Ciudad

Nunca es tarde

Tres años después de aprender a leer y escribir, publica un libro

Eduardo Aguilera fue analfabeto hasta los 38 años y se formó gracias al programa “Yo sí puedo”.


Desde que sabe leer y escribir Eduardo Aguilera es Rodrigo Verdi, su alter ego con el que firma sus poemas elaborados en los últimos tres años. Con 41 años editó su primer libro, Un nuevo sueño, que presentará hoy a las 10.30 en Maipú 842. En diálogo con El Ciudadano, reconoce que gracias al plan de alfabetización del municipio y su tarea como escritor primerizo su futuro es prometedor. Ya tiene preparado un segundo libro, esta vez de cuentos de suspenso, para 2015. En el medio, sigue estudiando y evalúa hacer la escuela primaria. Eso no lo emociona tanto como que soñar con que el grupo de cumbia santafesina Los Palmeras tome alguno de sus poemas para hacer una canción.

“Me dicen «Rodrigo Verdi, el poeta del puente»”, cuenta Aguilera. El escritor se refiere a “El Puente”, espacio cultural del Hospital Roque Sáenz Peña. Desde hace años es paciente y fue allí donde empezó con las primeras técnicas de lectoescritura como parte del programa de alfabetización. Había llegado al centro de salud en 2005 cuando la diabetes se le disparó y tuvo que permanecer internado. En 2011 se incorporó al grupo cultural con el que hace parte de su tratamiento de salud mental.

Entre los talleres de teatro, radio o dibujo dictado, el de escritura significó un renacer para Aguilera. De su pasado sólo trae a cuenta la muerte temprana de su padre, la vida en las calles del barrio La Tablada y su resistencia a ir a la escuela, tal como su madre proponía. El resto no tiene palabras, no existe.

“El título del libro, «Un nuevo sueño», tiene que ver con empezar una nueva vida. Escribo mucho sobre el ahora que puedo leer y escribir”, explica, y reflexiona: “Otras veces me salen frases que son exactamente lo que siento. Como recuerdos tristes, por ejemplo. Hace bien encontrar y escribirlo en palabras”.

Predilección

Aguilera se reconoce como un escritor romántico. Sus poemas son de amor. Algunos están hechos para mujeres en general y otras, aunque le cueste admitirlo, llevan las marcas de Miriam, su antigua novia del barrio. Confiado en de que sus palabras lleguen a los corazones de “las chicas románticas”, como las describe, el escritor ostenta un fan club de amigas del Puente dirigido por Jésica. “Hay palabras que suenan mejor y aparecen más en mis poemas. Muchas veces coincide el sonido con lo que quieren decir (sentido) como «amor»”, desliza el escritor. Le gusta escuchar discos de Paz Martínez y Marco Antonio Solís, pero al tope del podio de sus preferidos están Los Palmeras porque son románticos y divertidos, describe. Sueña con conocerlos, entregarles alguno de sus poemas y que se conviertan en un hit como Bombón asesino o Suavecito.

De 0 a 100

“En las clases empezábamos a dibujar la ‘a’, ‘e’, ‘i’… Veíamos los videos (por las clases audiovisuales del programa ‘Yo sí puedo’) con los que nos enseñaban a armar las palabras y las oraciones. Cuando me concentraba en las palabras y las frases empecé a escribir en mi casa los poemas”, recuerda sobre el proceso de alfabetización que realizó en 2011. La tarea y el material de lectura –desde diarios hasta cuentos– entregados por su maestra Gabi se complementaron con clases particulares que toma en la Dirección de Educación municipal. Durante ese tiempo, y a pesar de que mantenía su tratamiento en el Sáenz Peña, la vida cotidiana era distinta. “Ahora estoy más consciente. Caminar por la calle y entender todo. Antes era más difícil. Es más fácil relacionarme con la gente”, señala Aguilera. Al momento de firmar sus trabajos al principio se hacía llamar “John Williams”, aunque no recuerda por qué. Pero sus profesoras le pidieron que recapacitara y buscase un alter ego menos yanqui. “Y salió Rodrigo Verdi. Así. Espontáneo”, resume.

En tres años la poesía como instancia terapéutica se tradujo en una oportunidad de publicación. Mariela, otra de sus profesoras, a quien agradece su formación, se encargó de compaginar junto al escritor veinte de sus poemas. “Elegimos los mejores y los que más me gustaban. Los que tienen las frases más importantes como «el que espanta sus penas alarga su vida»”, repasa.

En la actualidad, su vida se reparte entre el Puente y sus clases de escritura. Pasa mucho tiempo escribiendo. Estudió panificación pero su sueño es ser publicado. Volver a intentar terminar la primaria es una posibilidad que no descarta del todo. Su motivación descansa en su casa, ahora en Villa Gobernador Gálvez: varias carpetas de papeles con cientos de poemas esconden tres cuentos de suspenso que calcula podrá editar en 2015.

Aguilera insiste que tiene varias más. Una de las próximas a publicar se llama Diamante de fuego, acerca de un grupo de ladrones que se hace pasar por pintores para cometer un atraco. “Y no te cuento más. Vas a tener que esperar el libro”, cuenta y ríe Aguilera.

Un método que vino de Cuba

Aguilera formó parte del Plan de Alfabetización “Que nadie quede afuera”, una estrategia de inclusión social que articula los esfuerzos de todas las secretarías que integran el Gabinete Social Municipal (Cultura y Educación; Promoción Social y Salud Pública). A través de distintos convenios con la Fundación Un Mundo Mejor es Posible, pudieron dar continuidad al programa “¡Yo, sí puedo!”, método de lectoescritura de origen cubano que el municipio y organizaciones locales impulsan en la ciudad. La implementación del programa ha permitido que 900 personas sean alfabetizadas en la ciudad.

El mismo es llevado adelante por facilitadores, quienes ofrecen su tiempo y dedicación, en forma voluntaria, para enseñar a leer y escribir. A nivel internacional, el programa creado en 2001 se aplicó en 29 países y ayudó a más de 5 millones de personas a leer y escribir. Es un método accesible, entretenido, divertido y breve, ya que la fase de lectoescritura dura 3 meses.

Se realiza en lugares cercanos al domicilio de los participantes, las clases están grabadas en video y se emiten a través de un televisor, haciendo efectiva la incorporación de los conocimientos. Los encuentros se complementan con la ayuda de una cartilla y la presencia de un facilitador. Para más información comunicarse a los teléfonos 4802618 / 2534.

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