Policiales

Saga de venganzas

Matan a traición a Tubi Segovia

Tenía 29 años y estaba imputado por tres de los crímenes que enlutaron la zona sur en los últimos 25 meses. Cinco internos de su propio pabellón entraron a su celda de la cárcel de Coronda y tras inmovilizarlo con un cable en el cuello le asestaron fatales puntazos.


Lo agarraron adentro de su celda entre cuatro. Mientras a ocho manos lo inmovilizaban con un cable alrededor del cuello, un quinto hombre le dio un facazo. Así fue el final de Rubén Ariel Segovia, más conocido como Tubi, asesinado en la tarde de este martes en el pabellón 8 de la cárcel de Coronda. Las autoridades del penal se desvincularon del crimen. Dijeron que el muchacho, de 29 años, debía estar aislado, en un sector de resguardo, pero que una orden judicial del mes pasado permitió su alojamiento en un régimen común con otros internos.

Para el Servicio Penitenciario, Tubi Segovia era un preso “de alto perfil”. Para los fiscales que lo acusaron de tres homicidios cometidos en la segunda mitad de 2016, era el socio en barrio Tablada de Alexis Caminos, considerado jefe de una banda asentada en barrio Municipal. Ambos, enfrentados a muerte con el clan Ungaro, dueño de barrio Grandoli, y sus socios en Tablada, los Funes. Todos barrios de zona sur que fueron testigos en los últimos 25 meses de sangrientos enfrentamientos entre facciones que más allá de las economías ilegales que se disputan (la venta de estupefacientes y los negocios de la barra brava de Newell’s) entraron en un espiral de venganzas del que no se salvan ni las madres.

De hecho, Marcela Díaz, una hermana de Tubi Segovia, fue asesinada el 14 de enero pasado en la zona sudoeste. Por ese asesinato, que dejó a un muchacho de 25 años herido, está acusado Alan Funes, quien se encuentra detenido. Un mes antes de matarla, ya habían atentado en Tablada contra la vida de Marcela, de 36 años. En esa oportunidad los plomos le dieron a uno de sus hijos de 18 años, quien quedó cuadripléjico. A su vez, la mujer había sido mencionada como coautora del homicidio de Ulises Funes, de 23 años, el 7 de enero último, en la puerta de su casa de barrio La Lata. Además de Marcela, los testigos mencionaron a Cable, Adrián Solís, quien más tarde quedó detenido. La saga de venganzas continuó en febrero. Jonatan Funes fue ejecutado en la ruta 14 y la AO12 cuando salía de visitar en la cárcel de Piñero a sus hermanos Alan y Lautaro, conocido como Lamparita.

Morir en cana

La directora de Asuntos Institucionales del Ministerio de Seguridad de Santa Fe, Lucía Masneri, dijo ayer en conferencia de prensa que Segovia fue encontrado muerto dentro de su celda por efectivos penitenciarios que entraron al pabellón 8 por un foco ígneo. La funcionaria evitó decir que el interno había sido asesinado, pero reconoció que tenía un cable alrededor del cuello y que a su alrededor había sangre. “La principal hipótesis no es el suicidio”, describió.

Al respecto dijo que el esclarecimiento del crimen está a cargo del Ministerio Público de la Acusación (interviene el fiscal Marcelo Nessier de la capital provincial). quien ordenó la autopsia y comenzó a analizar las cámaras de vigilancia. Según Masneri, con las imágenes fílmicas se puede identificar a las personas que ingresaron a la celda de Segovia.

“Entendemos que el interno estaba en un pabellón donde nosotros consideramos que no debía estar, es decir estaba en un pabellón de régimen común por una orden judicial del 14 de marzo. Considerábamos, y así lo había manifestado yo en audiencia del día 9 de febrero, que el interno debía estar en un sector de resguardo, es decir en un sector diferenciado donde pudiéramos cuidar su integridad física y la de otras personas”, dijo Masneri.

En ese sentido responsabilizó al Poder Judicial: “Esto es algo que nos pasa permanentemente. Es el Poder Judicial entrometiéndose en las facultades del Ejecutivo y particularmente del Servicio Penitenciario, ordenando situaciones de alojamiento, adaptaciones, diferencias en el régimen, diferencias en la progresividad y afectando gravemente la seguridad en el interior de los penales”, arremetió.

En la misma línea, aclaró que cuando Segovia solicitó que lo sacaran del aislamiento para ir a un pabellón común firmó una autorización de convivencia con la veintena de internos alojados allí. Entre ellos, integrantes del clan Caminos, aliados de Segovia.

La defensa

El abogado de Segovia, Gonzalo López Ocariz, se sorprendió ayer con la muerte de su cliente. Dijo que el muchacho en ningún momento le había manifestado que quería cambiarse de pabellón ya que convivía con gente que lo quería. Sí contó que “Tubi” quería ser trasladado a la cárcel de Piñero, pero no por conflictos de convivencia sino para facilitar el acercamiento familiar.

Segovia cumplía prisión preventiva por tres homicidios en los que solo había sido imputado, ya que en ninguna de las tres causas estaba hecha la acusación formal ni el requerimiento de elevación a juicio. Además purgaba la última parte de una condena a diez años de prisión en la que se le acumularon distintos hechos.

Los crímenes que le achacaban en 2016 fueron la autoría intelectual del homicidio de Lisandro Fleitas, asesinado a tiros el 10 de noviembre en Callao y Míster Ross, en un ataque que se presume iba dirigido a Lamparita Funes, hoy detenido.

También le imputaron ser coautor del homicidio de Jonatan Rosales, asesinado el 22 de junio de ese año en Padre Giaccone al 1400, frente a su pareja Brisa Ojeda, quien llevaba a la beba de ambos en brazos. Según la acusación, como Brisa era testigo, Tubi la mandó a matar, pero por error los sicarios asesinaron a su hermana Lorena Ojeda, el 16 de diciembre de ese año en Vera Mujica y Rueda. En el marco de esa investigación, Marcos Cella, el abogado que lo representaba, fue acusado de cooperar con su cliente para posponer la rueda de reconocimiento mientras se realizaba el ataque contra Ojeda.

Rojinegro

Tubi Segovia era considerado un hombre de Los Monos en la barra de Newell’s. Tanto que luego de que mataran a su hermana Marcela Díaz, la pesada leprosa mostró en la popular local un trapo en su memoria.

Tubi fue incluso un fugaz jefe del paravalanchas en aquellos días agitados de 2016, cuando sus dos antecesores fueron ultimados a tiros en apenas tres semanas. Un día después de que Ramón Machuca, alias Monchi Cantero, fuera detenido en Buenos Aires tras mantenerse tres años como prófugo, comenzó la saga fatal. Matías “Cuatrerito” Franchetti estaba al mando de la pesada leprosa en el marco de un entendimiento entre Los Monos y los Ungaro/Funes desde unos pocos meses antes, cuando el heredero de Diego “Panadero” Ochoa (condenado por el crimen de su antecesor Roberto “Pimpi” Caminos), Nelson “Chivo” Saravia, dio un paso al costado tras ser blanco –tanto él como familiares y allegados– de reiterados ataques. Pero el 7 de junio el Cuatrerito fue asesinado al salir del club. Como jefe quedó Maximiliano La Rocca, el Cabezón, pero 21 días más tarde fue asesinado, también al salir de los parrilleros de la entidad del Parque. Tubi quedó entonces al frente.

Cuando Tubi fue baleado en Avellaneda y Mosconi y terminó preso, en octubre de 2016, quedó como jefe de la pesada rojinegra Maximiliano “Kija” Avejera, quien está prófugo desde febrero último, sindicado como uno de los autores del asesinato de Jonatan Funes, hermano de Lautaro, acribillado al salir de la cárcel de Piñero tras visitar a Lamparita y otro hermano, Alan. Este último está acusado por el asesinato de Marcela Díaz, hermana de Tubi, ejecutada en Lejarza al 5600 en enero pasado.