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Becas que apuntan a la inclusión

Seis jóvenes aborígenes de Resistencia se sumaron a los 45 ya incluidos en un programa de becas que les permite estudiar en distintas facultades de la UNR. El beneficio les ayuda a afrontar los gastos que les demanda vivir en Rosario.


Un grupo de estudiantes de la comunidad de pueblos originarios proveniente de Resistencia, la capital chaqueña, resultó beneficiado con el otorgamiento de becas para continuar sus estudios en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Se trata de seis nuevos ingresantes (recuadro) que se suman a los 45 ya incluidos en el Programa Intercultural para Pueblos Originarios, que contribuye al desarrollo académico de estudiantes tanto de Rosario como de otros puntos del país.

El programa, suscripto en 2011, busca facilitar el acceso a la universidad a aquellos estudiantes que sean descendientes de pueblos originarios. “En primer lugar trabajamos fuertemente con las comunidades radicadas en la ciudad pero después se llegó de manera muy rápida a otras provincias como Chaco, Jujuy o Salta. Hoy tenemos varios grupos de estudiantes que se contactan con nosotros para venir a estudiar acá, a pesar de la distancia”, comentó a este diario Gervasio Solari, secretario de Bienestar Estudiantil de la UNR.

La beca consiste en un aporte fijo de mil pesos mensuales por ingresante para afrontar gastos varios, aunque en el caso de estudiantes que provienen de afuera de Rosario ese monto se incrementa en 600 pesos más para cubrir otros costos. Este dinero es “un monto genérico” que puede ser utilizado a criterio por los estudiantes, no precisamente para la adquisición de materiales o para pagar el transporte. En otras palabras, se trata de “un incentivo para que puedan progresar académicamente y no abandonen la carrera”.

Accesoriamente, este beneficio otorgado por la casa de altos estudios se ve fortalecido por el aporte de los gobiernos locales, que también hacen sus contribuciones. “Ayudan mucho en la parte socioeconómica porque, si bien el programa cubre determinados gastos, no es una beca que posibilite afrontar todos los que implica mudarse desde el Chaco”, admitió Solari.

El programa incluye también cuestiones de apoyo académico, a cargo de estudiantes y docentes de las mismas carreras elegidas por estos cursantes, y otras acciones que van en paralelo para fortalecerlos en ese salto tan grande que existe entre el nivel secundario y el universitario.

“Son tutorías de pares de su propia carrera que los ayudan en cuestiones académicas y sociales. Tenemos grupos de docentes, que les hacen de apoyo, y reuniones periódicas en la Secretaría para que ellos se sientan un poco más respaldados”, agregó el funcionario.

Todos adentro

Solari contó con orgullo que “por el momento se pudo cubrir a todos los que se han presentado” a la beca desde que se otorga.

Para renovarla sus beneficiarios deben cumplir ciertos requisitos, al igual que cualquier otro estudiante, lo que implica aprobar dos materias en el año de cursado.

Para este año se habían aceptado diez solicitudes, no sólo las correspondientes a estos seis casos, pero no todos los que las gestionaron pudieron ser admitidos en las facultades donde querían cursar ante la imposibilidad de extender el plazo límite de inscripción.

Preparándose para ayudar en su ciudad natal

Los seis nuevos estudiantes fueron inscriptos en tres carreras distintas: Gonzalo Gastón en profesorado de portugués, Nélida González en Ciencia Política y Emilse González, Mercedes Vargas, Aldana Toledo y Ana Laura González en Trabajo Social. Sin embargo, todos ellos, que se conocen desde muy chicos del barrio en que viven en Resistencia, persiguen el mismo objetivo: completar sus estudios para regresar luego a su ciudad natal y ocupar el rol de educadores de las nuevas camadas de jóvenes.

Ana Laura eligió su carrera para ayudar en la capital chaqueña porque –asegura– en Resistencia hay poca gente que se dedica a esta profesión. “Queremos terminar nuestros estudios para después volver y ayudar a la comunidad. Es más, nos están pidiendo que por favor regresemos”, soltó acompañando el comentario con una carcajada.

En igual sentido, Gonzalo, que según sus compañeras es “el hombre de la casa” (en referencia a la residencia universitaria donde están ubicados), y Nélida, sentada frente a una enorme pila de fotocopias, aseguran que cuando vuelvan a pisar suelo chaqueño se desempeñarán en el área de la educación para ayudar y devolverles algo del sacrificio que muchos jóvenes realizan para poder recibirse.

“Conocemos muchos casos de gente que hace hasta lo último para terminar una carrera y muchas veces no lo logra”, agregan con preocupación.

Una concepción errónea

Si bien todos ellos coinciden en que la UNR está concebida como “una de las universidades más prestigiosas del país” se encontraron con una grata sorpresa cuando por primera vez recorrieron la ciudad.

“Rosario es una ciudad muy linda; nada que ver con lo que dice mucha gente de afuera o lo que figura en los medios, que dicen que vivir aquí es peligroso”, afirman.

En ese sentido, aseguran haberse llevado una muy buena primera impresión de los estudiantes rosarinos, a los que califican de “gente muy compañera y solidaria”.

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