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Esto que nos ocurrió

El indio noble que marcó una época

Un día como hoy, de 1930, debutaba en un diario porteño el primer gran héroe gráfico de la Argentina: el cacique Patoruzú.


El sábado 27 de septiembre de 1930 debutó en las páginas del diario porteño La Razón un personaje de historieta que se convertiría en el primer gran héroe gráfico de la Argentina: el indio Patoruzú.

Creación del dibujante Dante Quinterno, aquel aborigen patagónico de gran nobleza y sensibilidad humana sustentada por un fuerte carácter masculino había nacido en realidad dos años antes, en octubre de 1928, en Crítica (el diario del periodista y empresario uruguayo Natalio Botana que contribuyó activamente a la realización del primer golpe de Estado en la Argentina, el del 6 de septiembre de 1930 contra el presidente radical Hipólito Yrigoyen).

Por entonces Quinterno (de 19 años de edad) dibujaba las “Aventuras de Don Gil Contento”, una típica tira cómica que contaba las peripecias de un porteño piola.

En el libro Patoruzú (Biblioteca Clarín de la Historieta, 2004), Diego Accorsi y Lucas Varela cuentan que el personaje de Gilito nunca habría pasado a la historia si no hubiera recibido una carta de su tío desde Chubut en la que le confiaba el cuidado de un indio tehuelche ingenuo y noble con un nombre estrambótico: Curugua-Curiguagüigua.

Así, el miércoles 17 de octubre de 1928 se publicó en Crítica un anuncio bajo el título: “Don Gil Contento adoptará al indio Curugua-Curiguagüigua” con algunos dibujos del personaje en cuestión.

Anunciado y haciéndose esperar hasta el viernes 19, finalmente debutó el indio que cambiaría la historia de la historieta argentina.

Pero Muzio Sáen Peña, periodista director del diario El Mundo, quien ayudaba al joven Dante Quinterno en sus primeros pasos como artista, le advirtió: “Con ese nombre no va a ningún lado. Debe ser un nombre criollo, pegadizo, como la pasta de orozú”.

Por eso, en el primer cuadro, apenas el indio baja del tren, Gilito le cambia el nombre y lo llama Patoruz, adaptando el nombre de esa oscura golosina que se vendía en las farmacias por aquellos años.

Con todo, sin muchas explicaciones, al día siguiente, el sábado 20, Don Gil Contento, Patoruzú y su avestruz Carmela protagonizan una página completa y desaparecen para siempre del diario. Había sido debut y despedida.

Hasta que, el sábado 27 de septiembre de 1930, Dante Quinterno decidió intentar nuevamente el truco del indio heredado pero esta vez en la tira “Don Julián de Montepío” que se publicaba en La Razón.

La trama no varía mucho de la de su primera aparición: ahora el avestruz es Lorenzo, un macho, y como esta vez la aventura puede continuar Julián se saca de encima el animal en un restorán.

En agosto de 1931 la tira pasó a llamarse oficialmente “Patoruzú” y la tirada del diario fue en aumento, a la par de la popularidad del cacique.

El 11 de diciembre de 1935 Patoruzú se mudó a las columnas del diario El Mundo, donde comenzó una era gloriosa para la tira, incorporando toda una galería de personajes fabulosos que le reportarán un éxito impresionante: la Chacha, madre del protagonista; su hermano Upa; su hermana Patora; Ñancul, capataz de la estancia que Patoruzú poseía en la Patagonia; Isidoro Cañones, el padrino play boy; el severo coronel Cañones, tío de Isidoro, y Pampero, el caballo de Patoruzú, entre otros.

Todos estos personajes tuvieron posteriormente una versión infantil, encabezada por Patoruzito, la historieta del cacique durante su niñez.

Patoruzú era un indio tehuelche y tenía el pelo hasta los hombros, con una vincha en la frente que sostenía también una pluma. Vestía poncho, un pantalón arremangado con dos boleadoras colgando de la cintura y sandalias de dos tiras que cruzaban su empeine. Cuando la ocasión lo indicaba, exteriorizaba su nobleza y generosidad regalando a quien lo necesitara un gran toco de patacones, para disgusto de Isidoro.

En noviembre de 1936 se lanzó y se agotó de inmediato la revista Patoruzú, que inicialmente reimprimió las primeras tiras del diario El Mundo y luego presentó nuevas andanzas.

El 15 de diciembre de 1973, Quinterno lanzó otro golazo editorial: el Libro de Oro de Patoruzú, un anuario de 164 páginas, muchas de ellas a color.

Estas ediciones especiales aparecían siempre a fin de año y eran esperadas por el público como un rito navideño. Allí colaboraban los mejores historietistas del país. La tapa de ese número especial, que era lo último que se entregaba al taller, era creación exclusiva de Dante Quinterno (aunque a veces convocaba a su mejor equipo de dibujantes para realizarla). El Libro de Oro ofrecía gran cantidad de páginas con humor y notas diversas, y presentaba episodios de Patoruzú, Isidoro, Don Fierro y Tara Service. El último número del Libro de Oro de Patoruzú apareció en diciembre de 1984.

Admirador del estadounidense Walt Disney, Dante Quinterno se lanzó a la aventura de animar a Patoruzú a principios de los años 40.

El argumento escogido era una adaptación de los hechos acaecidos en una tira cuando el gitano Juaniyo secuestró a Upa. Para rescatarlo, Patoruzú primero venció a un oso y luego derrotó a golpes al gitano.

Upa en Apuros, un verdadero clásico de la animación argentina, sufrió una ajetreada producción debido a la alta calidad de su realización gráfica y la utilización del color, siendo el primer dibujo animado local en Technicolor.

Esta faraónica empresa trajo aparejados altísimos costos, graves pérdidas económicas y un estreno pospuesto del 21 de abril al 20 de noviembre de 1942, en el porteño cine Ambassador, durante el estreno de La guerra gaucha. El brillante corto de 12 minutos de duración fue producido y dirigido por el propio Quinterno.

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