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Reflexiones

“Hola, soy Mauricio”, para lograr empatía

Macri lanzó campaña de llamadas telefónica y visitas a hogares perzonalizadas.


Hola, soy Mauricio Macri, ¿cómo le va? Como en un ritual, Macri debe agotar los minutos siguientes a convencer a su desprevenido interlocutor que es quien dice ser, Mauricio Macri, el jefe de Gobierno porteño, el candidato presidencial y que lo llama, así, sin preaviso, a su casa para hablar con él.

Las llamadas telefónicas a casa de familia, sin intermediarios, secretarios privados ni testeos previos, forman parte de un menú de microcampaña que el jefe del PRO sistematizó en las últimas semanas y que, dicen en Bolívar 1, pudo contribuir al repunte que estos meses el porteño registró en las encuestas.

En paralelo, los “Hola, soy Mauricio Macri” tienen un formato web. El jefe de Gobierno envía mensajes por inbox a usuarios de Facebook de una ciudad determinada en los que se presenta y les pregunta si les interesa sumarse a su cruzada presidencial. Esos contactos pueden, más adelante, derivar en el recurso estrella: una visita de Macri a una casa particular, a visitar a una familia, a almorzar o tomar mate, sin funcionarios ni colaboradores, sólo los infaltables fotógrafos y camarógrafos.

Macri ya lo hizo en Mendoza, Corrientes, Junín (en la provincia de Buenos Aires) y San Juan, entre otros destinos. En todos los casos hubo mensajes spam vía Facebook. De los que respondieron, el equipo que coordina Marcos Peña hizo una preselección y tras un seguimiento se eligió a una familia para la visita doméstica. Se trata, en esos casos, de apariciones estudiadas para evitar inconvenientes en las que se combinan el sistema de Peña, gestor del formato Facebook, y el esquema territorial que pilotea Emilio Monzó.

De hecho, como parte de una bajada a un territorio, se arma la visita a una familia que por precaución es casi secreta: no se avisa a la prensa local que Macri estará con la familia elegida o, cuando se anticipa, no se difunde la identidad de los anfitriones. Ayer Macri llegó a la casa de unos vecinos de La Matanza, aunque no se anticipó ni siquiera en qué barrio.

Cercanías

La microcampaña macrista tiene un objetivo preciso: establecer cercanía entre el candidato y los vecinos y, en esa línea, generar empatía, el principal problema que asoma en los focus sobre la figura de Macri. “Tiene buena imagen, mide muy bien la gestión en la ciudad pero la intención de voto está lejos de los otros dos números”, detalló uno de sus operadores.

El desacople entre imagen del dirigente y de la gestión con intención de voto se detectó ostensible y enorme en la provincia de Buenos Aires, donde, según los datos del PRO, Macri ronda los 50 puntos de imagen positiva pero sólo 10 en intención de voto.

Las cifras son de principios de 2014 y se muestran ahora para contrarrestarlas con la remontada de Macri, en particular, entre los votantes bonaerenses. El factor esencial de la distorsión entre imagen e intención de voto es que a los electores les cuesta ver a Macri como alguien que se hará cargo de sus problemas cotidianos.

La microcampaña de las últimas semanas tuvo el objetivo de establecer proximidad. Eufóricos, los macristas relatan que el jefe del PRO creció 6 puntos a nivel nacional que le arrebató, casi en su totalidad, al diputado Sergio Massa.

El modelo de campaña continuará durante los próximos meses. De acá a fin de año, Macri planea desembarcar en 70 ciudades de más de 50 mil habitantes. El mapeo del PRO refleja que en un universo de 100 ciudades vive el 75 por ciento de los votantes.

Ese universo será la prioridad en la campaña, pero sin descuidar las localidades más chicas, donde viene aplicando otro ítem de la microcampaña que consiste en brindar entrevistas telefónicas a radios de pueblo. No es un invento macrista: Bill Clinton lo usó, con éxito, en su campaña presidencial. En formato criollo, lo aplicó Eduardo Duhalde en 1999 y lo sistematizó en 2009 Francisco de Narváez.

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