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Rosario tiene ahora también al mejor colectivero del país

Por Santiago Baraldi.- José Sarrachine, chofer de la 112, fue elegido después de una evaluación como el conductor más responsable.


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José Sarrachine es el mejor chofer de colectivos del país. Así lo determinó una empresa aseguradora que con motivo de cumplir 10 años en el mercado invitó a las empresas que forman parte de su clientela a formar parte del Programa Bus Store, mediante el cual se buscó recompensar el profesionalismo de quienes día a día se sientan frente a un volante de una unidad del transporte público. El rosarino Sarrachine, chofer de la línea 112 de la empresa La Mixta, obtuvo el mejor puntaje.

“La verdad que es un orgullo haber recibido este premio que no busqué para nada. Simplemente cada día que salgo con el coche lo hago responsablemente, no hay ningún secreto”, expresó el hombre que ya lleva 25 años al volante.

¿Cómo llegó este rosarino de 53 años a ser el mejor chofer del país? Para ser preseleccionado, las exigencias que debían cumplir era tener en sus fojas de servicio “cero siniestro, cero queja de pasajeros, cero informes, y de La Mixta somos tres los que cumplíamos estos requisitos; cada empresa del país envió a sus tres o cuatro choferes que cumplían con este pedido y quedó una preselección de 14, cinco de Rosario”.

Sarrachine relató que los 14 finalistas fueron sometidos a un test psicológico, y luego “pruebas de manejo como cuando uno saca el registro y preguntas sobre seguridad vial. Toda esa información fue enviada a la casa central (de la compañía de seguros) y finalmente fui elegido como el mejor en manejo urbano. Un muchacho de General Pinedo, Chaco, que trabaja para la empresa El Pulqui, fue premiado en el rubro larga distancia”. Ambos recibieron diplomas y una tablet de regalo en una fiesta que se realizó en el shopping Abasto, de Buenos Aires.

Responsabilidad

“Aquí no hay secretos, hay que manejar con responsabilidad. Los sentidos puestos en lo que uno está haciendo, respetar los horarios y terminar la jornada sin problemas”, agregó quien hace 25 años comenzó a trabajar en un coche de la entonces 301. “En ese momento el estrés era el doble, porque cortábamos boleto y la gente se quejaba cuando no le dabas el cambio justo”, recuerda.

Sarrachine trabajó en los tres turnos y hace 15 años lo hace de noche, de 22 a 5 de la mañana, con lo cual convive a diario con la inseguridad. “Trabajar de noche tiene el problema de que uno está muy expuesto; vas mirando al que está en la esquina de la vereda de enfrente, porque cuando volvés puede ser el que te robe. En tres días me robaron dos veces. Se suben con armas, te encañonan y mientras te revisan qué se pueden llevar asaltan al pasaje y se llevan billeteras y celulares. Es un método habitual”, relata.

Su recorrido tiene algunas zonas conflictivas y repasa las más comunes: “Hay un asentamiento en Avellaneda y Circunvalación que es muy complicado, lo mismo en Provincias Unidas y Junín; pero lo peor de todos es cuando un partido de Central termina tarde; ya tenemos autorización de la empresa, y hasta el pasajero te lo pide, para evitar Vélez Sarsfield y Avellaneda o Alberdi, porque suben en banda y ya sabés que no van a pagar, pero lo peor son los destrozos y los robos. Así que ahora evitamos esas esquinas”.

Para Sarrachine el rosarino “es muy mal conductor, no respeta las señales”. Y así lo argumenta: “Lo que para nosotros es lo peor es cuando ocupan el lugar que debe ser para que suba el pasajero; eso nos obliga a parar en doble fila, y los usuarios deben ascender entre los autos. A la noche hay que frenar en todas las esquinas porque nadie lo hace. Como hay poco tráfico, todos creen que no pasa nadie. Y con las motos ocurre lo mismo: se mandan contramano, se te aparecen de golpe. Antes no era así. Por eso cuando dicen que la calle es una selva, es real”.

Después de hacer el recorrido tantos años por la noche, el chofer destaca la relación que mantiene con los pasajeros: “Con el tiempo los conocés. Ya sé en qué esquina sube tal o cual, incluso los espero si no los veo porque se demoraron, o a veces ellos mismos me avisan ‘mirá que mañana tengo franco’. Después tenés al vivo que hace que marca la tarjeta y reniega, te dice ‘recién la cargué, no se qué le pasa’… Y son las dos de la mañana, ¿dónde cargaste la tarjeta a esa hora?”.

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