Edición Impresa

Panorama Político

Backstage de la campaña

Los problemas para el justicialismo santafesino no terminaron el día que se pudo consensuar la fórmula Omar Perotti-Alejandro Ramos. En todo caso empezaron otros.


Los problemas para el justicialismo santafesino no terminaron el día que se pudo consensuar la fórmula Omar Perotti-Alejandro Ramos. En todo caso empezaron otros.

El despido de Juan Carlos Chueco Mazzón de la Casa Rosada, cuyos servicios como operador electoral del PJ trascendieron varias gestiones y fueron cancelados por orden de la presidenta a través de Carlos Zannini –todo indica que molesta por cómo se hizo el cierre de listas en Mendoza–, rompió algunos equilibrios en las relaciones con la Casa Rosada. A decir de una fuente, “Mazzón hacía oír una visión más peronista, más amplia que la de los grupos cristinistas”, que tienen llegada directa por obvias razones.

La ausencia de Mazzón se lamenta en vastos sectores del peronismo santafesino y de otras provincias. La contrapartida es La Cámpora que se consolida con más espacio a la hora de pintar el panorama a oídos del entorno presidencial.

También la salida del jefe de Gabinete Jorge Capitanich los privó de un interlocutor. Y ahora que la campaña está andando peronistas locales encendieron las alarmas temiendo que se repitan los errores de la campaña 2013, en la que sólo entraron Jorge Obeid y Josefina González a la Cámara de Diputados de la Nación y listas de concejales con mucha banca y profusa difusión hicieron sapo.

La situación ya generó serios chispazos en las dos últimas semanas y tiene al diputado nacional Marcos Cleri como blanco de las quejas.

Cleri, que aspira a renovar su banca en octubre, es la encarnación de La Cámpora en Santa Fe. La agrupación no sólo cuenta con el paraguas protector de la presidenta y su hijo Máximo; además tiene margen de maniobra a la hora de intervenir en el armado de listas como para fijar el destino de los recursos económicos.

En ese sentido, el despliegue publicitario de listas apadrinadas por La Cámpora (va aliada con el Movimiento Evita de Fernando Rosúa y Eduardo Toniolli) ya despertó suspicacias en adversarios internos que no cuentan con el mismo apoyo. Cabe mencionar como competidores en las Paso a Roberto Sukerman por el rossismo y las listas de concejales encabezadas por Alberto Muñoz, Fernanda Gigliani, entre otras.

Pero sobre todo los ánimos están más encendidos con respecto a la campaña provincial.

A nadie se le escapa que la fórmula Perotti-Ramos necesita compensar el tiempo perdido y las indefiniciones que la hicieron largar desde tan atrás.

Exhibición de fuerza

Antonio Bonfatti puede darse por satisfecho después del acto político en el Club Regatas de la capital provincial, promocionado para presentar “las 414 listas” de “Adelante Santa Fe”, el espacio que lleva como candidato a gobernador a Miguel Lifschitz. Bonfatti puso su gobierno a trabajar para conseguir “la reelección de la gestión”, lo que sumado a su decisión personal de encabezar la lista de precandidatos a diputados provinciales resultó determinante para desequilibrar a su favor la interna del Frente Progresista.

En los últimos meses su gobierno aprovechó todos los espacios y recursos que la política le permite para motorizar un armado electoral que represente la continuidad de las gestiones iniciadas en 2007, esta vez con la fórmula Lifschitz-Fascendini.

El resultado sólo podría ser mejor si se hubiese logrado la unidad con el sector que llevará a Mario Barletta de candidato a gobernador, Rubén Giustiniani como precandidato a diputado provincial, José Corral por la reelección en Santa Fe y Pablo Javkin a la intendencia de Rosario.

La realidad es que puestos a elegir entre las dos alternativas, la gran mayoría de jefes comunales del Frente, casi todos los socios minoritarios y un arco de representación de la UCR más amplio incluso que el que acompañó la candidatura de Bonfatti en 2011, se alistaron con la Casa Gris y el gobernador.

Esa construcción cerró con la exhibición de fuerza en Regatas, donde lo que mas destacó es una penetración territorial difícil de empardar.

Un armado electoral ordenado, inclusivo y competitivo pone en situación de favorito para las elecciones primarias. Es un paso fundamental, pero no necesariamente es garantía de que en junio pueda conservarse el poder. La calle tiene un devenir diferente al de los acuerdos que hace y deshace la política. Y es ese devenir el que también cuenta a la hora de definir elecciones.

Es notable, por ejemplo, cómo el ministro de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente, Antonio Ciancio, se las arregló para complicar al Frente Progresista en una plaza electoral difícil como es Santa Fe capital.

En términos de conveniencia del gobierno del que es parte le hizo un desastre. Desde el punto de vista de los santafesinos que desde que existen cargan la pesada cruz de las inundaciones, no puede menos que indignarlos que la respuesta sea: “Sigan inundándose, es problema de ustedes”. La rápida desautorización pública por parte del ministro de Gobierno Rubén Galassi puso las cosas en su lugar, pero el daño estaba hecho y el retroceso de casilleros se contaba de a varios.

PROteger al Midachi

Ciancio, un funcionario lento y ausente para explicar los alcances y límites de la gestión en su área, es apenas un ministro más. En la vereda de enfrente, Miguel del Sel se ensañó con los trabajadores de educación y de prensa siendo la máxima figura de ese espacio. En su caso nadie puede desautorizarlo.

El candidato del PRO habló sin filtro, dijo lo que piensa. Y más preocupante aún: por momentos pareciera que no entiende por qué por ser precandidato a gobernador no cabe que haga chistes sobre llevar putas a un asado y cada diez vocablos uno es lo que llamamos malas palabras. Si Del Sel no hace un esfuerzo por comprender esas cuestiones básicas, sea como candidato o como futuro gobernador, le seguirán lloviendo conflictos como los que ya tuvo cuando insultó o descalificó a la presidenta, homosexuales, travestis, entre otros

El PRO le teme a ese Del Sel sin filtro hace enormes esfuerzos para cuidarlo. Los equipos políticos y de comunicación se esmeran en proteger los costados vulnerables del candidato. Fundamentalmente en el contacto con la prensa, de la que lo mantienen a conveniente distancia para evitar que en la necesidad de improvisar meta la pata. Por otro lado se esfuerzan en generarle mucho encuentro cara a cara, principalmente en ambientes populares donde puede explotar su alto conocimiento e histrionismo. En definitiva, su perfil más redituable.

A diferencia de Ciancio, cuyas palabras el gobierno puede borrar de un plumazo con hechos concretos, Del Sel cometió un doble error sin marcha atrás.

Por un lado confrontó con dos sectores con capacidad de prédica y cierta consideración pública. Por el otro rompió el libreto sagrado del PRO, cuyo primer mandamiento es “no pelearás” y el segundo es “siempre en positivo, para adelante, nosotros somos lo nuevo”.

No eran pocos los que apostaban a que el primero en romper el libreto iba a ser el candidato a vice Jorge Boasso, hoy apegado a las reglas de oro de su nueva escudería que lo privan de sus ácidas catarsis verbales contra sus pares radicales y socialistas.

Las posibilidades del PRO están jugadas al naif libreto maquillado de antipolítica, por más que entre bambalinas opera una factoría política de lo más tradicional con viejos conocidos de la política santafesina.

Eso explica el destacado armado electoral que logró, con tres pilares fuertes: evitó las internas (objetivo del diputado Federico Angelini); puso un precandidato radical como vice; y sumó al dos veces gobernador Carlos Reutemann, que no sólo convoca el voto conservador peronista sino que apuntala con su chapa de dos veces gobernador a un Del Sel que demuestra no estar a la altura de las circunstancias.

Comentarios

10