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Un lustro después, la crisis no amainó

La crisis celebra su quinto aniversario. Desde aquel 9 de agosto los acontecimientos se precipitaron en cascada.


Se acaban de cumplir cinco años del día en que cambió el mundo al estallar la burbuja de las hipotecas subprime y comenzó la crisis financiera mundial. Aunque la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, es la fecha que quedó grabada en el imaginario colectivo, once meses antes, el 9 de agosto de 2007, fue el día en el que el banco de inversión francés BNP Paribas suspendió los pagos de varios de sus fondos porque era incapaz de cuantificar el valor de los activos vinculados a las entonces casi desconocidas subprime.

La crisis celebra su quinto aniversario. Desde aquel 9 de agosto los acontecimientos se precipitaron en cascada: en septiembre de 2007 el banco Northern Rock tuvo que recibir ayuda del gobierno británico (era la primera vez que sucedía en 150 años). Ya en enero de 2008, los analistas anunciaron la mayor caída anual de las ventas de viviendas en Estados Unidos en un cuarto de siglo; en febrero, Northern Rock fue finalmente nacionalizado; en mayo, Henry Paulson, secretario del Tesoro de Estados Unidos, afirmaba que lo peor había pasado; y en septiembre, el gobierno norteamericano rescataba a Fannie Mae y Freddie Mac; poco después, Lehman Brothers se declaraba en bancarrota (Washington Mutual y Wachovia también colapsaban). Así, en octubre, Paulson implementaba el TARP, un mecanismo de rescate para el sector financiero estadounidense. La primera semana de dicho mes fue la peor en la historia del Dow Jones y ocho bancos centrales recortaron entonces sus tasas de interés en un 0,5 por ciento de forma coordinada. A mediados de ese mes, el gobierno británico rescató un importante número de bancos, entre ellos RBS y Lloyds. En abril de 2009, el G-20 acuerda un paquete de estímulos global valorado en 5 billones de dólares; antes, el Banco de Inglaterra anunciaba el comienzo de una política de flexibilización cuantitativa (QE). A finales de ese año, Yorgos Papandréu es elegido primer ministro de Grecia y una semana después de su nombramiento destapa un enorme agujero en las finanzas del país. Así, en abril de 2010, la deuda helena es rebajada a “bono basura” y en mayo la república europea es rescatada por primera vez (110.000 millones de euros). Poco después, en noviembre, los ministros de Finanzas de la zona euro acuerdan el rescate de Irlanda (85.000 millones de euros). Lisboa siguió el camino de Atenas y Dublín, y Portugal es rescatada en mayo de 2011; en julio de ese mismo año, Grecia es rescatada por segunda vez.

Hoy por hoy, se habla de un posible rescate de España, que ya ha solicitado ayudas de 100.000 millones de euros para su sector financiero, y hasta de Italia. La economía europea ha caído en la recesión, mientras los costos de financiación se multiplican día tras día para los países periféricos y la tasa de desempleo no para de escalar posiciones (en marzo, los desocupados europeos alcanzaron su nivel más alto en la historia).

Los expertos consideran que hoy se está peor que cuando todo esto empezó. La deuda total, de gobiernos, sector inmobiliario, bancos y empresas, es más elevada que en 2007 en 11 economías que están bajo el microscopio de los mercados: Canadá, Alemania, Grecia, Francia, Irlanda, Italia, Japón, España, Portugal, Reino Unido y Estados Unidos.

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