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Rugby: Crisis en la Urba

Por Frankie Deges. El viernes en la entidad porteña los presidentes de los clubes deciden si los jugadores del Pladar pueden jugar.

La Unión de Rugby de Buenos Aires (Urba), a través de sus más de 80 clubes, decidió hace un par de años que aquellos jugadores que integren los planes de alto rendimiento de la UAR (PLAR) que recibieran una renta formal y beneficios (educación universitaria, cobertura médica, viáticos en gira) sólo podrían jugar con sus compañeros amateurs en su campeonato hasta el 31 de diciembre del 2010.

El campeonato de la Urba que arranca el domingo (no el sábado como en el resto del año) enfrenta un enorme desafío: hay una posibilidad de que los jugadores de los planteles superiores de los clubes participantes decidan no jugar si no ven sus deseos plasmados.

Piden, y lo han hecho de manera bien explícita, que esos jugadores en los planes de la UAR puedan jugar sin ningún condicionamiento. Una decisión de parte de los deportistas se tomará dependiendo de lo que suceda en una Asamblea Extraordinaria el viernes por la noche, menos de 48 horas antes de que empiece a rodar un balón.

“Capitanes y jugadores representativos de cada club estamos en contacto constante y si la decisión del viernes modifica nuestro deseo, entonces casi seguro que no vamos a jugar,” explica un jugador que prefirió el anonimato. “Queremos jugar al rugby, pero lo queremos hacer con nuestros amigos. No sólo eso; queremos hacerlo con y contra los mejores”.

A pesar de que el PLAR afecta directamente a no más de catorce clubes, todos los planteles de los clubes en la Urba, más allá de su posición deportiva, participan del proceso de toma de decisión de los jugadores.

Carlos Campagnoli, presidente de la Urba desde diciembre, confía que el campeonato comenzará como está planificado. “Llamamos a esta Asamblea General Extraordinaria para permitirle a todos los clubes dar su posición. Sinceramente creo que privará la lógica”,

Uno de los temas subyacentes es la forma en que cada club trata a sus jugadores. Mientras que hay clubes que hablaron con sus jugadores adultos para juntos tomar una postura sobre el PLAR, en otros se decide a nivel de comisión directiva o en un grupo reducido de “iluminados”.

Esta falta de comunicación podría ser la raíz del problema. “No puedo ir club por club y ver qué hacen y cómo lo hacen”, dice Campagnoli, quien todavía no se reunió con representantes de los jugadores. “Si hablara con ellos y no los presidentes de sus clubes estaría haciendo las cosas mas. Pero no le cierro la puerta al diálogo”.

“Tratamos de ser respetuosos de las dos posturas y entender que esto es rugby y que todos amamos este juego”, agregó Campagnoli.

¿Podría ser que el viernes marque un punto de no retorno? Difícil decir, pero seguramente no será una noche fácil ya que habrá vencedores y vencidos. El rugby de la Urba necesita el envión que le daría tener a los mejores, tanto para jugadores como espectadores. El rugby es primero un deporte de participación, pero para los que no lo juega más, representa una enorme fuente de entretenimiento.

No poder ver rugby por una huelga de jugadores es algo que nadie quiere. “Queremos jugar”, dicen los jugadores. “Queremos que jueguen”, dice la Urba. Será cuestión entonces de encontrar la forma de asegurar que el proceso de transición sea lo más sano posible.

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