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Conflicto creciente

Moscú vio un caza de Kiev

El Estado mayor ruso afirmó haber detectado una nave de guerra cerca del avión de Malasia que cayó a tierra el pasado jueves con el saldo 298 ocupantes muertos. Poroshenko rechazó la versión.


El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas afirmó ayer que detectó un caza ucraniano, probablemente un SU-25, volando muy cerca del avión malasio derribado el jueves pasado con 298 personas a bordo. Además Moscú pidió a Washington que muestre pruebas si tiene, de sus acusaciones a las milicias separatistas.

En tanto, los cadáveres de los casi 300 pasajeros y tripulantes del avión malasio siniestrado en Ucrania ya pasaron de las manos de los rebeldes prorrusos a las de los expertos internacionales, tras haber sido embarcados en un tren refrigerado a cero grado con destino a Járkov.

El presidente ucraniano, Petro Poroshenko, negó inmediatamente la denuncia rusa por el canal estadounidense CNN, y sugirió que Moscú debía presentar sus pruebas públicamente.

Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no se pronunció sobre el tema pero pidió a Rusia que ejerza su influencia sobre los separatistas de Ucrania del Este para que los investigadores internacionales tengan “acceso inmediato y pleno” al lugar donde se estrelló el avión de pasajeros. Un pedido que se cumplió.

La denuncia rusa la hizo el general Andrei Kartapolov, jefe de la dirección de operaciones del Estado Mayor, durante una conferencia de prensa en la que desmintió además que hubiera entregado misiles a los separatistas de Ucrania y emplazó a Estados Unidos a divulgar las pruebas que lo demostrarían “si es que las tienen”.

Kartapolov afirmó que “se observó el ascenso de un avión de la Fuerza Aérea ucraniana, posiblemente un SU-25, a una distancia de 3 a 5 kilómetros del Boeing” y que el Ejército ucraniano trasladó una batería de misiles BUK desde Donetsk hacia un área cercana controlada por los insurgentes poco antes del derribo.

El militar presentó fotos que, dijo, demuestran sus afirmaciones. “Uno se pregunta por qué la batería terminó en esa zona, cerca del territorio controlado por las milicias y justo antes de la tragedia”, dijo Kartapolov, que reiteró el pedido a Estados Unidos para que entregue a la comunidad internacional las fotos de satélite que tenga del día en que se estrelló el avión malasio.

Poroshenko, por su parte, replicó a través de la CNN diciendo: “Esto es falso y estamos abiertos a cualquier investigación”, tras lo cual pidió pruebas de las acusaciones. El presidente afirmó que “todos saben que todos los aviones ucranianos estaban en tierra a muchos kilómetros (del sitio del accidente) cuando se produjo el siniestro”, informó Itar Tass.

El tren con los cadáveres –que habían permanecido cuatro días abandonados en tierra de nadie– recibió ayer a la mañana el visto bueno de tres forenses llegados de Holanda, los primeros expertos extranjeros en examinar su estado de conservación.

Los médicos holandeses abrieron los vagones estacionados en la localidad de Torez para examinar los cuerpos en presencia de la misión de la Osce en Ucrania, encabezada por el suizo Alex Hug.

Tras varias horas de negociaciones, los insurgentes prorrusos, que supuestamente disponen de las cajas negras del aparato, dieron su acuerdo para el traslado de los cuerpos y el viceprimer ministro ucraniano Vladímir Groisman dio por cerrada la búsqueda.

En Járkov, los restos fueron recibidos por una treintena de expertos, en su mayoría de Holanda –193 víctimas eran de esa nacionalidad– y Malasia, país al que pertenecía el Boeing-777 accidentado en Grabovo. Barack Obama, a su vez, pidió que los investigadores internacionales tengan “acceso inmediato y pleno” al lugar donde se estrelló el avión de pasajeros y acusó a prorrusos de bloquear a investigadores.

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