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Tras la invasión, en Irak asoma una guerra sectaria

Estados Unidos invadió, aseguró negocios y se retiró.

Diez años después del inicio de la guerra en Irak y a dos de la retirada de las fuerzas de Estados Unidos, el país atraviesa una nueva escalada de violencia sectaria, que hace temer una guerra civil, advierten organismos internacionales.

La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Irak (Unami, por su sigla en inglés) reveló este fin de semana que abril fue el mes “más sangriento” y letal desde junio de 2008, luego de registrarse 712 muertos y 633 heridos, de los cuales la mayor porción fueron víctimas de atentados terroristas. De la cifra, 595 eran civiles y 117 miembros de las fuerzas del orden público. La Unami sostiene que gran parte de los fallecimientos se produjeron por los conflictos interreligiosos entre la minoría sunita (vinculada al ex dictador Saddam Hussein) que denuncia discriminación del gobierno del primer ministro, el chiíta Nuri al Maliki.

Cuando las tropas norteamericanas dieron el portazo en Irak, dejaron la seguridad nacional en manos del gobierno, a pesar de que carecía de los recursos para contener la histórica rivalidad entre sunnitas y chiítas. Como salida, Al Maliki creó un sistema de autonomías políticas que, a poco de instalarse, comenzó a mostrar sus grietas. Sucede que los iraquíes conviven mezclados en todo el territorio, y las zonas ricas en petróleo se encuentran en áreas de la oposición. Al Qaeda (sunnita), que nunca abandonó la región, aprovechó el vacío gubernamental para incrementar los atentados terroristas.

Desde fines de 2012, Al Maliki está en pugna con casi todos los partidos de su coalición de gobierno, desde la alianza sunnita secular Al Irakiya al movimiento del clérigo chiíta Moqtada al Sadr. Sus socios lo acusan de haber convertido su flamante democracia en una nueva dictadura, a lo que se suma la corrupción, una de las más altas del mundo.

Mientras que la comunidad internacional hace foco en el conflicto en Siria, en Irak comienza a latir un nuevo conflicto armado. La Liga Árabe advirtió del riesgo de una “catástrofe previsible para Irak y para toda la región”, en el caso de que las partes involucradas no lleguen pronto a un acuerdo.

Los analistas del International Crisis Group (ICG) admiten que “la guerra en Siria también influye”. Estos expertos “opinan que según ese enfrentamiento se intensifica, los sunnitas iraquíes experimentan una creciente solidaridad con sus hermanos de fe y comparten sentimientos de hostilidad hacia un supuesto eje chií formado por Hezbolá, Damasco, Bagdad y Teherán”, sostuvo el diario El País de España.

En su discurso durante la inauguración de la Conferencia Islámica Internacional para el Diálogo y el Acercamiento, Al Maliki dijo que “la discordia golpea las puertas de todos” y que, si retorna a Irak, es como si volviera a la región. “Es una maldad y un viento putrefacto que no necesita autorización para cruzar fronteras de todos los países islámicos, sunnitas y chiítas, que si estalla en una zona, estallará en otra”, subrayó el primer ministro.

El jefe de gobierno –de confesión chiíta– señaló que la violencia sectaria, que ya asoló a Irak en 2006 y 2007, “no es necesariamente de origen local”, y aludió a un plan de “ideología radical y fanática”. “Nadie se salvará porque es una discordia ciega que la promueven voluntades, fondos y fuerzas que cometen asesinatos y atentados, declaran infieles a otros y permiten el derramamiento de sangre musulmana”, explicó.

Con todo, así como se advierte que la bomba iraquí está a punto de estallar, pocos son los que se animan a vaticinar cómo repercutiría en la región que otro país caiga en una revuelta de violencia.

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