Ciudad

Se escribe en la web, se imita en la pared y vuelve en foto

Por Arlen Buchara.- Fabricio Caiazza traslada textos de la web a espacios públicos de ciudades de Europa y América latina.


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“Internet no cambió nuestra manera de ver y entender el mundo. Internet es nuestra manera de ver y entender el mundo, nuestro modo de consumir y relacionarnos, aún con los sitios de descarga cancelados, aún con las computadoras apagadas”. Así se presenta Sincita en su página de Facebook. Internet es nuestra manera de ver el mundo. Entonces, ¿por qué no ver en el mundo lo que vemos, o decimos, en internet? Algo de eso es Sincita.

Fabricio Caiazza e Inne Martino son una pareja de artistas plásticos rosarinos. Los dos estudiaron Bellas Artes en la Universidad Nacional de Rosario. Los dos trabajan desde hace casi 20 años pensando al arte en los espacios públicos. Los dos tuvieron una nena, Uma, que sonríe todo el tiempo y los acompaña a los talleres que ambos, imparten en distintos lugares de la ciudad.

En los años noventa la pareja exploraba las redes de arte-correo, que eran, en palabras de Fabricio, una “proto-internet o un internet en papel”. Se trataba de un sistema de arte por correspondencia: una persona enviaba a otro artista en alguna latitud del mundo un sobre con obras de pequeños formatos, publicaciones, ensayos teóricos, poesías, etc. Esa persona redireccionaba esa información a otras ciudades del mundo. Al cabo de uno o dos años de participar, se comenzaban a recibir cartas de distintas ciudades del mundo de lo que estaba sucediendo a nivel estético de una manera no oficial. “Cada ciudad, cada “artista-correo” era un nodo que recibía y distribuía información”, argumenta Fabricio.

Con el tiempo este sistema se fue volviendo costoso y, además, empezaba a emerger la red que revolucionaría las comunicaciones. “En 2000 nos interesamos por internet como espacio público. Empezamos a considerar las redes sociales como un campo de acción para intervenir desde el arte contemporáneo”, relata Fabricio.

Y ahí, en ese espacio público virtual, por una cosa y la otra, fue gestándose la idea de Sincita. Todo comenzó cuando Fabricio se mudó a Barcelona. Antes de irse formaba parte de un grupo virtual de debate de arte público. “Cuando me mudé a España quería seguir participando y se me ocurrió que el modo más eficaz era tomar prestados fragmentos de esos textos, instalarlos en la vía pública y devolverle al colectivo fotografías de las intervenciones”, explica el artista y agrega: “Cuando los textos se ponían en otro lugar, el sentido cambiaba y estallaba”.

A partir de esto fue que decidió ampliarlo a textos que recopiló de distintas plataformas virtuales como Facebook, Twitter o blogs. Y en la circulación de las obras por diferentes ciudades Sincita fue creciendo.

Sincita es una propuesta que consiste en trasladar textos que circulan en internet a otros espacios. Los textos son rotulados sobre distintos soportes e instalados en espacios públicos. “El proyecto de Sincita fue un ensayo para vincular el campo físico con el campo virtual”, dice Fabricio.

Pero no se trata sólo de tomar textos de otros, sino también estéticas. “Las imágenes tampoco son de mi autoría, son etiquetas de productos, muchas de ellas de detergentes de Checoslovaquia y Europa del este, y yo después las reinterpreto”, argumenta . “Mi creación es la conjunción de estos elementos y la puesta en el espacio público, donde se resignifican.

El nombre se debe a un doble juego de palabras. Por un lado, porque en un principio no se citaba de dónde venían las frases. Pero además, porque “cita” en italiano es “ciudad”, y de ahí la idea de “sin ciudad”,  “sin lugar”.

“Inicialmente no pensaba que el proyecto iba a durar tanto tiempo. Después estuve viajando por distintos ciudades y me resultó simpático ensayarlo en otros espacios”. Los carteles con frases como “Twittear en futuro por si muero en la ruta”, “Me aburrí de leer blog que siguen tendencias” o “Me tengo que bajar música nueva”, circularon entre 2007 y 2011 por Barcelona, Porto Alegre, Mataró, Lima, Montevideo, Buenos Aires, Rosario y Bogotá.

Sin dudas, una de las principales características de las redes sociales es el carácter efímero de los textos que circulan. El ponerlos en espacios públicos los visibiliza por un tiempo un poco más prolongado, pero depende mucho de los materiales con los que se haga la intervención. En el caso de los carteles de Fabricio, de papel o madera, había una intencionalidad de que los carteles sean poco durables. Entonces, lo que queda de la obra es el registro fotográfico. Y de esto se encargó Inne minuciosamente.

Finalmente, en 2012 vino el libro: “La intención era dar un cierre porque ya se había agotado lo que me interesaba inicialmente que era vincular los espacios físicos con los digitales y había otras experiencias que lo habían abordado”, explica Fabricio. Y agrega: “Como la mayoría de los carteles son efímeros y sólo tenía el registro fotográfico de estas acciones que hacía circular en internet, se me ocurrió editar un libro con esas fotografías y hacerlo mediante crowdfunding, que implica una financiación compartida a través de internet. De esta manera logré que 50 personas no sólo contribuyan económicamente a que el libro sea posible sino que formaron parte de la edición como co-editores”. En un plazo de tres meses, Fabricio juntó los fondos solicitados y finalmente el libro “Twittear en futuro” vio la luz.

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