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Reflexiones

Caló resiste y complica acuerdo por CGT única

Presionado por los grupos mayoritarios de su central obrera y por el sector a cargo de Hugo Moyano para incorporarse a un proceso de reunificación, decidió resistir hasta último momento, rodeado de un núcleo de aliados con algunos gremialistas de peso.


Antonio Caló atraviesa momentos clave para su futuro como dirigente de la CGT.

Presionado por los grupos mayoritarios de su central obrera y por el sector a cargo de Hugo Moyano para incorporarse a un proceso de reunificación, decidió resistir hasta último momento, rodeado de un núcleo de aliados con algunos gremialistas de peso.

Su firmeza, que ensombrece los planes del próximo gobierno de lanzar un acuerdo social, se pondrá a prueba la semana que viene, cuando habrá primero una reunión del Consejo Directivo de la CGT hoy oficialista, y luego un plenario de gremialistas de todas las versiones de la organización para definir el rumbo de la fusión.

Los sindicalistas más próximos al jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) fueron concluyentes. Dijeron que la decisión de no concurrir al plenario convocado para el viernes que viene ya fue tomada. E insistieron con que el mandato de Caló al frente de la CGT culminará en octubre próximo, y que hasta entonces no se bajará del cargo. Esa determinación, de mantenerse, pondrá a los negociadores de la unidad ante la disyuntiva de aguardar hasta entonces, incluso cuando todos tienen resuelto apurar la fusión, o avanzar en ese proceso incluso a riesgo de no contar en una próxima CGT con organizaciones emblemáticas como UOM, los mecánicos del Smata o la Unión Ferroviaria.

El escenario de mantenimiento de la ruptura no debería preocupar demasiado a Moyano, que mantuvo su fracción de CGT vigente en los últimos tres años sin aliados con gremios multitudinarios a cargo. Sin embargo, la condición estratégica de los camiones en la economía, sumada a la alianza que estableció el dirigente este año con los referentes de los gremios del transporte agrupados en la CATT, le bastaron para retomar, incluso antes de la asunción de Mauricio Macri, su rol de interlocutor privilegiado para el poder político, que había perdido con Cristina de Kirchner.

Quienes sí sufren con la negativa de Caló y con el ascenso de Moyano por igual son los jefes de los gremios más numerosos en afiliados de la CGT tradicional. Son los “gordos” Armando Cavalieri (Comercio) y Carlos West Ocampo (Sanidad), y los “independientes” Gerardo Martínez (albañiles, Uocra), Andrés Rodríguez (estatales de UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), que propician la unidad más amplia posible con dos objetivos: negociar los mayores beneficios de parte de los funcionarios de Macri (fondos para obras sociales, protección para el modelo sindical) y, eventualmente, presionar sobre la nueva administración en un potencial escenario de ajuste.

Desde ambos sectores harán un último intento por incorporar a Caló, Omar Viviani (taxistas), Sergio Sasia (ferroviarios), Guillermo Moser (Luz y Fuerza) y a otros gremialistas el martes próximo, en una reunión del Consejo Directivo de la CGT reconocida. Cerca de Viviani, que lidera un grupo numeroso de sindicatos bajo el sello de Movimiento de Acción Sindical Argentino (Masa), avisaron que ninguno de ellos aceptará ir al plenario del viernes, que se presume será el paso previo a la convocatoria de un Congreso normalizador de la central obrera en algún momento de 2016.

En cambio, están garantizadas las presencias de “gordos”, “independientes”, Moyano y sus aliados, y de los jefes de la CATT. Los dos últimos sectores, a diferencia de los primeros, llegarán más fortalecidos que nunca. El camionero fue recibido antes que nadie por Macri en pago por su casi apoyo durante la campaña electoral. Los gremios del transporte, en tanto, ya tuvieron su encuentro la semana pasada con el futuro ministro del área, Guillermo Dietrich, quien les prometió una gestión de puertas abiertas para sus inquietudes.

En paralelo, seguirán con atención los pasos de los dirigentes desde el equipo de Macri, en particular el próximo ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y su segundo, Ezequiel Sabor.

Ambos confirmaron que el futuro mandatario intentará poner en marcha apenas asumido un acuerdo social de precios y salarios, lo que requerirá de una disciplina sin fisuras en el movimiento obrero organizado.

La división todavía vigente en tres de la CGT y de dos en la CTA no parece el mejor escenario para un entendimiento de cúpulas. “Vemos con buenos ojos el proceso de unidad de la CGT”, dijo por radio durante el fin de semana el sucesor designado de Carlos Tomada en la cartera laboral.

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