La calma y tranquilidad retornaban lentamente a las ciudades chilenas, en un panorama con constantes réplicas, rumores de saqueos y despliegue policial y militar que dejó el terremoto, que golpeó al país el pasado sábado.
Aunque cientos de pobladores aún pasaron la noche en las calles para evitar los robos de sus bienes, el retorno de los servicios básicos, principalmente la electricidad, calma el golpeado ánimo para enfocarse en la reconstrucción, informó la agencia DPA.
En las regiones de Biobío y Maule, las autoridades realizan balances positivos de la presencia militar y la aplicación del toque de queda.
“Los resultados en términos de seguridad han sido muy auspiciosos. No registramos hechos de delincuencia, pillaje, saqueos”, dijo en una entrevista televisiva José Tohá, intendente del Biobío.
En tanto, el ministro de Obras Públicas chileno, Sergio Bitar, aseguró que el país presenta conectividad total, lo que empezará a normalizar el traslado de pasajeros desde Santiago hacia las zonas afectadas.
“No hay ninguna zona (continental) afectada a la que no se pueda llegar por tierra. Todo está conectado, especialmente las zonas más preocupantes”, dijo el funcionario a radio Cooperativa.
Una de las mayores preocupaciones para las autoridades son las más de 500.000 viviendas que presentaron daños graves ante el terremoto, principalmente, los edificios con fallas estructurales que son inhabitables.
Los desalojos por el mal estado en que quedaron las viviendas continúan, mientras la ministra de Vivienda, Patricia Poblete, viajará hoy hacia las regiones que fueron el epicentro del terremoto de magnitud 8,8 en la escala de Richter.
“Las responsables son las empresas constructoras”, repitió incasablemente Poblete, quien añadió que “los propietarios tienen derechos y tienen que hacerlos respetar”.
El derrumbe más emblemático fue el del edificio de 14 pisos que colapsó en pleno centro de Concepción, donde los equipos de rescate trabajan en turnos de 24 horas para sacar a los últimos sobrevivientes.
Según los datos más actualizados entregados por el capitán de bomberos Juan Carlos Subercaseux, entre siete y diez personas continúan atrapadas.
En tanto, las ciudades poco a poco regresan a la calma y la distribución de ayuda continúa, a la vez que se emprendían actividades solidarias en los sectores que no sufrieron daños graves para ayudar a reconstruir un país devastado.
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