Ciudad

Las facturas que terminaron en denuncia de discriminación

Por Laura Hintze.- Una militante trans fue a comprar a un súper y volvió angustiada. El escándalo terminó en sede policial.

Dos transexuales fueron demoradas en la comisaría 6ª tras haber intentado denunciar un acto de discriminación en un supermercado de la zona oeste de la ciudad. Después de pasar seis horas detenidas y de la intervención de funcionarios municipales y provinciales, las chicas fueron liberadas y mañana realizarán la denuncia ante la Fiscalía y la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia. En este marco, el bloque de concejales del Frente para la Victoria conformado por Norma Lopez y Roberto Sukerman informó que presentarán ante sus pares un proyecto de declaración de repudio y un pedido de solidaridad para con las denunciantes.

Entre las cinco y seis de la tarde del viernes, Michelle Vargas fue a un súper de la zona de Callao y Zeballos a comprar facturas. Estaba de visita en lo de una amiga y no quería hacer otra cosa más que merendar. “No pude comprar nada chicas, se rieron de mí. No saben: fue refeo”, dijo a sus amigas cuando volvió al departamento. Ante eso, sus compañeras decidieron ir al comercio a reclamar los datos, para realizar una denuncia por discriminación. Seis pares de tacos altos llegaron con elegancia y firmeza, y con serenidad expusieron: “Queremos los datos del encargado”.

A partir de allí, todo fue más bien confuso. Las chicas podrían haberse tragado la bronca y comprar su merienda en otro lado, los empleados podrían no haberse reído, el encargado podría haber tenido un libro de quejas a disposición –fue reclamado y no existía– o también podría haber dado los datos. Todo podría haber quedado ahí con un pedido de disculpas y una venta más, que es el interés de todo comerciante. Pero no; todo fue a peor y los cruces subieron de tono.

Michelle Mendoza y Michelle Vargas se plantaron, exigieron nombre y apellido para poder denunciar, y al no recibir respuestas llamaron a la Policía para denunciar el acto de discriminación.

Pareció ser la peor idea que tuvieron: cuando cuatro agentes se hicieron presentes, obviaron a ambas y le preguntaron al dueño del local qué era lo que estaba sucediendo. “Los señores, las señoras, o lo que sean ellos, están generando disturbios”, fue la respuesta.

En ese marco, el remedio que encontró la Policía fue invitar a las propias denunciantes a subirse a un patrullero. Tampoco fue la solución: la escena era ahora de forcejeo, con uniformados que les hablaban a las chicas ya en términos de “puto” y “negro”, ante la respuesta de: “No me diga señor”.

Si bien ellas esgrimían una artillería interesante de ordenanzas, leyes y resoluciones judiciales, nada parecía torcer la voluntad de los agentes. Y por la fuerza fueron a parar a la comisaría 6ª.

“Michelle me llamó cuando ya estaba la Policía. La primera vez que hablé con los agentes, me dijeron, de muy mal modo, que «los señores» querían hacer una denuncia, marcando claramente que eran ellas las denunciantes. Pero cuando volví a hablar, ya en la comisaría, me dijeron que estaban allí porque el dueño del supermercado las había denunciado”, relató el diputado provincial Eduardo Toniolli, titular de la comisión de Derechos y Garantías de la Cámara baja. El legislador fue la primera figura estatal no policial que acompañó a las chicas, tanto a las que estaban adentro como a las que aguardaban fuera de la comisaría.

El episodio duró seis horas desde el simple intento de comprar vituallas en un súper hasta que la última de las chicas traspuso las puertas de la comisaría. Pero ahora puede prolongarse bastante más, con el tema llegando al Concejo Municipal y a la Legislatura provincial.

Y todo por una docena de facturas para el mate.

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