Región

Programa Nueva Oportunidad

Jóvenes santafesinos generan trabajo e identidad con la historia de La Forestal

Son de Villa Guillermina, uno de los pueblos quebracheros fundado por la empresa de capitales ingleses, franceses y estadounidenses. Indagan en el controvertido pasado de la localidad en el pasaje del SXIX al XX. Se capacitan como gestores turísticos en el marco de una iniciativa provincial


En la localidad de Villa Guillermina, en pleno Chaco Santafesino, jóvenes que participan en el programa provincial Nueva Oportunidad comenzaron a reunirse para investigar la historia y la cultura de su región. Bucean en el origen de su comuna que, como otras, surgió a partir de la instalación de La Compañía de Tierras, Maderas y Ferrocarriles La Forestal Limitada. Es la empresa que entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX explotó 200 mil hectáreas de los extensos bosques de quebracho de la región. Fue la primera productora de tanino del mundo y fundó cerca de 40 pueblos –muchos de ellos con puertos–, tendió 400 kilómetros de vías férreas propias y levantó unas 30 fábricas. También, es un símbolo de la explotación laboral y la degradación ambiental. Con su propia moneda y gran poder, la consideraron “un país dentro del país”. Los jóvenes se proponen, a partir de esa marca del pasado, dar forma a un proyecto laboral y a la vez de identidad.

“La propuesta nace del equipo de salud del hospital, con el propósito de capacitar jóvenes en guías turísticos. Pero decidimos hacer una formación más amplia, de animadores culturales. Y a cuatro meses del comienzo de la capacitación, el grupo está muy involucrado en conocer su historia, a través de las polémicas que hay que tienen que ver con la instalación de La Forestal y el levantamiento de la fábrica, que dejó tanta controversia“, explica Mariana Cortez.

Mariana es la animadora del Campamento Cultural “Corazón de Quebracho”, el segundo creado en la provincia. Su objetivo es ofrecer un recorrido por sitios históricos y presentes de los pueblos forestales y, también, capacitar a los chicos integrados por el Nueva Oportunidad.

“Tenemos visitantes permanentes en el pueblo. Llegan escuelas de toda Santa Fe y turistas en general. Pero no tenemos suficientes personas capacitadas para guiarlos. Por ello, es importante que este grupo del Nueva Oportunidad logre conformarse en animadores culturales que les permita trabajar tanto en el ámbito público como el privado”, señala Cortez.

Caranday

Cicerones Caranday es el nombre con el que los chicos eligieron presentarse, entre el castellano y el guaraní. Debaten lo que significa hoy ser jóvenes en los antiguos pueblos forestales.

Indagan la historia de su pueblo, Guillermina, que a principios de siglo XX fue la ciudad más importante del norte santafesino. Con la chimenea fabril más grande de Sudamérica y casi 20.000 habitantes que vivían a su alrededor. Una prosperidad que fue de la mano de la desigualdad y la explotación, laboral y del ambiente. Allí se gestó una de las huelgas obreras más importantes del siglo, que muchos comparan con las jornadas de la Patagonia Rebelde y la Semana Trágica.

En el marco del programa provincial, los jóvenes bucean en esa historia de contrastes. Profundizan en la capacitación, entretejen los hechos, el patrimonio arquitectónico, el monte, las anécdotas y los mitos sobre personajes de la época. Caminan todos los días por sitios históricos como las ruinas de la fábrica, la plaza central, la escuela, las casas de los entonces empleados de alta jerarquía, las de los obreros, la casa de solteros y el hospital (que es patrimonio cultural). También, el Yugo Quebrado, una cañada que era toma de agua de La Forestal y hoy un espacio cuidado para preservar la biodiversidad de la zona.

Están en pleno proceso de recopilación de datos y testimonios junto a su capacitadora y acompañantes. Para ello, charlan con sus familiares sobre lo que pocas veces se ha contado. Preguntan sobre la nostalgia de tiempos contradictorios. Trabajan con ese material en los encuentros del Nueva Oportunidad para transformarlo en materia prima de una fuente de trabajo.

Viruela

El director del programa Nueva Oportunidad, Luciano Vigoni, visitó Villa Guillermina y fue recibido por los Cicerones Caranday en el Hospital Carlos Harteneck (homenaje a uno de los primeros habitantes de la zona, oriundo de Alemania y que bautiza a la Villa con el nombre de su esposa Guillermina Schikendantz).

El hospital se fundó en 1910. Una epidemia de viruela negra atacó a la población (entonces de 12.000 habitantes) y surgió la necesidad de instalar un centro de salud de campaña en la escuela. Dos años después, se transformó en un hospital moderno con amplias habitaciones, agua corriente y un quirófano de techo vidriado, lo que le permitía aprovechar la luz solar para las cirugías.

El funcionario coincidió con el proyecto de construir una mirada propia, generacional, que rescate la historia de lucha del norte, que ponga en valor su patrimonio y que les posibilite a los jóvenes proyectarse como partícipes de una nueva transformación.

El hachero y el ingeniero-mendigo

“La comunidad está sorprendida por el trabajo que venimos realizando. Calculamos que para fin de este año ya estaremos preparados para recibir grupos de turistas. Sentimos esto que estamos haciendo porque tienen que ver con nosotros, porque nacimos de esta historia”, se esperanzaron los chicos. Rescatan el pasado y arman una identidad, cuenta José, uno de los integrantes del grupo, a través de una anécdota: ”Desde que estoy  participando, comencé a charlar con mi familia sobre esa historia y así supe que el padre de mi abuelo fue hachero de La Forestal”.

Mateo, compañero de José, hizo referencia a la figura de un ingeniero de la fábrica de La Forestal. Era Otto, de origen austríaco. “Según cuentan los pobladores, su conocimiento técnico, muy avanzado, estaba relacionado a su participación en la Primera Guerra Mundial. Era especialista en armas. Sabía mucho de mecánica y era quien reparaba las calderas. Cuando La Forestal comenzó a despedir trabajadores, Otto quedó sin empleo y deambuló como linyera por el pueblo, acompañado de numerosos perros”, relata otra de lass historias.

Madera, tanino, sudor y sangre

La historia que rescatan arranca a finales del siglo XIX con el arribo de capitales ingleses, franceses y estadounidenses atraídos por los montes de quebracho colorado del Chaco Santafesino. Al calor de esas explotaciones nacieron numerosos pueblos. Villa Guillermina, fundada en 1905, es uno.

La venta de tierras fiscales que habilitó la llegada de La Forestal fue decisión del entonces gobernador Simón Iriondo, quien creó el Banco de la provincia de Santa Fe para “estimular el comercio y la producción”. Como la provincia no contaba con los recursos y el capital necesario para la concreción de la entidad bancaria, se sancionó el 22 de junio de 1872 una ley que autorizaba la solicitud de un empréstito a la Casa Murrieta & Company de Londres, que se concretó por medio del apoderado de la empresa en la Argentina, Lucas González, ex ministro de los mandatarios Nicolás Avellaneda y Bartolomé Mitre.

El Poder Ejecutivo, mediante la aprobación de un proyecto de ley, autorizó en 1880 a pagar la antigua deuda con la venta de tierras. El convenio establecía el pago de las 110.873 libras y 3 chelines en tres partes: una con bonos del Tesoro Provincial y dos con la entrega de tierras fiscales santafesinas.

El país dentro del país

La Compañía Inglesa dedicada a la explotación del quebracho en los montes del norte de Santa Fe y el sur del Chaco (La Forestal) llegó a ser la empresa productora de tanino más importante del mundo. Desde 1906, fundó sus propios puertos, montó  400 kilómetros de vías para sus propios ferrocarriles, creó su propia moneda y se convirtió prácticamente en un país dentro del nuestro. La extracción del tanino fue la única actividad económica de la región con una hilera de ciudades fábricas que trabajaron exclusivamente en torno a esto. Y como consecuencia, un cambio económico, social y ambiental.

“Cambia la fisionomía de la región, del paisaje. La fábrica va a instalar nuevo tipo de producción (industrial), lo entre otras cosas traerá aparejado nuevos pobladores, nuevos pueblos, nuevos obrajes y nuevas rutas. Desde el punto de vista cultural se da una extensión de lo que es el litoral correntino. Toda la cultura guaranítica que va a cruzar el Paraná, de esos correntinos hacheros, obreros, que van a venir en busca de trabajo a la fábrica. Y van a traer con ellos, también, el chamamé y todas las prácticas culturales correntinas que se van a quedar en los pueblos forestales. Por eso hoy en día, en los pueblos forestales es muy típico escuchar palabras en guaraní y una de las músicas más escuchada es el chamamé” relata Luciano Sánchez (historiador y fundador de la Revista y Editorial Añamembuí)

La Huelga del Quebracho y la represión

“Es increíble que durante un gobierno democrático elegido por el voto popular ocurrieron las tres represiones obreras más sangrientas de nuestro país (exceptuando las dictaduras militares)” reflexiona Osvaldo Bayer, haciendo referencia a La Patagonia Rebelde, La Semana Trágica y la Huelga del Quebracho.

La organización y toma de conciencia de la explotación a la que eran sometidos los obreros- obrajeros (alrededor de 20.000),  desató la primera huelga en julio de 1919. Mediante la toma de fábricas, pidieron por el aumento de salarios,  la suspensión de los despidos y las 8 horas de trabajo (fin de las jornadas de 12 horas), mejoras en las viviendas de los trabajadores y un reclamo a los jerárquicos de la empresa, de tratar con respeto al resto de los trabajadores.

La sindicalización de los obreros llegó por los canales marítimos y ferroviarios, en  favor de la organización y los derechos, colaborando así con la formación de la Federación Obrera del Tanino y anexos del Chaco. El primer Centro Obrero logró formarse en la localidad de Villa Guillermina, adherido a la FORA sindicalista. A partir de allí siguieron años de lucha en todo el territorio forestal, a los que la empresa con la colaboración del Estado, respondió  reprimiendo y expulsando a los trabajadores de sus puestos de trabajo, hasta incendiando sus viviendas.

A comienzos de 1921 y debido a las huelgas prolongadas, varios periódicos informaron sobre despidos masivos y cierres de fábricas en La Forestal.  Unas 10.000 personas amenazadas con perder sus trabajos en el norte santafesino. La Vanguardia publicó el 9 de febrero de 1921 que  alrededor de 600 obreros murieron en los enfrentamientos con la Gendarmería y la guardia de La Forestal.

“Ahí quedó un aprendizaje y una lección histórica que todavía no supimos rever y reconsiderar. Estamos hablando de una de las huelgas más importantes de la historia del Movimiento Obrero Argentino que se desarrolló en el Chaco Santafesino. Yo pongo el eje en un tema que vengo investigando hace muchos años: La Huelga Obrera de La Forestal. Teniendo en cuenta que en el 2019 se cumplen cien años de la huelga 14 de diciembre de 1919. Me parece que hay muchas experiencias para reinterpretarlas y eso se traslada en la actualidad en la posibilidad de organizarnos desde el lugar, desde los pueblos, desde las comunidades en función de generar alternativas para frenar este éxodo permanente de los pueblos forestales” reflexiona Luciano Sánchez.

El fin, el abandono

La Forestal dejó de funcionar en el año 1966 debido a la fuerte caída del precio internacional del tanino.

“Cuando La Forestal cierra sus fábricas definitivamente, tenemos que hablar del éxodo de los pueblos forestales. De la gran depredación de ese recurso natural milenario que es el quebracho colorado y la ausencia total del Estado frente a esa situación (prácticamente a lo largo de toda la historia de La Forestal). Pero sobre todo cuando se va de la región, donde los pobladores quedaron sin su fuente de trabajo y tuvieron que irse hacia otros lugares. A partir de allí se arma una nueva historia, la historia pos-forestal, que tiene que ver  con quienes quedaron en los pueblos para suplantar la fuente de trabajo que brindaba la fábrica” concluye Sánchez, el joven historiador nacido en Villa Ana, otro pueblo quebrachero.

Desde el inicio de la etapa pos-forestal hasta la actualidad, quedarán las instalaciones de la fábrica, las chimeneas y las casas de estilo inglés como parte del paisaje. El recuerdo de un tiempo de trabajo y desarrollo para muchos de los pobladores. Los más antiguos dirán que después de La Forestal no hubo nada igual. Algunos historiadores analizarán ese imaginario argumentando que luego de la masacre, la empresa necesitó limpiar su imagen. Por la década del treinta comenzó  a construirse esa imagen de La Forestal como el gran padre del norte santafesino, apuntalada por editoriales de la época y crónicas de viajeros.

“Ni siquiera La Forestal necesitaba dinero para sostenerlos (a los obreros- obrajeros), porque para eso tenía su propia moneda. Qué tipo de ciudadanos eran. Tampoco votaban, ni pagaban impuestos. Por qué le cobrarían impuestos, si ya La Forestal se cobraba sus ganancias de otras formas. Todo, absolutamente todo lo que se desarrollaba dentro de la Forestal, era de La Forestal. No podían nombrar a un presidente de comuna, porque no había comuna, había oficinas de La Forestal. Los pobladores del norte santafesino vivieron, durante los años de la Forestal, un régimen distinto a el resto de los pueblos del país”, analizaba el escritor Gastón Gori.

Es el desafío que afrontan los jóvenes del Nueva Oportunidad de Villa Guillermina: transitar por los edificios históricos, por las chimeneas, las casas de la época.  Recoger la información, los relatos de un tiempo de avanzada que se detuvo con la partida de La Forestal. Pero que puede continuar. Caminar por las vías sin trenes, por el monte ya sin quebrachos. Pero con los vestigios de la lucha obrera-obrajera, una de las más importantes y sangrientas de la historia de nuestro país. Reconocerse en ese híbrido cultural para resignificar e innovar el presente. Convertir la extinta industria del tanino en una industria cultural e inclusiva.

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