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Argentina abraza a Argentina

Por: Liliana Nartallo

El sábado se llevó a cabo un festival solidario para ayudar a Chile, una actitud muy positiva que demostró una vez más el espíritu dispuesto del pueblo argentino. Pero escuchando el comentario de una mujer en televisión que preguntaba por qué no se hizo un abrazo por Tartagal, se me ocurrió pensar en el lema “Argentina abraza a Argentina”.

Es excelente que se les pueda brindar ayuda a los países vecinos cuando están pasando por momentos desesperantes debido a las catástrofes naturales, pero en nuestro país, en la actualidad hay mucha gente que necesita ser abrazada solidariamente. Nuestros hermanos del Chaco que mueren de hambre; nuestros niños de las villas, que esperan con una triste sonrisa y panzas vacías la copa de leche que les brinda algún comedor comunitario; nuestros ancianos desamparados por un sistema perverso que les usurpó la dignidad de terminar sus días como corresponde y con la carga de tener que partir viendo que sus esfuerzos se esfumaron en el camino y observar con tristeza el destino de las futuras generaciones.

Si toda la gente que participó del evento del sábado se volviera a unir y se juntaran toneladas de mercadería, y la Red Solidaria con su trabajo incansable y prolijo embalara y enviara a los necesitados argentinos todo lo recaudado, se podría ayudar a muchos ciudadanos que viven una situación de pobreza extrema.

A Chile lo movió un terremoto de magnitud y lo dañó en sus estructuras y eso es difícil de sobrellevar. Nuestros hermanos pobres en todas partes de Argentina soportan todos los días un terremoto en sus vidas y en sus vientres. Esos ruidos y movimientos que son productos del hambre mientras otro sector desde el poder se llena los bolsillos inescrupulosamente y otros andan indiferentes ante semejante tragedia.

No hace falta ir muy lejos para ver todo este estado de indigencia que, aunque quiera ser disimulado con números falsos, existe. Solamente movernos por Rosario e ir hasta la periferia basta para observar la cantidad de villas miseria donde gente con voluntad trata de subsanar la situación generando, a través de su trabajo, un poco de comida para paliar el hambre. Nuestra presidenta hace unos días se refirió en un discurso a las cifras de pobreza en Rosario, diciendo que había bajado el índice; nada más equivocado.

Cada atardecer, estas personas desamparadas salen a buscar requechos en los contenedores de basura y eso también produce, en otros seres con sentimientos genuinos, cierto temblor, un temblor que aunque no mueva el piso sí recorre el interior y estremece hasta el punto de soltar lágrimas por ver el destino de esos hombres y mujeres que tendrían que tener la misma calidad de vida que el resto.

Una calidad de vida que se va deteriorando día a día para la clase media que ve menguada su posibilidad de progresar y tiene que trabajar tan sólo para subsistir. Gente que no quiere perder su nivel de vida, pero que en los últimos tiempos ha dejado de vivir con dignidad para sobrevivir como se pueda.

Sin embargo, esa gente, que no nada en la abundancia, es capaz de comprar un alimento no perecedero y asistir a un festival para darle una mano al que está más abajo.

Entonces se puede hacer posible un abrazo solidario, un abrazo necesario. Porque es necesario que de una vez por todas también la “Argentina abrace a Argentina” ¿Cómo? Con la solidaridad, que tiene diversos y ricos modos de aplicarse: desde la donación de un alimento, hasta el compromiso de ejecutar políticas que tengan al ser humano como centro del propósito político.

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