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Un “árbol familiar” viviente

Un abogado platense lleva 30 años investigando el origen de su familia: Chimento. Las redes sociales y los archivos históricos lo contactaron con familiares de todo el mundo. Se conocerán en Rosario.

sociedad

Por: Luciana Sosa

La búsqueda de la identidad es un tema que abre muchas aristas. Desde el secuestro de bebés, a la adopción en sí y, por qué no, a la inmigración de europeos a estas tierras con miras a un futuro mejor. Sobre esta última, la descendencia de aquellos viajeros integra parte de la población argentina. Nicolás Chimento Ilzarbe es abogado y profesor de filosofía, pero lleva mucho más tiempo ejerciendo como “historiador”. Desde hace décadas está inmerso en la investigación sobre sus antepasados, sobre la identidad y descendencia de la familia Chimento. Su meta es concluir el árbol genealógico de su familia, y para ello presentará el libro que revela su historia y la de sus parientes en Rosario, el 7 de agosto, junto a una reunión de Chimentos dispersos por el mundo. “El 7 de agosto se reúne en Rosario gran parte de la familia, nos vamos a conocer en persona”, expresó con emoción y colmado de expectativas el autor de Grande famiglia Chimento, quien reside en La Plata.

La cita es en el salón Puerto Argentino del Concejo Deliberante, a las 14.30.

—¿Como surgió la investigación que hoy tiene formato de libro?

—A mis 49 años puedo decir que llevo más de 30 investigando las redes de mi familia. La inquietud surgió cuando en la familia no había mucha información y, por curiosidad, me empecé a vincular con el tema desde la muerte de mi abuelo italiano. Había algunos integrantes de la familia que tenían muy poca información y de a poco fui buscando completarla. Eso me llevó a preguntar mucho más y a recurrir a archivos y base de datos que se fueron completando. Incluso eso mismo despertaba más inquietud sobre la historia de la familia Chimento.

Mi intención era, en un comienzo, saber de dónde venía y ahora pude armar una red de integrantes de la familia en todo el mundo. Fue un hobby que reconstruyó el árbol genealógico de toda una familia.

—¿Hasta qué año se remontó esta búsqueda?

—Sin quererlo, llegué al año 1400, cuando se conoció el apellido. Desde entonces tengo toda la información organizada por fecha y partidas, en forma documental. Asimismo, en medio de la investigación, y a medida que me iba sorprendiendo por los datos que encontraba, tuve que recurrir a ciencias como la genealogía, geografía y otras auxiliares como la lingüística, lo cual me permitió interpretar la forma de distintos apellidos (que surgían de Chimento) e historias por movimientos poblacionales desde Europa y cómo llegaron (la mayoría) a Argentina.

—¿Qué fue lo más impactante que te revelaron esos datos?

—En realidad, cada dato no sólo colaboraba con esa sed de conocimiento que tenía sino también que la decoraba, la describía, la coloreaba. Por ejemplo, supe por qué durante muchas décadas no se tuvo relación directa con la familia, por qué se movían, por qué viajaban de una ciudad a otra o bien a otro país. En qué tipo de barcos viajaron y por qué viajaban en determinada época. Fue algo grandioso, y lo asombroso es saber que muchas familias han pasado por estas instancias y la gente, las nuevas generaciones, no lo saben.

—¿Qué parte de la investigación fue más dura?

—Me llevó mucho trabajo conocer las vivencias de los inmigrantes y su incorporación al pueblo argentino. También fue un trabajo minucioso ese “trueque”: el inmigrante cambiaba su trabajo por lo que le ofrecía el país, en este caso Argentina. Y esa propuesta nacional fue variando mucho.

—¿Por ejemplo?

—Había un montón de concesiones que, por un lado, atraían al inmigrante porque se necesitaba mano de obra, pero luego se terminaron las fuentes de trabajo y la gente seguía viniendo. Esta historia de buscar un mejor bienestar y trasladar a toda su familia para construir una nueva experiencia de vida, de la cual muchos de nosotros somos “nietos”, es increíble.

—Sin embargo contás con una herramienta como internet que puede haberte ayudado bastante en esta búsqueda.

—Sí, claro. Aunque trabajé mucho con los archivos convencionales. Pero el gran giro lo dio internet.

—¿Cómo surgió la convocatoria para reunirse en Rosario?

—Gracias a internet. La convocatoria se produce por dos fenómenos sociales: cuando llegué a determinada cantidad de datos vi que en internet había grupos que buscaban o intercambiaban data sobre familias en sí, entonces formé el grupo “Grande famiglia Chimento” en Facebook y descubrí el fenómeno de las redes sociales. De inmediato obtuve mucha información, contactos, integrantes de la familia en distintos puntos del mundo y ellos se empezaron a conectar entre sí. Fue maravilloso.

—¿Hay Chimento por todo el mundo?

—Encontré familiares en México, Francia, Alemania, Italia, Brasil y Argentina. La mayoría están en Argentina y lo increíble fue saber que estas personas desconocían la existencia de otros Chimento en otro lugar del mundo. En síntesis, la sorpresa fue para todos.

—Más allá de la sorpresa, ¿qué factor considerás que actuó en estas personas para unirse a la investigación que estás realizando?

—Hay una cuestión de pertenencia muy fuerte. Cuando se sabe que se puede conocer el propio origen la curiosidad se vuelve un motor de vida. Un dato, cualquiera que sea, sobre tu familia, sobre la historia de tus bisabuelos o tatarabuelos, no satisface la inquietud, sino que la aumenta y te incita a ir por más información.

—¿Cuáles son tus expectativas sobre el encuentro con integrantes de la gran familia Chimento en Rosario?

—Aún no puedo imaginarme ese momento. Sé que vienen muchos del extranjero y que expondremos junto a los Chimento de Rosario un poco de esta locura que empezó hace 30 años. De todas formas sé que será un momento inolvidable y me gustaría que quien quiera conocer un poco más de esta historia de familia, sea un Chimento o no, que se acerque y comparta con nosotros esta reunión tan esperada.

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