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Sociedad

La literatura para niños es un espacio de creación y placer

La psicóloga y docente Alicia Musumano, autora del libro “Volando con el Sol” , afirma que la formalización estricta aburre.


“A todos los niños y niñas del mundo, mariposas multicolores, inventores de ilusiones, soñadores poéticos, sedientos de misterios, inquietos buceadores, para que puedan atravesar el cielo infinito, sobrevolando el sol”. Con estas y otras palabras, Analía Musumano prologó su libro “Volando con el Sol”, en el cual resuenan cuentos y poesías para niños con sus musicales sonidos, zigzagueando el misterio del horizonte. “Es una recuperación –dice la autora– del encuentro con la palabra. El mundo, cuando es pronunciado, recupera su magia. Los textos enlazan una trama y se convierten en un barrilete multicolor que toma su propio rumbo”.

Musumano es psicóloga, docente y especialista en psicología en educación. Se desempeñó como capacitadora del programa de formación docente “Palabras al viento”.

Es referente de la experiencia de implementación del “Taller de los sueños” en escuelas de jornada ampliada, del Ministerio de Educación de la provincia.

Es integrante de un equipo de investigación dirigido por la doctora en psicología Ana Bloj, donde además participan las docentes de la cátedra Intervenciones en Niñez y Adolescencia de la Facultad de Psicología de la UNR: son Ana Maschio, Mónica Castaño, Georgina Borzone, Cristina Ronchese, Zulma Peralta y María Crisalle. Desde allí abordan los modos en los que la literatura infantil, transmitida por los docentes, puede producir efectos subjetivantes en niñas y niños. El enfoque se centra en una perspectiva preventiva, entendida como práctica social en un sentido amplio.

Esta tarea de investigación ligada a la temática de la literatura se inicia en 2007 en distintos espacios no formales donde concurrían niños y niñas –ludotecas municipales, una ONG y una parroquia–. El análisis de esa experiencia fue presentado por el equipo en el libro “El revés del reino. Experiencia de investigación”, de Laborde Editor. Esta tarea puede considerarse complementaria de la actual propuesta de trabajo que se centra en la educación formal, específicamente en los niveles inicial y primario. El objetivo es producir nuevos conocimientos a partir de las reflexiones sobre las prácticas que tienen lugar en el campo de la educación.

“La literatura es un bien cultural –dice la especialista– al cual todos deben tener acceso. A través de la misma se brindan oportunidades y alternativas, permitiendo atravesar un cerco hacia nuevos universos posibles. Niñas y niños se zambullen en otros mundos que van más allá de su cotidianeidad”.

Las escuelas han estado siempre vinculadas con la literatura, es una parte de la pedagogía. Las currículas, principalmente las del nivel inicial y primario, abundan en textos que bajo diversos criterios pretenden acercarse al niño. Pero no sólo la escuela está habitada por cuentos, poesías y novelas, los espacios no formales también son campo fértil para desplegar creatividad.

“La literatura suele quedar atada al espacio formal –dice la investigadora– donde se intenta ligarla a un fin utilitario. Generalmente no se permite cruzar la «frontera indómita», metáfora maravillosa a la cual alude la escritora Graciela Montes. En este contexto, lo primero que expresan los chicos es aburrimiento, cuando debería ser un espacio de creación y placer por excelencia. Por eso, en este aspecto es importante el rol que desempeña el adulto como mediador, en nuestro caso el docente”.

—¿Cuál es la importancia del docente en la transmisión de la literatura para niños?

—El docente aloja al niño en una dimensión de amparo, es una práctica subjetivante, en tanto permite el acceso al universo cultural otorgando recursos simbólicos. Por otra parte, media para que los chicos puedan apropiarse de los objetos y bienes culturales que forman parte del legado histórico de una comunidad. Este adulto debe tratar de instalar coordenadas de espacio y tiempo, introduciendo al niño en la lectura a través de la creación de un espacio escenográfico que abra ese mundo mágico. En este sentido, el rol del docente es muy importante porque habilita un espacio de encuentro con otros. La comunicación que se establece a través de la lectura y la escritura permite amparar a niños y niñas, los cuales muchas veces no tienen la posibilidad de transitar estos recorridos más allá de la escuela.

“La lectura y la escritura –sostiene Musumano– son dos procesos que coexisten. No sólo hay encuentros con autores, sino también, con la posibilidad de realizar una escritura creativa, en nombre propio. La vida está hecha de historias que pueden ser narradas, debemos recuperar los relatos orales de la comunidad para que permanezcan vivos y circulen materializados en cuentos y poesías. Esto es lo que nos incluye en una genealogía”.

—¿La literatura para niños que circula en las escuelas está referida a los clásicos o se han incorporado nuevos materiales?

—Generalmente conviven las dos, es muy importante que la literatura clásica esté presente. Durante mucho tiempo, los cuentos tradicionales tuvieron muy mala prensa, y resulta trascendente su recuperación en las aulas. En realidad, lo que aparece en estos materiales son los grandes temas de la existencia. Esto permite que el niño tenga herramientas para surcar con más fuerza su propia vida cotidiana. En las escuelas hay que trabajar en torno a la selección de una buena literatura, donde el debate no es entre clásicos y actuales sino en la calidad creativa y variada del material.

—¿La literatura para niños debe abordar valores?

—No se trata de trabajar con el tema de los valores. En todo caso, la cuestión es abrir una dimensión creativa de disfrute. Se trata de permitir el acceso a la buena literatura, que en tal caso, abra la posibilidad de la imaginación, de la fantasía y del acceso a otros mundos posibles. Es un viaje en barco que me lleva a navegar por mares misteriosos, sin rumbo ni cartografías. La utilización de la literatura con fines moralizantes no permite abrir a la creación. La escuela suele trabajar con esta impronta. Se trata de otra cuestión, es una dimensión placentera desde donde permitir imaginar e inventar.

“La escuela –dice la especialista– muchas veces estratifica el acercamiento a autores y lecturas de manera fragmentada, clasificando por grupos o edades, porque el sistema formal tiende a encasillar, encajonar y establecer cercos. En general, las instituciones están atravesadas por un paradigma homogeneizador y normalizador. La literatura es simplemente literatura. En tal caso, son niños y niñas que eligen aquello que le resulta atrapante o atractivo. Resulta relevante ofrecer posibilidades de acercamiento a la lectura, para que niños y niñas puedan optar entre una multiplicidad de opciones posibles”.

“Leer vale la pena –dice la escritora Graciela Montes–. Lectura a lectura, el lector –todo lector, cualquiera sea su edad, su condición, su circunstancia– se va volviendo más astuto en la búsqueda de indicios, más libre en pensamiento, más ágil en puntos de vista, más ancho en horizontes, dueño de un universo de significaciones más rico, más resistente y de tramas más sutiles. Lectura a lectura, el lector va construyendo su lugar en el mundo”.

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