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La cruzada de un médico contra la desnutrición

Por: Liliana Nartallo

En un país amplio y con tantos recursos como Argentina, el hambre no debería existir y mucho menos la desnutrición infantil. Hay un hombre, pediatra de profesión, que habiendo tenido la posibilidad de desarrollar una tarea exitosa en el viejo continente, un día se preguntó qué estaba haciendo allí mientras en su país había chicos con hambre. Volvió, le puso el hombro a su tierra y creó la Cooperativa para la Nutrición Infantil (Conin). Su nombre es Abel Albino.

Nacido en Mendoza, decidió y trabajó para que los chicos tuvieran una atención privilegiada. Su pensamiento se resume en estas palabras: “La principal riqueza de un país es su capital humano y si ese capital humano está dañado el país no tiene futuro”. El médico sostiene además: “La única debilidad mental que se puede prevenir, que se puede revertir y que es creada por el hombre, es la del desnutrido”. Claras palabras para una problemática que debe ser tratada con urgencia. La desnutrición o la mala nutrición de un niño en su primer año y medio de vida, causa estragos en el cerebro.

Ahora bien, ¿cómo nace y cuáles son las causas de este mal que afecta a tantos chicos en nuestro país? Podríamos comenzar por hablar de pobreza extrema. Hay gente que come lo que puede y cuando puede y que no tiene la posibilidad de brindarle a sus hijos las nutrientes necesarias para un buen crecimiento. Esto, acompañado de la falta de inserción laboral por la escasa capacitación, las familias sin legalizar, el problema del alcoholismo, el analfabetismo y las pésimas condiciones de higiene en que viven, son todos factores que convergen para que crezca la desnutrición infantil. La desnutrición no es sólo la falta de alimento, sino la sumatoria de factores de orden social y por lo tanto debe realizarse para combatirla un trabajo de educación donde se incluya al entorno familiar del niño. Esto es lo que hace Albino junto a la gente que lo acompaña.

En Argentina Conin lleva desarrollados 13 programas de prevención de la desnutrición (estimulación de lactancia materna, educación nutricional, escuela de capacitación agraria, seminario de lectoescritura, talleres de oficio para padres, ropero familiar, entre otros). Este modelo se está desarrollando en Gambia, África ecuatorial y se implementará en Zaire. ¿Cómo no catalogar de grande a un hombre que dejó las promesas de una vida exitosa, que regresó para hacer patria en su país y que tuvo la valentía y generosidad de hipotecar su casa cuando el proyecto era una idea? Dice Albino: “Soñamos con un gran país donde todos los niños puedan desplegar su potencial genético para tener, el día de mañana, igualdad de oportunidades. Un país en donde todos estemos 10 veces mejor. En donde los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y la comunidad toda trabajen juntos en pos de este ideal”.

Parece un sueño o una utopía; desde los gobiernos son muy pocos los que se ocupan del tema. Es lamentable, pero real. Están ocupados en metas personales, en ganar terreno en el Senado, en mantener el poder, pero no para el buen destino del pueblo. Albino no baja los brazos, sigue en su lucha y sostiene que hay que trabajar por un proyecto de Nación común que “iguale hacia arriba y no hacia abajo”. “El secreto del éxito es la constancia del propósito”, dice este médico comprometido con una niñez sin hambre y añade: “Tengamos un corazón borracho de ideales, sino nunca tendremos paz”.

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