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Prisión

Confirmaron una condena por un homicidio en Villa Banana

El acusado tiene 27 años y era famoso en la zona oeste por tener a maltraer a vecinos de tres barrios.


Un muchacho de 27 años pasará 9 años en prisión por el crimen de un joven de 23 ocurrido la noche del 5 de enero de 2013 en un pasillo del precario asentamiento que se levanta en Rueda y las vías, de Villa Banana. El tribunal de Apelación presidido por los magistrados Adolfo Prunotto, Otto Crippa García y Daniel Acosta confirmó la sentencia del juez Luis Mascalli que condenó a casi una década de cárcel al imputado por homicidio calificado por el uso de arma de fuego, delito que se acumuló al proceso de resistencia a la autoridad y cohecho.

Poco después de las 21 del sábado 5 de enero de 2013, Guillermo Gabriel Berón, de 23 años, caminaba con un sobrino por un pasillo de Rueda y las vías, de zona oeste. Berón no llegó a pisar la vereda de Rueda porque dos jóvenes le cortaron el paso y, sin decir una palabra, abrieron fuego tres veces. Una de las balas calibre 22 hizo blanco en la pierna y otra le atravesó el estómago. El sobrino recobró el aliento cuando los atacantes huyeron del lugar y buscó a su familia para que ayudaran a su tío malherido.

Los padres cargaron en un auto a Berón, pero llegó muerto a la guardia del Heca.

La acusación contra Ricardo Ernesto Insaurralde surgió el mismo día del crimen. El sobrino del fallecido dijo que había sido Ricardito o uno de Los Soto. Para el barrio esa declaración fue peor que hubiera dicho su nombre, apellido y DNI. Es que el acusado junto a su primo y tres cómplices eran conocidos en al menos tres asentamientos precarios por sus robos, el cobro de peaje y hasta dos homicidios, que cometieron cuando eran menores de edad.

En el caso Berón no se conoció el motivo del ataque que fue enmarcado como un ajuste de cuentas, porque tanto el muerto como el homicida vivían cerca y compartían abultados prontuarios. Para esa fecha, Berón tenía un pedido de captura del juzgado de Sentencia y a Insaurralde le achacaban la autoría en más de 18 causas penales que iban desde tentativa de robo a homicidio.

El acumulado

“Jefe, no me arruine. Vamos a un arreglo que tengo una boleta”, suplicó Ricardito sobre el proceso que se le abrió el año pasado y se le acumuló en esta condena por resistencia a la autoridad, cohecho y lesiones en accidente de tránsito. Los policías no hicieron caso al pedido del joven porque en su afán de evadir el control vehicular había dejado tirado a tres uniformados. Lo llevaron a la seccional y ahí le saltó que tenía una orden de captura desde hacía 6 meses.

Los Soto

Ricardito y su primo Víctor S. nacieron y crecieron en Villa La Boca. Desde que entraron en la adolescencia se hicieron conocidos entre los vecinos de Villa Banana, San Francisquito y Avellaneda Oeste porque con tres compinches comenzaron a robar y a cobrar peaje a los proveedores de la zona.

En las crónicas policiales aparecieron tres años más tarde. Fue en 2005, cuando a los primos les faltaba muy poco para cumplir la mayoría de edad y quedaron detenidos acusados de ser los protagonistas de dos crímenes que se cometieron con muy pocos días de diferencia.

El 19 de julio de 2005, Gustavo “Popó” Muñoz, de 17 años, fue asesinado a tiros luego de que se cruzara con Víctor y Ricardito en la esquina de Virasoro y Castellanos. Ese día, algunas personas deslizaron que el móvil del crimen de Popó fue porque “había puteado a la madre de Víctor”.

El asesinato de Rodi Antonio Rodríguez, un joven paraguayo de 22 años pasó 6 días después, el 25 de julio, en Lima y Amenábar. Ese día, los primos le dieron el tiro de gracia porque le quisieron robar la bici y Rodi les dijo que no se la saquen porque los conocía.

La seguidilla de denuncias y los dos crímenes dieron el alerta a las autoridades y los Soto cayeron. Ricardito fue apresado el 27 julio, el 28 de ese mismo mes fue el turno de su primo Víctor y el 29 de agosto quedaron detenidos sus compinches, Tito, que era menor, junto a Peka y Fena.

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