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Triunfos que no euforizan; caídas que aleccionan

Por: Alejandro Esteban Bidondo

La Selección argentina de fútbol, tras su frustrante experiencia en la Copa del Mundo Sudáfrica 2010, volvió a dar otra muestra de pobres resultados frente a otros deportes que, como el tenis el último fin de semana, han logrado alcanzar objetivos impensados por la mayoría de los analistas.

Si se toma como punto de partida el año 1978, cuando el equipo de César Luis Menotti se consagró campeón del mundo jugando en alto nivel, el fútbol argentino describió una baja pronunciada hacia 1982 con el mismo DT, levantó en 1986 e incluso mantuvo cierta eficacia hasta el Mundial de Italia pero después decayó pronunciadamente.

No obstante la curva decreciente en los Mundiales, los juveniles de José Pekerman primero, Hugo Tocalli y Francisco Ferraro después, llenaron de trofeos las vitrinas de la AFA en tanto que también comenzaron las consagraciones olímpicas, cuyo punto culminante fue el logro del equipo de Marcelo Bielsa en Atenas 2004, campeón invicto sin goles en contra, y luego Sergio Batista en Pekín 2008.

El presidente de la AFA, Julio Grondona, supo entonces de éxitos y fracasos durante su largo reinado y acuñó una frase: “Otros salen quintos y festejan”. Apuntaba a otras disciplinas deportivas.

Hasta que todo se dio vuelta y los destinos comenzaron a cruzarse, a contramano. El rugby llegó al tercer lugar del último Mundial en 2007 y el tenis acaricia año tras año la Ensaladera de Plata, con altibajos y traspiés, pero con fervor.

El hockey sobre césped marca su nivel, los boxeadores locales ganan coronas mundiales periódicamente y el fútbol ha venido de mal en peor desde 1994 en adelante.

De todos modos, el fanatismo y el exitismo de la afición argentina son tan potentes (hasta rayan el “patrioterismo”) que la parábola de Don Julio se ha vuelto en contra del pope de la AFA ya que ahora el fútbol queda quinto y hay hinchas que celebran.

Convendría revisar políticas y designaciones para corroborar cómo se trabaja en unas y otras disciplinas.

Mientras en el rugby se conforman los cuerpos técnicos con equipos multidisciplinarios que incluyen profesionales de distintas ciencias asociadas al deporte, en el fútbol se ha ahuyentado a técnicos capaces como Bielsa, Pekerman o Tocalli por caprichos, intolerancias o cuestiones de cartel.

Otro punto que no puede escapar al análisis está dado por los partidos de preparación que juegan los unos y los otros.

Los Pumas suelen afrontar sus test matches casi siempre con las potencias mundiales y la Selección nacional midió fuerzas –pocos días antes de irse para Sudáfrica– con Haití y Canadá, equipos que tal vez no sean superiores a Tristán Suárez, sparring oficial de los entrenamientos.

Ahora todo el mundo trata de explicarse cómo una de las mejores camadas de jugadores del planeta fútbol ha hecho un papel tan gris en Sudáfrica, guiados por un conductor sin formación académica.

Y esto puede llevar a preguntarse si no es una costumbre malsana de la Argentina toda designar en los cargos directivos al exitoso o al aliado político sin pasar antes por el tamiz de los concursos de méritos que en la alta competición deportiva, también juegan, y mucho.

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