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Impotencia de Occidente ante la crisis siria

En Siria prevalece la idea de buscar una solución política al conflicto iniciado hace 15 meses.

Hay una gran impotencia en Occidente para hacer frente a las matanzas que ocurren en Siria, aunque por ahora prevalece la idea de buscar una solución política al conflicto iniciado hace 15 meses.

Para algunos mandatarios, como el francés Francois Hollande, el presidente sirio Bashar al Assad constituye el “principal obstáculo” de la crisis, debido a su intransigencia con la oposición que demanda reformas democráticas a su gobierno.

Al Assad gobierna Siria desde 2000, tras la muerte de su padre Hafez que llegó al poder en 1971 mediante un golpe de Estado, con el apoyo de las fuerzas armadas, del partido socialista Baaz y de la minoría religiosa alauita, una rama chiíta del Islam.

La masacre de Houla, ocurrida el 25 de mayo, al oeste de Siria, y otros asesinatos sucedidos en los últimos días volvieron a provocar dudas sobre el plan de paz aplicado por las Naciones Unidas desde abril con la supervisión del enviado especial de ese organismo multinacional y de la Liga Árabe, Kofi Annan.

Estos crímenes han reavivado la idea de que el Consejo de Seguridad podría aprobar un ataque sobre Siria como ocurrió en mayo de 2011 en Libia para derrocar al dictador Muamar Kaddafi, medida que es rechazada tajantemente por Rusia, China y Alemania que se inclinan por una solución política.

Hollande también ha variado su posición en las últimas horas, ya que el martes pasado (durante una entrevista con cadena France 2) había manifestado su apoyo a una intervención militar si ésta era aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero luego de que el consejo de derechos humanos de la ONU condenara ayer al régimen sirio, Hollande se pronunció a favor de que se aprueben más sanciones contra Al Assad con el fin de buscar una “solución política” a la crisis.

Asediado por críticas internacionales, el gobierno sirio señaló que la matanza de Houla –en la que murieron 108 personas, entre ellas 34 mujeres y 49 niños– fue cometida por entre 600 y 800 “terroristas internacionales” con el fin de provocar una intervención extranjera en Siria, según un estudio preliminar, informó el brigadier Kassem Jamal Suleiman.

Esta matanza y otras cometidas en los últimos días volvieron a encender la alarma sobre Siria, donde según la ONU murieron unas 10.000 personas desde que se inició una revuelta contra Al Assad, en el marco de la llamada Primavera Árabe, en su mayoría víctimas de la represión gubernamental.

Por su lado, el gobierno sirio señala que murieron 2.500 militares y agentes del orden público y por los menos 3.200 civiles.

Algunos analistas creen, sin embargo, que Al Qaeda está enlazada con grupos jihadistas que tienen lazos tribales en la provincia iraquí de Anbar y fanáticos de la Libia posterior a Kaddafi.

Para el presidente norteamericano, Barack Obama, parece que hay un límite para ordenar una intervención militar: Srebrenica, donde en 1995 murieron 8.000 bosnios musulmanes a pesar de que eran custodiados por unos 400 cascos azules holandeses.

Obama suele decir que con la intervención militar en Libia –apoyada en especial por Francia y el Reino Unido– su gobierno hizo frente a una crisis humanitaria mucho más decisiva que la que enfrentaron sus antecesores, señaló el analista Peter Baker en un artículo publicado en The New York Times.

“Con las tropas retirándose de Irak y aún en Afganistán, el presidente rechaza dedicarse a una nueva acción militar, especialmente con poco respaldo, incluso entre los grupos de derechos humanos”, dijo Baker.

En Siria se está jugando también una parte de la campaña presidencial estadounidense, dado que el candidato republicano a la presidencia Mitt Romney criticó al presidente Obama y respaldó armar a los rebeldes, durante una entrevista con la cadena Fox News.

Previamente, Romney dijo en San Diego que “después de un año y medio de asesinatos, ya se hace tarde para que Estados Unidos empiece a dirigir el final del régimen de Bashar al Assad”.

Hay otros actores en esta crisis como el presidente ruso, Vladimir Putin, quien se reunió en Berlín con la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, y remarcó que Moscú no apoya al gobierno sirio ni a ninguna de las partes en conflicto que están llevando al país al borde de la guerra civil.

Rusia, que junto a China vetó un proyecto en el Consejo de Seguridad de la ONU para intervenir en Siria, tiene una buena relación con este país, donde posee un destacamento naval en Tartus, sobre el mar Mediterráneo.

Alemania, el principal socio europeo de Francia, se opone a una intervención militar en Siria, ya que su objetivo “es prevenir que las acciones militares se extiendan en la región”, declaró el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Guido Westerwelle.

Lo cierto es que ni el gobierno sirio ni los rebeldes –que se cree reciben armas de varios países, entre ellos Arabia Saudita– han respetado el alto el fuego acordado con la ONU a mediados de abril.

El gobierno sirio es observado por organismos humanitarios por la supuesta violación de los derechos humanos.

Para estos casos, la historia tiene algunos ejemplos contundentes: Saddam Hussein, cuyo gobierno fue derrocado tras una invasión estadounidense en 2003, fue condenado a la horca por su responsabilidad en la muerte de 148 chiítas en la localidad de Duyail en 1982.

Y el 30 de mayo pasado, el ex presidente liberiano Charles Taylor fue sentenciado por un tribunal de la ONU a 50 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad cometidos en Sierra Leona durante la década del 90.

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