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Todos a revalidar títulos

Por David Narciso


davidLas elecciones 2013 exceden largamente lo que es la elección de diputados, concejales y senadores en un tercio de las provincias. Tienen, por sobre todo, un claro perfil plebiscitario para quienes aspiran a protagonizar la final de 2015. José Manuel de la Sota, Hermes Binner, Mauricio Macri, Daniel Scioli, la mayoría de los gobernadores de provincia y, por supuesto, Cristina están obligados a revalidar títulos este año, ya sea con candidaturas propias o ganando con listas propias.

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La presidenta no tiene reelección, pero sectores kirchneristas creen que si repite el respaldo de 2011 se habrán generado condiciones para forzar escenarios políticos donde, a través de las urnas –vía consulta popular u otra herramienta similar–, se pueda meter presión para que el Congreso habilite una reforma constitucional y con ella la re-reelección.

Si bien construir ese escenario es bien complicado y hoy no se vislumbra cómo haría el kirchnerismo, por ejemplo, para conseguir suficiente apoyo en el Senado, no es imposible. Como sea, el objetivo es quedarse en el poder de la mano de Cristina, ya sea en el sillón de Rivadavia o conduciendo el capítulo 2015-2019 como jefa política.

Según la construcción discursiva del oficialismo, “el modelo” exige conservar el poder “para garantizar las conquistas alcanzadas e ir por más”. Da por hecho que cualquier otra opción política implica retroceder, una regresión, y que quien venga intentará desmantelar lo hecho hasta aquí. Se ubica así en el lugar del imprescindible, como el sol lo es para el sistema solar.

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Esa cosmovisión político-institucional es la antítesis de la particular experiencia de Chile, que esta semana estuvo en las noticias del continente. En ese país la Concertación resultó un éxito en esto de mantenerse en el poder por varios períodos, con la diferencia de que no repitió presidente porque no hay reelección. Un día lo perdió en manos del actual gobierno del derechista Sebastián Piñera, y ahora tiene la posibilidad de recuperarlo con el regreso al país de Michelle Bachelet.

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El capítulo provincia de Buenos Aires es central en toda esta historia. Daniel Scioli quiere ser presidente de la Nación; el kirchnerismo de paladar negro lo acicatea. Lo empuja a mostrar sus cartas sobre la mesa, a hincarse ante el proyecto nacional y popular y anular todo vestigio de autonomía política. Teme que después sea tarde si se lo deja ganar tiempo hacia 2015.

binner

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También Sergio Massa, el pragmático intendente de Tigre que planea disputar en octubre próximo el derecho a ser candidato a gobernador en 2015, es monitoreado por el oficialismo. Si bien no cae simpático, en la Casa Rosada operan para evitar que en torno suyo (y ni hablar si además hace alianza con el castigado Scioli) se arme una alternativa electoral al kirchnerismo en la provincia. Con nosotros o nada, parece ser el mensaje para Scioli y Massa.

Acicateado por los lebreles kirchneristas y ahogado por la falta de recursos, Scioli encontró en el rol de “víctima del kirchnerismo” una particular forma de acumulación política. Cabe destacar que esas voces K que pusieron a rodar versiones sobre su salida de la gobernación antes de tiempo, por el momento, no son demasiado representativas de la mesa chica cristinista. Pero en política nunca se sabe: nadie tampoco salió a desautorizarlos.

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En Santa Fe Hermes Binner movió primero. Con su candidatura a diputado nacional plebiscita todo: su futuro político, su liderazgo en el Frente Progresista y la potencial candidatura presidencial en 2015.

Binner y el FAP discursivamente apuntan al gobierno, pero en el fondo están discutiendo el universo opositor con la UCR y el PRO. 2013 es el momento de ver qué tiene cada uno en las manos como para pretender discutirle el futuro al kirchnerismo.

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Los radicales serán socios de Binner en Santa Fe, aunque no en todo el país. Para no romperse y seguir sobreviviendo, la UCR necesita una receta por cada distrito.

Por el lado del justicialismo santafesino predomina el barullo, que sólo se cortará el día que la presidenta defina si en Santa Fe compite con lista única o si da cabida a varias opciones. En este último caso, para que sean los votantes en las elecciones primarias los que valoren a los candidatos.

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En el Peronismo Federal y el PRO sobran interrogantes. Socios en 2011, sorprendieron con el inesperado resultado que los dejó a las puertas de la gobernación y les reportó siete bancas en la Cámara de Diputados. Sin embargo, a un año y medio vista ninguna encuesta proyecta una intención de voto similar. Además, en este espacio juegan muchos, y los lugares expectantes de la lista son pocos.

El primero que se dio cuenta de eso fue Osvaldo Salomón, ex candidato a vice de Miguel del Sel (con quien se propone competir en octubre por una banca de diputado). El cordobés José Manuel de la Sota es su nuevo padrino tras el fallido intento del año pasado con los Rodríguez Saá.

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Cualquiera de los aspirantes a 2015 que no logre revalidar títulos queda automáticamente fuera de carrera. Y las características del triunfo también dirán lo suyo sobre las dos grandes cuestiones que están en discusión en 2013: en el espacio del oficialismo, cómo y quiénes conducirán la recreación de un futuro para el kirchnerismo a partir de 2015; y en el espacio opositor, cómo se estructura, con cuántas alternativas y con qué perfil.

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También puede pasar que no pase nada. Es decir que en octubre próximo todos se ganen el derecho para seguir participando rumbo a la final de 2015. Es un escenario muy posible. Macri, Binner, De la Sota, Cristina y los gobernadores son gobierno o jefes políticos en sus pagos, con lo cual corren con alguna ventaja de arranque. El resto lo dirá el voto popular.

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