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Una desprolija detención que no oculta el grueso problema

En forma definitiva, el procesamiento del sindicalista Gerónimo Venegas ennegreció el escenario político, apenas largada la carrera electoral con vistas a las presidenciales de octubre.

Todos para uno. La detención de Venegas despertó arrebatos de furia entre viejos conocidos como Duhalde y Barrionuevo.

En forma definitiva, el procesamiento del sindicalista Gerónimo Venegas ennegreció el escenario político, apenas largada la carrera electoral con vistas a las presidenciales de octubre.

El cimbronazo que despertó la desprolija detención del gremialista del campo parece haber dejado en un segundo plano que el juez Norberto Oyarbide ha estado investigando la causa de la denominada Mafia de los Medicamentos desde hace casi dos años.

Es decir que, a pesar del inesperado y ampuloso procedimiento, la decisión del magistrado tuvo que haber tenido bases firmes para llevarlo a cabo, más allá de la eterna sospecha de que un integrante de la Justicia pueda responder a los intereses del poder político.

Basta con recordar aquella mayoría automática de la Corte Suprema de Justicia que respondía en forma directa al ex presidente Carlos Menem y le aprobó todas y cada una de las iniciativa emanadas de la Casa Rosada durante los cruciales tiempos de la transformación del Estado.

Es por eso que no extraña que haya magistrados permeables a la política, en especial alguien que estuvo a punto de ser expulsado de los estrados judiciales cuando investigaba por presunto enriquecimiento ilícito a los Kirchner, en una causa que luego desestimó.

Sin embargo, como el árbol no puede tapar el bosque, hay que mencionar que la trama de la operación con medicamentos truchos en el Pami y otras obras sociales había empezado a ser develada por la infatigable Graciela Ocaña.

Precisamente, ella fue despedida de su cargo al frente del Ministerio de Salud por el odio que despertó en la CGT, en especial, en el líder de la central obrera Hugo Moyano.

No es secreto para nadie que las obras sociales siempre fueron las grandes cajas negras de los gremios, que explican la holgura económica con que vive la gran mayoría de los sindicalistas nativos.

Fue así que en este caso prevaleció el espíritu de cuerpo entre los gremialistas y quedó en claro más que nada con el comunicado de la CGT de Hugo Moyano en contra de la detención de Venegas, a pesar de estar parados hoy en veredas políticas opuestas.

No hay que olvidar que en el expediente que se encuentra en el despacho de Oyarbide figura una extensa nómina de gremialistas, incluidos, el propio Moyano y su esposa, Liliana Zulet.

Así que falta demasiada tinta por escribir en esta historia que parece comenzar recién.

Por otra parte, el caso del gremialista rural reflejó una resonancia mediática del tema, no siempre correspondida con su magnitud política.

Luis Barrionuevo habló de cortes de ruta en todo el país, cuando las escasas imágenes captaron muy pocos y con escasa concurrencia.

El titular de la CGT Azul y Blanca volvió a dar otra muestra de que siempre habita los suburbios de la política cuando dijo que si la dictadura no los frenó tampoco “lo harán los pichones de montoneros del gobierno”.

Por otra parte, Eduardo Duhalde demostró cierta orfandad de acompañamiento político a la conferencia de prensa que brindó para apoyar a Venegas, ya que al lado suyo no hubo dirigentes de peso. Sólo la diputada Graciela Camaño, esposa de Barrionuevo.

Las huestes duhaldistas utilizaron la cuestión para sacar los réditos que le permitan salir del pozo en que lo sumergen las encuestas, algo reconocido por el propio ex presidente.

La oposición interna en el PJ encarnada por el Peronismo Federal había quedado desdibujada desde la discusión por las colectoras que abrió la postulación de Martín Sabbatella como gobernador bonaerense, apoyando la reelección de Cristina Kirchner.

Este tema, hasta el encarcelamiento del dirigente gremial del ruralismo, había centrado toda la atención política y dejó relegado al resto de la agenda.

Con esto, desde el gobierno se generó entonces, su propia oposición, una estrategia histórica del oficialismo justicialista para mantenerse en el poder.

El tema no es menor si se tiene en cuenta que varios caciques distritales de la provincia temen que la división de listas pueda hacerlos perder en sus propios territorios.

Uno de los casos testigo es el de Ituzaingó, donde el intendente, Alberto Descalzo, ya con síntomas de desgaste luego de cuatro períodos de gobierno, puede arriesgar la intendencia con el hombre que allí pone Sabbatella: el diputado y dirigente gremial aeronáutico Ariel Basteiro.

A todo esto, el gobernador Daniel Scioli llega por estas horas de Italia, donde viaja todos los años para celebrar el cumpleaños de su amigo y ex compañero en la motonáutica Favio Buzzi.

El gobernador se limitó a enviar desde Europa los mensajes de que se coloca por encima de esas disputas y que su tarea apenas llegue a Buenos Aires será la de conjugar los distintos intereses.

Se evalúa, sí, que la reforma política de la provincia contemple sólo las colectoras de partidos vecinalistas, la gran mayoría de ellos de buena sintonía con el gobernador.

Scioli tomó debida nota de los heterogéneos sectores que están en contra y a favor de las colectoras y tratará de unir posiciones durante el Congreso del PJ bonaerense que se realizará en el predio que el Sindicato de Camioneros posee en Sierra de la Ventana.

Por su lado, referentes de la oposición miran con atención esta disputa, en especial desde las filas de Francisco de Narváez, donde se entusiasman con la posibilidad de que Scioli se anime a disputar la candidatura presidencial.

Cerca de De Narváez dicen que si el gobernador da el salto se ampliará la posibilidad de que el empresario dispute con chances la gobernación.

Por su lado, operadores de Scioli consideraron que difícilmente el gobernador se atreva a dar semejante paso y lo más probable es que dejará su candidatura presidencial para 2015.

Aunque no se cansan de aclarar que recién en mayo serán definidas todas las candidaturas y también la de él, y advierten sobre cierto cansancio por tanto “ninguneo” proveniente desde la Casa Rosada.

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