Ciudad

Literal: humo sobre el agua

Con una gran puesta en escena, ayer en la Rambla Cataluya se realizó un inédito simulacro de accidente náutico: el incendio de una embarcación con 50 pasajeros. Participaron siete reparticiones estatales.

Seguramente no fueron pocos los desprevenidos que ayer amanecieron o se vieron sorprendidos ante el inusitado despliegue de vehículos y personal público en la costa norte de la ciudad. Las alarmas, sirenas, corridas y cortes de tránsito alteraron por algo menos de una hora la habitual calma que suele reinar en esta etapa del año en el balneario Rambla Catalunya. Con esa dosis de espectacularidad, que tuvo como sustento la presencia de 120 personas en escena, se llevó a cabo en la mañana de ayer  un simulacro de accidente náutico a partir de un incendio de una embarcación con 50 pasajeros a bordo.

El ejercicio tuvo como objetivo activar los protocolos específicos y ajustar los tiempos de respuesta ante la proximidad del inicio de la temporada estival y teniendo en cuenta el gran desarrollo que, con 21 mil embarcaciones menores y una flota de lanchas de pasajeros, tiene actualmente la actividad náutica a nivel deportivo, turístico y comercial en la ciudad. Del inédito despliegue participaron personal de Prefectura Naval Argentina, Defensa Civil, Sies, la Dirección de Control Urbano, la Central de Operaciones de Emergencias, la Guardia Urbana Municipal y la Unidad Regional II.

El simulacro comenzó apenas pasadas las 11. El mismo dio inicio cuando un importante barco con 50 personas a bordo (todos colaboradores contactados para la ocasión) sufrió a pocos metros del balneario público un supuesto “desperfecto” que luego derivó en una densa –aunque falsa– humareda como señal de incendio. Al instante, y casi a la velocidad de un rayo, las lanchas de los guardacostas de Prefectura llegaron al lugar para comenzar el operativo.

Según explicaría minutos más tarde el jefe de Prefectura en Rosario, Claudio Mazziotta, ante una situación de este tipo, la primera comunicación que se establece se da entre el capitán del buque y la estación costera que pertenece a la fuerza mediante la activación de un sistema de alarma de emergencia que poseen los grandes buques. Posteriormente, Prefectura “avisa” a Defensa Civil, que  sigue la línea desarrollando lo que en esa dependencia denominan “cascada de llamadas”.

“Lo que se hace es activar a todas las áreas operativas y de seguridad, que en este último caso son la Policia, la GUM y el Sies, que colabora en el traslado y rescate de víctimas. Defensa Civil lo que hace es aportar la logística”, explicó el titular de esta última dependencia, Raúl Rainone.

Consultado sobre cuál debe ser la reacción de los navegantes ante una grave contingencia, Mazziotta explicó que “lo principal es que los tripulantes del barco ataquen el incendio, ya que este tipo de embarcaciones están preparadas. Y el resto se ponga a resguardo, irse hacia el otro extremo de donde se haya producido el hecho”.

“Arrojarse al agua es siempre la última instancia y si se tiene el chaleco salvavidas colocado. El lugar de mayor seguridad, así se esté incendiando, es estar a bordo del buque”, sentenció el prefecto.

En tanto, el mayor despliegue se produce ya sobre tierra. Una vez traídos a la costa heridos, quemados y quienes no han sufrido consecuencias graves son recibidos por médicos el Sies, quienes reciben la colaboración de los guardavidas. Al mismo tiempo, lo que los especialistas denominan “seguridad en escena” (que básicamente implica cortar el paso del público conteniendo principalmente a los familiares) lo llevan a cabo la GUM y personal policial.

Este fue uno de los momentos que más atrajo a transeúntes y curiosos, a quienes le costó un buen rato entender qué era lo que realmente sucedía. A esa hora, distintos agentes de las últimas fuerzas mencionadas forcejeaban y contenían a falsos familiares de supuestos heridos, los cuales eran atendidos por personal del Sies. Minutos antes ya se había cortado el tránsito en avenida Carrasco a la altura de la bajada Puccio y Gallo.

En tanto, una de las cuestiones tal vez más desconocidas y que, por ende, llamó la atención a quienes poco conocen sobre el proceder en este tipo de operativos fueron los telares de diversos colores con los que se recibió a quienes llegaban para ser asistidos. “Eso responde a la jerarquía y gravedad de la victima. Cada color marca la atención que recibirán. Es lo que se llama Triaje. Los médicos los clasifican para definir prioridades”, explicó Rainone.

El triaje es un protocolo de clasificación de guerra que se ha extendido para las catástrofes. Se clasifica a los pacientes por colores:

  • Negro: cuando es cadáver o las posibilidades de recuperación son nulas.
  • Rojo: cuando el paciente tiene posibilidad de sobrevivir y la actuación médica debe ser inmediata.
  • Amarillo: Es un paciente diferible, para ser vigilado mientras se le puede atender.
  • Verde: Paciente levemente lesionado, que puede caminar y su traslado no precisa medio especial.
  • En algunos triajes diferencian el negro que es el paciente agonizante del blanco en que ya ha fallecido.

Así se aplicó en la Rambla Catalunya, con la misma eficacia que todo lo demás. “El plan de contingencia es el documento escrito de cómo se debe operar en un evento como estos. El tema es que si no se hace el ejercicio para ponerlo a prueba, nunca se sabe cómo puede salir. Siempre hay que ensayarlo”, sostuvo finalmente Rainone, quien si bien no lo hizo abiertamente, se regodeó de que la evacuación, asistencia y el traslado de las “víctimas” se haya hecho “en sólo 45 minutos”.

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