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Brasil: dudas sobre su efectiva recuperación

El gobierno de Dilma se debate, según algunos especialistas en economía, entre más crecimiento o más inflación.

El gobierno brasileño espera que el clima de cierto “pesimismo” económico en el vecino país comience a revertirse, aunque recién cuando se inicie el segundo semestre, en el marco del dilema entre más crecimiento o más inflación sobre el que se mueve la gestión de Dilma Rousseff.

Esta semana, un cable de la agencia internacional Reuters citó a una fuente gubernamental para afirmar que hasta junio la economía no crecerá con fuerza y que la inflación continuará “elevada”.

Esa situación, se evaluó en la pieza periodística, llevó en Brasil a una anticipación del debate electoral de 2014.

La gestión del Partido de los Trabajadores espera revertir ese cuadro de bajo crecimiento a partir de julio, cuando el gobierno dé fuerte impulso a obras de infraestructura –muchas requeridas por los próximos megaeventos como el Mundial y los Juegos Olímpicos–, entre ellas autopistas y aeropuertos.

Las estimaciones privadas hablan de un crecimiento del PIB brasileño del 3 por ciento para este año, aunque las más pesimistas marcan un 2,8, cuando en algún momento el consenso se ubicaba en 3,5.

La inflación anual, en tanto, acumula un 6,6 por ciento, dos puntos por encima del techo del 4,5 que había previsto el gobierno.

En ese contexto, esta semana trascendió a través de la prensa un almuerzo entre Dilma, Lula Da Silva y el ministro de Educación, Aloizio Mercadante, en el que se analizaron las estrategias y políticas de alianzas del oficialismo brasileño de cara a las próximas elecciones.

A nivel económico, salió hace pocos días por cadena nacional a afirmar que “nunca” bajará los brazos contra la inflación, mientras sectores de la oposición se centran en las subas de precios para atacar al gobierno.

“Es más que obvio que el gobierno no va a descuidar nunca el control de la inflación; esta es una lucha constante, inmutable, permanente: no abandonaremos jamás los pilares de nuestra política económica”, aseveró la jefa de Estado.

Esa decisión se concretó con el aumento de las tasas de interés concretado el mes pasado, pese a que el gobierno había prometido evitar ese tipo de medidas que caen mal en sectores concretos de la economía porque hace que se deriven fondos a la especulación financiera en lugar de a la inversión productiva.

Roberto Frenkel, un economista que integró el equipo económico de Raúl Alfonsín explicaba de manera concisa la situación del vecino país en declaraciones recientes al sitio de internet del diario español El País. “Brasil está en el intríngulis entre crecimiento e inflación. El crecimiento de Brasil es muy bajo, cayó mucho respecto de 2010 y no puede crecer más. No hay suficiente inversión porque ha perdido competitividad. El atraso cambiario cobra peaje y uno no puede ver cuándo termina de cobrarlo”, evaluó.

Por su parte, la mandataria brasileña convocó esta semana a mantener el nivel de empleo pero a reducir los costos del trabajo para aumentar la competitividad, aunque sin tampoco eliminar lo que denominó “conquistas sociales”.

“Brasil tiene que tener una meta colectiva, un compromiso con la competitividad. Tenemos que tener ese compromiso sabiendo que no es necesario dejar de lado las conquistas sociales ni mucho menos la estabilidad económica que conquistamos a duras penas en este país”, aseguró.

Advirtió que su gobierno no está pensando en “reducir el empleo” pero que tiene la obligación de “reducir el costo del trabajo”.

En el marco de esa fina cornisa, de esas disyuntivas es que avanza Brasil, un socio comercial y político clave de la Argentina, lo que revela a su vez las dificultades que atraviesa la región en un contexto global muy cambiante.

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