Cultura

Íntimo y colectivo

Andrea Centeno y la colección de cuentos “La parte extraña”, esos lugares “raros” de lo cotidiano

Nacida en San Nicolás, formada en Comunicación en Rosario y radicada en San Pablo hace 17 años conjuga en el material el dolor y el humor a partir de temas como la trata, la violencia de género, el abuso y la lucha de las mujeres contra los mandatos de la sociedad


Eva Marabotto, Télam

Un conjunto de seres que escapan de los parámetros hegemónicos protagonizan las catorce historias de La parte extraña, el libro de cuentos de la periodista y escritora Andrea Centeno, que conjuga el dolor y el humor a partir de temas como la trata, la violencia de género, el abuso y la lucha de las mujeres contra los mandatos de la sociedad.

“Soy medio una aberración”, dice un personaje en una de las narraciones del volumen editado por Equidistancias. “Todos lo somos de alguna manera. Nada de otro mundo”, le contesta otro, y deja en claro la filosofía que emanan las páginas de Centeno que sabe acercarse a sus personajes y prestarles su voz para narrar sus mundos poco convencionales.

“En La parte extraña la marca es el dolor, que por momentos conmueve emocionado y por momentos da rabia”, argumenta Dolores Reyes desde la contratapa. “Las historias de Andrea Centeno son inquietantes y agridulces, conviven en ellas, y muy bien trenzados, el humor y el dolor”, postula Purificación García Díaz.

En cada una de las historias en las que enfoca cuestiones que pintan a las sociedades latinoamericanas, sin dar grandes detalles sobre los lugares donde sucede la acción, la autora pone la lupa sobre sus personajes y la fija en pequeños detalles, en gestos o rituales. Lo hace apelando a una lengua híbrida en la que hay palabras del porteño pero también del habla mexicana y expresiones que ligan conceptos inesperados, como “fachadas que se erizan en escamas” o “paradas de micros que se aletargan”.

Andrea Centeno nació en la localidad bonaerense de San Nicolás, estudió Comunicación Social en  Rosario pero reside en San Pablo, Brasil, desde hace 17 años. Le gusta decir que vive en portugués pero escribe en español. Es periodista de diarios, revistas, radios y televisión. En 2021 publicó en México su novela Nadie me llevará flores.

En una entrevista con la agencia de noticias Télam, Centeno repasó su concepto de extrañeza, las diferencias entre el cuento y la novela y lo que le aporta su vida cotidiana en portugués a su trabajo de escritura en su lengua natal.

“En realidad, cuando estaba armando el volumen de cuentos había otros textos que no quedaron. De hecho, el libro se iba a llamar como una de las historias que no quedó porque desentonaba. Entonces empecé a buscar si había un factor común y descubrí que lo que tenían es la situación de extrañeza o la condición de extrañeza de los personajes”, planteó la escritora acerca del énfasis de lo extraño que transita el material.

En el mismo sentido, habló acerca de cuál ese concepto de lo raro o lo extraño con el que trabaja. De hecho, en uno de los cuentos hay un personaje que le dice al otro “todos tenemos una parte extraña”.

“Lo raro para la sociedad y para la mayoría de la gente es lo que dicta el prejuicio, lo diferente. Sin embargo, en cada historia los personajes asumen sus anormalidades como algo absolutamente normal. Ellos lo viven como algo cotidiano. Hay, por ejemplo, un personaje que va descamándose por la vida y no lo vive como algo singular”.

Aunque las historias cuentan desapariciones, trata de personas, violaciones, tienen, en determinados pasajes, una dosis de humor que descomprime. En ese sentido, Centeno planteó: “No tengo ese humor para ver la vida todo el tiempo, pero me surge cuando escribo. Quizás surge de entender que ciertas situaciones dramáticas también tienen su custodia cómica. En la realidad, estas cuestiones se entremezclan o quizás el humor es una caparazón que uno se pone para enfrentar lo que viene”.

Las catorce historias que forman parte del libro focalizan mayoritariamente situaciones que atraviesan las mujeres de estos tiempos: trata, violencia sexual, mandatos impuestos por la sociedad. “El 90 por ciento de las historias que escribo tienen como protagonistas a las mujeres. Es lo que me sale más fácil. Sus voces y sus problemáticas. Me resulta atractivo tomar esos temas pero además creo que es desde donde puedo aportar”, destacó la escritora y periodista.

En el mismo plano de búsqueda, recurre a la primera persona para contar esas problemáticas desde lo confesional: “Me sale mucho más fácil la primera persona, aunque a veces intento sumar otro punto de vista”.

La primera persona favorece que surjan datos autobiográficos. Respecto de ese tema, destacó: “Es una ficción de autobiografía. Con mi primera novela daban por sentado que me había pasado lo que contaba. En el caso de estos cuentos, tomé detalles: la caída en un pozo, el piercing. Suelo tomar nota de anécdotas, pequeños fragmentos de cosas que me pasan. Las anoto y las guardo para usarlas”.

Si bien la primera historia comienza en Rosario y termina en Paraguay, la mayoría no tiene una ubicación definida. Eso suele favorecer la posibilidad de narrar algo de carácter universal: “Me pareció que en la historia que implicaba una huida tenía que contar de dónde salían y adónde llegaban. También en la del personaje que se desplazaba. Calculé cuánto podía recorrer en auto y me fijé a qué distancia podía llegar, aún hablando de lugares que no conocía. En las demás no necesitaba precisar ya que pueden suceder en cualquier lugar y eso es lo interesante”.

Centeno habló además acerca de aquello que siente que el portugués y su vida en Brasil le aportan a su escritura: “Creo que le da una mezcla de acentos, «sotaques», como le dicen en portugués. Incluso hay palabras que se usan más en portugués, o son traducciones. Hubo un trabajo de edición cuidadoso pero creo que el vivir en otra lengua hace que reflexione más sobre la lengua y que me preocupe más por los detalles. Me siento extranjera así que miro con extrañamiento y curiosidad todo lo que me rodea. Eso también se traslada a la literatura. Aunque esté adaptada, de algún modo me siento extraña. Quizás también por eso viene el título”.

La comunicóloga nicoleña habló también acerca de las diferencias que encuentra en la escritura de una novela frente a los cuentos: “Como dice Juan Casamayor de la Editorial Páginas de Espuma, «el trabajo de escribir una novela es más proletario que el de escribir un cuento». Creo que habla del esfuerzo sostenido, del cuidado de registrar detalles. Es un trabajo más concentrado. En el cuento es más disperso. Quizás, apelando a una comparación habitual, el cuento es una escena y la novela es la película entera. Por algo Alice Munro dijo alguna vez que no escribía una novela porque no tenía paciencia”.

Comentarios