El carácter de fiesta popular que marca el Festival de Teatro de Rafaela (FTR), desde sus comienzos hace una década, se ratificó el martes por la tarde en las calles de la ciudad, en particular en el céntrico bulevar Santa Fe, donde miles de rafaelinos se juntaron puntualmente a las seis de la tarde para acompañar el recorrido del desfile de apertura con Rodafonio, de César Álvarez y Andrea Cerchiaro, por Factoría Circular, una compañía de teatro callejero que junta a artistas de Argentina, España y Colombia y que utiliza un gran tótem callejero móvil que incluye tres músicos que tocan en vivo en pleno recorrido, al tiempo que el singularísimo aparato opera una serie de acciones de gran atractivo, con el condimento de que aporta, sobre todo, su notable originalidad.
Poco después, durante el acto inaugural que tuvo lugar en el Cine Teatro Belgrano, donde también se ofreció con entrada gratuita y para más de mil doscientas personas el ya clásico pero intacto espectáculo de nuevo circo Sanos y salvos, de Gerardo Hochman, por Compañía La Arena, habló el secretario de Cultura de la Municipalidad de Rafaela y gran mentor y programador de este encuentro, Marcelo Allasino, en el marco de una serie de discursos donde también tuvieron su momento el vicegobernador de la provincia, Jorge Henn; el director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro (INT), Guillermo Parodi, y el intendente de Rafaela, Luis Castellano.
Antes de las palabras de Allasino, quien se llevó el aplauso más cálido de la noche, el crítico teatral Roberto Schneider, prosecretario de redacción del diario El Litoral de Santa Fe y vicepresidente del Círculo de Críticos de las Artes Escénicas de la Argentina (Critea), hizo entrega de una placa recordatoria por los diez años del encuentro y expresó: “Este festival es un fenómeno y, a la vez, es fenomenal”, y fue el primero en hacer mención a Sebastián Zoppi (poco después se proyectó un video en su homenaje), actor e integrante del equipo organizador del FTR fallecido recientemente.
Con la presencia de otras autoridades provinciales y nacionales, y los intendentes de las subsedes participantes del encuentro, Ataliva, Ramona, Suardi, Pilar, Clucellas, Colonia Aldao y Morteros, Allasino habló del recorrido llevado adelante en este tiempo: “Desde el principio estuve cerca de cada una de sus concreciones, fui espectador de todos sus actos inaugurales, y escuché a gobernantes y funcionarios locales, provinciales y nacionales que compartieron miradas, visiones, sueños, y también dieron cuenta de hechos históricos para la cultura local. En las dos últimas ediciones tuve el honor y la responsabilidad de dirigirme a ustedes para hablar, desde mi rol de funcionario público, sobre proyectos y realizaciones. Es decir: fui testigo y protagonista de palabras y de hechos”. Y completó: “Compartir mi mirada sobre este fenómeno en el que se ha convertido el festival, en este contexto tan particular de celebración, no me resulta nada fácil. Pero las acciones son tan claras y evidentes que ellas mismas conforman los fundamentos y las razones que lo constituyen y lo hacen posible. Pienso en cómo el teatro, renovando sus convenciones formales y ficcionales, nos sigue reuniendo masiva y apasionadamente, como esta noche, en busca de sensaciones e ideas para compartirlas colectivamente. Esa búsqueda de sentido más allá de lo que acontece en el momento irrepetible de la escena, mantiene vivo al teatro y lo hará mientras seamos estas criaturas imperfectas en busca de verdades que nos trasciendan”.
Poéticas diversas
Finalmente, luego de dos meses de ensayos, y en la continuidad de la programación de la jornada inaugural, listado que hasta el domingo ofrecerá más de 70 funciones de 32 espectáculos, tuvo su estreno oficial Proyecto LANDIA, texto premiado por Iberescena del cordobés Ariel Dávila, con dirección de su coterráneo Gonzalo Marull y un elenco íntegramente santafesino. Se trata de la primera coproducción que el Teatro Nacional Cervantes crea en Rafaela, una propuesta híbrida entre el texto original y la siempre manifiesta y profusa poética de Marull, donde se describen en tono político los entretelones de un grupo de personas que crearon un nuevo Estado, con lo arbitrario y azaroso que el hecho disparó (bandera, himno, religión e ideologías mediante), y donde un grupo de actores vocacionales son, en el presente, convocados para contar esos hechos. Allí Marull, al estilo de Pirandello, ironiza sobre el rol del actor, los límites difusos de la representación y el avance y las contradicciones de las nuevas tecnologías.
Para cerrar la jornada, la elegida fue la instalación teatral Yo te vi caer, de Santiago Loza, quien además participa del espectáculo como lector de sus propios textos junto a la extraordinaria bailarina Diana Szeinblum, quien además actúa y propone un desgarrador relato acerca de la caída como instancia del vacío existencial, apelando a la profundidad de lo escrito por Loza, sin duda entre los mejores dramaturgos contemporáneos argentinos, quien, como es su costumbre, apela a una melancolía intensa que aquí se vuelve áspera, en el contexto de una construcción poética que se apoya, además, en breves proyecciones que hacen a la estructura dramática de este bello y poético espectáculo dirigido por la también actriz Maricel Álvarez.
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