Espectáculos

Escénicas

Llega a Rosario “Los Miedos”: improvisación y mucho humor en un espacio donde todo puede pasar

La elogiada creación del actor, director y docente rosarino Alejandro Gigena, radicado en Buenos Aires hace más de una década, se presenta en la ciudad desde este jueves con cuatro imperdibles funciones en la sala local La Orilla Infinita


Hay un momento puntual, el instante en el que un actor o una actriz se vuelve personaje y una y otra vez se pregunta, antes de salir a escena, “qué hago acá”. Más allá de que ese viaje al que está por abismarse sea luego de puro goce y al final todo se llene de aplausos y hasta de ovaciones y tengan que salir varias veces a saludar, siempre hay un temor, siempre aparecen los miedos, las dudas, y mucho más aún si se trata de un espectáculo donde lo imprevisible y el aquí y ahora de la improvisación se vuelven un signo de principio a fin.

Precisamente bajo el título Los Miedos, que estará en breve en Rosario con cuatro imperdibles funciones en la sala La Orilla Infinita, el actor, director y docente rosarino Alejandro Gigena, radicado en Buenos Aires hace más de una década, propone a las y los espectadores una experiencia teatral diferente en la que se apresta a ese juego, al frente de un equipo de actores y actrices descollantes, de una presencia escénica inusual y de una predisposición para jugar inagotable, en la construcción de un palimpsesto escénico que suma luces y música en vivo, donde la premisa pasa por alejarse de toda pretensión artística formal transformando eso mismo en una enorme virtud y en una escalada de humor diferente a lo conocido o transitado. 

Bajo la dirección general de Ale Gigena, con asistencia de dirección de Carla Scolari y producción de gira de Lucía Asurey, Los Miedos cuenta con el trabajo de los actores y las actrices Javier Abril Rotger, Sofia Brihet, Debora Nishimoto, Camila Peralta, Max Suen, María Soldi, Roman Martino, Yasmin Eisenberg, Luciana Lifschitz, Lautaro Bakir y Franco Quercia, con la participación de los músicos Juan Lepiscopo, Joaco Vitola y Fede Pellegrini, escenografía de Gina Mantegna e iluminación Ana Hochnadel.

Se trata de un espectáculo teatral donde la actuación, la música y las luces van creando imágenes en el momento a través del sentido que va dando el director en escena, con una serie de consignas o sugerencias. Nada está preparado ni planeado, no hay un guión previo, no hay texto, ni la participación del público como en otros trabajos vinculados a la  improvisación, ni personajes asignados o preestablecidos y mucho menos cuestiones vinculares entre casa uno de ellos. Por lo tanto, el atractivo que propone el material, en cartel hace más de seis años y con una reciente temporada en el porteño Centro Cultural Konex lugar al que regresará en breve, no se sabe hacia dónde va la narración porque todo lo que emerge en escena, emerge en el presente y a partir de las inquietudes, ideas o disparadores que propone Gigena.

Empujar la acción
El actor, director y docente Alejandro Gigena.

“A diferencia de otros espectáculos de improvisación, no tiene participación del público y yo como director estoy en escena dirigiendo a los actores, las actrices, a los músicos y a la iluminadora, todo ahí mismo, en el momento, donde estos lenguajes funcionan como engranajes de lo que termina siendo esa función de la obra porque siempre es distinta dado que todo se gesta desde la nada; no hay nada pactado con anterioridad y todos se va armando de un modo en el que todos estos lenguajes que hacen a lo escénico se van uniendo y dando forma”, contó el creador, que tras su paso por la Escuela de Teatro y Títeres Ambrosio Morante de Rosario, desde 2012 reside en Buenos Aires donde, entre más, fue discípulo de la gran Nora Moseinco, cuya idea de la improvisación es en cierto modo una parte importante de la matriz de este espectáculo.

“Es un desafío porque todos estamos o intentamos estar conectados con la música, con ese entorno que se va creando, pero también con las propuestas corporales y actorales de cada uno desde un texto que se improvisa, y también con las propuestas lumínicas que va proponiendo la iluminadora. Y yo, también en escena, voy impulsando, voy guiando, voy empujando eso que está a punto de pasar, que están a punto de hacer. Por eso siempre digo que no se trata de tener buenas ideas sino que sólo empujó eso que estoy viendo, que están a punto de realizar a partir de la convivencia de todas estas patas que hacen a lo teatral”, sumó Gigena acerca de este gran disparate siempre tan bien urdido donde conviven la provocación con una alta dosis de humor pero también lo sensible que por momentos puede, incluso, abrir una brecha en ese territorio de lo gracioso y hasta dejarlo de lado.

Con algo asociado a una idea de ensayo permanente, la obra y sus intérpretes, siempre están permeables a lo que acontece e inevitablemente eso también se filtra. “Todo el tiempo es algo nuevo, es algo que no se repite, porque incluso de intentarlo perdería sentido. Tal vez lo que se repita sean las formas: yo sé quién puede hablar en algún idioma determinado, sé lo que pueden hacer con el cuerpo y con la voz cada uno, pero no sé hacia dónde va dirigido lo narrativo, por lo tanto ocurre algo que también nos divierte y nos desafía mucho a nosotros y es que no queremos hacer una escena determinada sino que la escena se vaya gestando. Muchas veces, querer hacer una escena en ese campo de la improvisación puede resultar un poco efectista y siempre nos queremos correr de los lugares efectistas, más allá de que, paradójicamente, ocurre algo vinculado al efecto en el público porque es un espectáculo que si bien generalmente va hacia el humor y es donde funciona bien, también toca otras fibras dado que siempre estamos abiertos y disponibles a lo que somos en ese momento y tal vez estamos con una energía diferente. Siempre, en cada función, decimos «esto es lo que somos», ofrecemos lo que somos en ese momento y siempre es bien recibida esa forma de crear en escena”, contó el creador respecto de ese gran rango de honestidad que propone Los Miedos.

Exploración e incertidumbre

Respecto del proceso creativo, derivado del taller y espacio de creación del propio Gigena que alimenta este fenómeno en el que se ha convertido Los Miedos donde todo funciona de un modo muy singular independientemente del salto al vacío que supone cada función, el director expresó: “En todo sentido es un proceso abierto; en los entrenamientos y también en el  espectáculo en sí seguimos practicando, seguimos ensayando, seguimos explorando, porque yo siento que también Los Miedos es un espectáculo que a mí me atrae mucho, nunca está cerrado como proyecto y por lo tanto siempre nos está invitando a seguir investigando, buscar y ver qué nos sigue dando sin saber hacia dónde vamos dirigiéndonos. Lo que más me atrae es ese estado de incertidumbre al que nos expone este proyecto. Y en el entrenamiento hay una búsqueda que intenta que el actor o la actriz hagan desaprender todo lo aprendido en solitario; se trabaja mucho con las propuestas de los demás y eso hace que mí propuesta personal tenga otro valor. Siempre es un poco difícil la escucha, pero nosotros trabajamos mucho con eso en un estado de atención: si el otro tiene un error, si el otro comete un error, si el otro está en un estado vulnerable, si no le sale lo que intenta hacer, si está en ese abismo, lo que nosotros tenemos que hacer como grupo es subirnos a ese tren y entonces eso deja de ser algo en solitario para pasar a ser algo colectivo. Y más allá de que alguien pueda sorprenderse con algunas individualidades, con algunos supuestos cánones o categorías de talento individual, siempre todo lo que pasa es producto de algo colectivo. Incluso erran más de lo que aciertan, más allá de que el público vea o crea que aciertan más de lo que erran (risas)”.

Finalmente, el creador habló de una idea o concepto del miedo que provoca el abismo que implica cada función que no es otra cosa que el abismo que implica actuar, esa especie de desnudez total frente al público aunque todos estén vestidos: “Se llama Los Miedos porque nosotros tenemos terror cada vez que la hacemos, mucho miedo, mucho nervio. Siempre decimos: «Por qué hacemos esto, me quiero ir de acá, quiero suspender la función, no quiero estar acá (risas)». En cada función nos entregamos al abismo de lo incierto y también tenemos miedo de que al público no le guste; nos cargamos de inseguridades, de mucho terror antes de cada la función, pero luego aparece la función y una conexión. Aparece una diversión y el disfrute y todo eso se esfuma, desaparece”.

Para agendar

Los Miedos ofrecerá, al menos por el momento, cuatro únicas e imperdibles funciones en Rosario, el jueves 29 de febrero a las 21, el viernes 1° a las 21 y a las 23, y el domingo 3 de marzo a las 21, en La Orilla Infinita (Colón 2148). Las anticipadas se adquieren acá: https://laorillainfinita.com.ar/productos/los-miedos/

Comentarios