Durante dos años, el músico Zambayonny vivió una vida ambulante, marcada por una serie de mudanzas, giras y viajes de placer. Así, su hogar fue mutando de hoteles a departamentos transitorios, pasando por aeropuertos y casas de amigos. En esos espacios a los que “siempre estás llegando y de los que siempre te estás yendo”, según dice el propio Zambayonny, fueron tomando forma los temas que componen Hotel de canciones, un material que tiene ese espíritu nómade a partir de que el artista se dispuso a contar historias y describir personajes ficcionales, pero ahora totalmente alejado de las letras directas, escatológicas y con algunas “malas palabras” que caracterizaron sus comienzos.
“El material fue grabado con naturalidad, como si estuviese hecho hace 30 años, con una instrumentación sencilla de Hammond, guitarra acústica, bajo y batería”, puntualizó Zambayonny quien esta noche tocará nuevos temas y clásicos, a partir de las 21.30, en la Plataforma Lavardén (Mendoza y Sarmiento).
Dadas las características de su primer material discográfico, Zambayonny fue asociado a una lírica directa en la que no faltaban las asociaciones sexuales, las malas palabras y la ironía. En su segundo disco, Búfalo de agua, esa forma de escribir inició una particular mutación que se profundizó en Esos años locos, su material inmediato anterior.
Ahora, Hotel de canciones, ya no tiene huellas de aquella etapa inicial, aunque sí conserva algunos tintes irónicos y su claro oficio de contador de historias. “Desde siempre, la motivación fue contar historias, describir personajes; lo que va cambiando es el lenguaje. Y este disco tiene personajes, tiene historias. Me gusta que cada canción pueda reconocerse por algo y que no se confundan entre sí; eso me motiva, y también me gusta de otros artistas”, aseguró quien además de sus canciones supo escribir tres libros: Biografía de un superhéroe, Leyenda de un superhéroe y el recientemente editado La suerte del campeón.
“La música está en la misma línea que los cuentos y las novelas. Siempre hago ficción, es lo que me divierte”, dijo Zambayonny, quien habla del disco, ese que surgió en medio de la escritura de su último libro o, mejor dicho, de la hechura de las columnas que escribió para el suplemento “Ni a palos” del diario Tiempo Argentino que terminaron convirtiéndose en su último libro. “Todo fue escrito en estaciones de servicio, hoteles, departamentos transitorios, aeropuertos, casas de amigos. Las columnas que estaba escribiendo para Tiempo Argentino me obligaban a estar en un lugar con Wi-Fi para entregar los textos una vez por semana. Entonces se armó una rutina. Estaba viajando pero contento, es un disco que por más que tenga historias trágicas, como la del piloto de avión al que se le apagan los dos motores en el aire, tiene una mirada más bien nostálgica. De todos modos, el disco está cruzado por la nostalgia y puede ser por el movimiento de esos días; por estar siempre llegando y siempre yéndome”, concluyó el artista.
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