Espectáculos

Piñón Fijo se sorprende como un niño

"Tengo la suerte de poder ser adulto y sorprenderme con un niño", dice el hombre que llegará el sábado a Salón Metropolitano junto a sus dos hijos Sol y Jeremías, a través de la cual busca recuperar instancias de sus comienzos, un tiempo en el que premió la autogestión.


Tomando como premisa la llegada de un nuevo ser a un núcleo familiar y la revolución que esa nueva vida genera, y dando cuenta de un “volver a nacer profesional” en el que, ahora junto a sus hijos, retoma el camino independiente que transitó en sus comienzos, Piñón Fijo presentará en Rosario su nuevo espectáculo, Piñón en familia, un show con nuevas canciones, algunas de las cuales se encuentran en el disco Una nueva vida que está disponible a libre descarga en su página web oficial (www.piñonenfamilia.com). Con esta nueva propuesta, el reconocido artista cordobés dará dos funciones en la ciudad, mañana a las 15.30 y 18, en el Salón Metropolitano del Alto Rosario Shopping.
“Uno no deja de sorprenderse a cada paso por el poder que tienen los niños cuando llegan a un núcleo familiar; el poder de transformación que tienen es muy difícil de explicar desde la razón, por eso uno intenta hacerlo desde la emoción, las canciones y compartiendo más sensaciones que definiciones”, dijo Piñón a El Ciudadano buscando poner en palabras uno de los puntos de partida de su nuevo espectáculo, ese del que también confiesa: “El título tiene un sano doble sentido, porque también tiene que ver con un quiebre en nuestra vida; empezamos a encarar las cosas en familia, a tomar las cosas en nuestras propias manos y a reinventarnos en lo artesanal, en nuestro oficio, nuestra vocación, con mis hijos y mi compañera, ella desde un perfil mas bajo”.
Es que Piñón Fijo comenzó su historia hace ya 26 años. Diez de sus primeros años se dedicó a “pasar la gorra y animar cumpleaños”, según relata. “Hasta que en el 2000/2001 llegó el tema de la tele en Córdoba y después en Buenos Aires (con el programa Piñón Fijo es mi nombre). Ahí empezó todo un contexto industrial, empresarial, todo lo que se armó alrededor de la masividad que fue otra etapa. Ahora, en esta tercera etapa, hay una búsqueda del equilibrio: no desatender la parte masiva pero tampoco perder esa esencia inicial, esa utopía que nos mantiene felices aunque sea una «quijotada» grande, porque si tenés todo dado para delegar ¿porqué ponerse en la incomodidad de reinventarse? Pero creo que en ese tipo de cosas está el crecimiento”, cuenta, y asegura: “Cuando uno delega en estructuras muy pensadas, el riesgo es perder de vista la esencia, es como trabajar la tierra, comprarte un tractor y olvidarte del perfume de la humedad de esa tierra”.
—El espectáculo se titula “Piñón en familia”. ¿Cómo manejás las nuevas concepciones y estructuras familiares?
—Creo que estamos todos haciendo camino al andar. Hay poca gente que tiene la respuesta, sobre todo teórica. Es todo tan dinámico últimamente; la configuración de una cantidad de valores y códigos ha cambiado tanto que uno encuentra, muchas veces, las respuestas en lo sensorial, en lo emotivo, en un dejarse llevar, en contemplar la emoción antes que andar buscando ponerle títulos a las cosas. Es muy vertiginoso el mundo, el ser humano crece y se reproduce, aprende y desaprende de una manera tan ágil que quien quiera andar corriendo atrás de todas esas dinámicas poniéndole título, seguramente va a estar condenado a llegar siempre tarde.
—Tus canciones están llenas de referencias contextuales ¿Cómo manejás la información que incluís?
—Cuando me siento a escribir una canción tengo ciertos carriles por donde transitar con mi libertad. Obviamente que el concepto del buen gusto, el respeto y la no chabacanería, son límites que uno va armando para sentirse cómodo en su espacio; eso es como una plantilla que ya está. Y los contenidos que le pongo a esa plantilla, en general, tienen que ver con mi propio niño y con lo que me deslumbra, con cosas que yo mismo contemplo. Siento que tengo la facilidad o la suerte de poder ser adulto y sorprenderme como un niño. Cuando le canto a mi niño interior algo vibra en los niños actuales, eso tiene mucho que ver con la complicidad de los adultos que están al lado de esos niños. Esa colaboración y complicidad ayuda mucho.
—¿A qué se debe esa buena relación que tenés con el público adulto?
—Eso es una bendición, un sueño cumplido y por cumplir todos los días. Sé que no es fácil conseguir eso en la vorágine del mundo actual. Tratando de ponerle teoría a ese fenómeno que se da, me sucede que cuando espío desde adentro de mi personaje, veo que los grandes ven a Piñón y se transforman en niños. Como para relacionarme con los niños tengo la complicidad de los grandes, también cuando estoy con los grandes, cuento con la complicidad de ese niño que ellos recuerdan cuando me ven.
—Además, tus canciones tienen varios niveles de lectura o van dirigidos a un público más universal…
—Esa zanahoria existe en mí desde que empecé siendo artista callejero. La gente trata de configurarse para actuar en un infantil o para un público particular. Siempre me gustó la idea de generar una canción universal, de que la puedan escuchar todos. De chico jugaba a agarrar temas conocidos y cambiarles la letra, como es el espíritu de la murga uruguaya, y nos divertíamos todos. Cuando me di cuenta de que tenía esa facilidad, empecé a hacer letra y música mía pero con ese espíritu, el de divertirnos o de emocionarnos todos. Hay una canción, por ejemplo, que nació en 2001 cuando Argentina estaba en llamas y había mucho dolor en las calles. Me tocó desembarcar en Buenos Aires en ese momento, con todo lo que eso significa para un provinciano como uno. Me acuerdo que estaba Piñón en la tele y yo recorriendo las calles con cara de provinciano, copado con cada cosa. En una esquina, encontré un niño muy humilde haciendo malabares disfrazado de Piñón Fijo y yo disfrazado de Fabián (Fabián Gómez, tal su verdadero nombre). Me quedé mirando esa escena y después hice un tema al que le puse “Pelotitas de la esquina” y siempre lo canto. Un día alguien me dijo que eso no era una canción infantil, que era la fotografía de un momento histórico del país y que la podría cantar cualquier cantautor para adultos. Tiene que ver con eso. Es que ellos, los más chicos, pueden entender pero más que eso percibir; no siempre lo que se percibe es obligación entenderlo. No lo hago para que los más chicos lo entiendan sino para que perciban lo que puedan, lo que necesiten entender va a abrir un debate con su entorno de adultos, y con eso ya me siento feliz. Qué un niño le pregunte a un adulto “¿por qué dice Piñón que la senda peatonal es el teatro de ese chico?”. Ese debate a mi me hace lagrimear.

Nuevos y clásicos

Piñón en familia cuenta con una cuidada puesta de luces, una escenografía especialmente diseñada para la ocasión y animaciones en pantallas gigantes que acompañan tanto las nuevas canciones como aquellas que no pueden faltar como “Chu chu ua”, “La luna en la laguna” y “Yo tengo un saxo”. En ese marco, Piñón y sus hijos Sol (27) y Jeremías (26), cantan, bailan y despliegan su ya tradicional humor para divertirse junto a todos los presentes. Las entradas para ambas funciones pueden adquirirse en la boletería del Salón Metropolitano o a través de Turbo Entrada (Sarmiento 777 local 14 ó www.turboentrada.com)

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