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“La patota salía de cacería”, dijo Liliana Gómez, testigo del juicio a Díaz Bessone

"La diferencia entre el día y la noche en el SI era por el ensañamiento con la tortura y los gritos que se escuchaban", declaró Gómez, quien fue secuestrada el 9 de julio de 1976 en Cochabamba y Moreno, a dos cuadras de su casa.

Celia Raquel Valdez y Liliana Gómez, testigos en el juicio oral por la denominada causa Díaz Bessone que tiene lugar en el Tribunal Oral Federal (TOF2) de Rosario, relataron hoy ante los jueces los pormenores de su cautiverio en el Servicio de Informaciones (SI) de la jefatura de policía de esta ciudad, donde funcionó el principal centro clandestino de detenciones durante la última dictadura cívico-militar.

La testigo relató que había salido a caminar después de varios días de estar enferma, cuando escucha que le gritan “flaca”, como le decían, “y se me tiran varias personas encima, me meten en un auto y me tiran al piso”.

Contó que usaron una “bufanda tejida” que llevaba puesta para vendarle los ojos y la trasladaron hasta el Servicio de Informaciones, en la céntrica esquina de Dorrego y San Lorenzo.

“Me llevan a una oficina, me vendan los ojos con cinta y me empiezan a interrogar, sobre todo con golpes secos en los oídos”, testimonió Gómez en la causa que están imputados el ex comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, Ramón Genaro Díaz Bessone, los ex policías José Rubén Lo Fiego, José Carlos Scortechini, Mario Marcote y Ramón Rito Vergara, y el civil Ricardo Miguel Chomichy.

Gómez señaló que “la patota” que operaba en el SI, por donde se calcula que pasaron más de 1.800 detenidos-desparecidos, por la noche “salía de cacería”.

En ese sentido, la ex militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) ejemplificó que “una noche trajeron como a 30 personas a las que les hicieron cantar la Marcha de San Lorenzo toda la noche, y cuando se callaban les pegaban para que siguieran; pero no les preguntaban nada”.

También recordó ante los jueces que “una noche torturaron mucho a dos personas y les preguntaban por la plata, hasta que en un momento una de ellas dejó de gritar y no se escuchó más nada. Tengo la sensación de que se murió”.

Gómez sostuvo durante su testimonial que “aparte de la tortura sistemática yo no vi violaciones, pero había relatos de compañeras en ese sentido”.

Recordó que un día durante el tiempo que estuvo en el SI “me sacaron las vendas para mostrarme unas fotos de Pedro Galeano, `El Correntino`, que estaba muy torturado”.

Antes había podido verlo en persona, demolido por la picana, dijo Gómez, en coincidencia con otros testimonios brindados ante el TOF2 en el mismo sentido por otros sobrevivientes.

Según esos testimonios, Galeano “no podía ni siquiera tenerse parado por sus propios medios” y “tenía vómitos de sangre”.

Apareció muerto unos meses después “en un enfrentamiento”, recordaron los testigos sobre lo publicado entonces por la prensa ante la aparición del cuerpo sin vida del militante.

En su declaración, Liliana Gómez narró su paso por la Alcaidía de mujeres de la policía local, donde fue trasladada desde el SI, y su posterior paso a la cárcel de Villa Devoto, hasta su liberación el 24 de diciembre de 1978.

La ex detenida-desaparecida reconoció en su declaración al policía que le decían El Ciego, por Lo Fiego, El Cura, por Marcote, Rommel (Ramón Ibarra), Tusam (Carlos Brunatto) y Guzmán Alfaro.

Estos tres últimos no están siendo juzgados en este juicio oral y público.

Por último, Gómez hizo un reconocimiento “a título personal” a Néstor Kirchner al asegurar que “yo puedo estar acá porque hubo un presidente que se reconoció como parte de una generación devastada” e impulsó la actual “política de derechos humanos”.

Por su parte, Celia Valdez, contó que un grupo llegó a su domicilio tras el golpe de Estado de marzo de 1976 “y como no estaba mi marido me llevaron a mi”.

“Estuvo 15 días en el sótano”, explicó acerca de su estadía en el subsuelo del centro clandestino de detenciones que funcionó en el SI, mientras cursaba su quinto mes de embarazo.

“Mis familiares me llevaban ropa y comida pero no me entregaban nada”, relató la mujer, quien dijo que “dormía en el suelo”.

Contó que durante su permanencia en el SI vio como “de noche llevaban a otras chicas a una sala y después contaban que las torturaban, se reían de ellas, las desvestían y las violaban”.

Su esposo, Mario Luraschi, declaró ayer en el mismo juicio y sostuvo que fue detenido el 1º de julio de 1976, el mismo día que Valdez, cuando fue a averiguar por la suerte de su mujer.

“Fui salvajemente torturado en el Servicio de Informaciones por miembros de la patota entre quienes estaban el Cura, el Ciego, Romel y la Cucaracha (un policía de apellido Garcilazo)”, dijo Luraschi.

“Hay marcas que son indelebles, por más que pasen los años uno de esas caras no se olvida más, aún disfrazado lo reconocería igual”, agregó el testigo, para concluir: “Lo tengo bien grabado en mi retina y en mi memoria”.



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