente acusados por la fiscal Andrea Vega, imputación que fue sostenida por la jueza Mónica Lamperti.

Ayer por la mañana, cuando hablaron con El Ciudadano, Concha Gorda tenía un ojo morado, una enorme raspadura en el parietal izquierdo y no dejaba de tomarse la ingle, por un dolor que no lo dejaba tranquilo. Los golpes que le dieron al Zombi no le dejaron marcas, pero tenía un fuerte dolor en la zona de las costillas que le generaba una pinchazón cuando inhalaba. “Nos comimos terrible garrón. Si a alguno de los testigos se le ocurría decir que nosotros estuvimos en el robo nos comíamos 5 años presos. Me gustaría saber si los gendarmes hubieran hecho lo mismo con dos hombres de un barrio bien, no de pobres como éste”, cerraron las víctimas.

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