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“La mejor relación con la patria”

Por Carlos Duclos.- El arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, celebró la designación de Jorge Bergoglio como Papa. Bonfatti: "La elección de Bergoglio generó paz” Para Bergman, Bergoglio marca “un punto de inflexión” Pérez Esquivel: “Bergoglio no tenía vínculos con la dictadura” “Amén”, el mensaje de las Madres para Francisco


El arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, celebró la designación de Jorge Bergoglio como Papa. Y destacó de él su trabajo con los jóvenes, y que en su ministerio episcopal ha sido un hombre que sobresalió por su preocupación por la unidad, “fundamentalmente muy sensible a esa fragilidad o a esas llagas que hay en el corazón del hombre en el momento actual, especialmente la división entre hermanos”.

“La designación de monseñor Bergoglio es un reconocimiento, eso no hay duda, a su persona, a su personalidad de obispo y de cardenal y a su misión, es decir a los años que ha ejercido este llamado de la Iglesia en Buenos Aires sobre todo, pero también ha tenido cargos anteriores como Provincial de la Compañía de Jesús, el trabajo con los jóvenes, especialmente, yo diría que en su ministerio episcopal ha sido un hombre que sobresalió por su preocupación por la unidad, fundamentalmente muy sensible a esa fragilidad o a esas llagas que hay en el corazón del hombre en el momento actual, especialmente la división entre hermanos,  que hace tanto daño a la vida de la Iglesia pero también a la vida de la humanidad”, destacó Mollaghan. Y sobre el tema de la unidad, insistió como punto a destacar: “Permanentemente predicó, tuvo gestos muy concretos donde manifestó la necesidad de esa unidad”.

Un tema que no pasó desapercibido para Mollaghan es la elección del nombre. “Pienso que eligió el nombre de Francisco I por ese gran don para vivir la simplicidad. Simplicidad en todo lo que hacía, podía hacer las cosas más importantes pero como si estuviera leyendo un libro, la simplicidad en el modo de vivir, de manejarse de forma común, de ir en colectivo o de visitar a la gente que encontró en la entrada de alguna Iglesia, tener gente conocida cercana y al mismo tiempo esa facilidad para ver con claridad la solución de problemas difíciles”, aseveró. Y contó que Bergoglio es muy devoto de la imagen de la virgen que desata los nudos, “ podría decirse que su devoción en Buenos Aires él la fomentó, por ejemplo para Navidad distribuía la estampa de esta virgen”.

Sobre el perfil político del nuevo Papa, el arzobispo de Rosario dijo que en todas las cuestiones que tienen que ver con las relaciones de la Iglesia con los Estados va a tener asesores. “Va a tener al obispo que se encargue de esas relaciones, de manera que, bueno, la mirada a la patria siempre está en el corazón, pero la solución de los problemas o las relaciones siempre van a tener un nivel superior a lo que uno puede pensar. Quiero decir, para ejemplificar a otro nivel, uno es párroco y quizás conocía el lugar desde antes, cuando uno es párroco por la gracia de Dios y también por el ministerio que tiene que ejercer uno ve las cosas de otra manera. Ni hablar de cuando uno es obispo, uno podría ser obispo de este lugar, conocer el lugar o tener su familia pero todo pasa a un plano que es superado por la acción y por la profesionalidad. Los cristianos hablamos más de la asistencia del Espíritu Santo para llevar adelante la misión. Así que yo pienso que la relación con la patria va a ser la mejor relación que pueda tener como un Papa”, aseguró.

Mollaghan fue cauto a la hora de hablar de un cambio en la Iglesia y al perfil que puede llegar a imprimir Bergoglio. “Cada Papa tiene una continuidad en cuanto es fiel a la palabra de Dios, fiel al ministerio petrino al ser el sucesor de Pedro y tiene su impronta propia, es decir, las diferencias que vimos entre un Pío XII y un Juan XXIII, entre un Juan XXIII y un Juan Pablo I, un Juan Pablo II y un Benedicto XVI. Podríamos  imaginar algunos perfiles, proyectarlos, pero ciertamente que Dios es el misterio más hondo de la persona, que se va a ir traduciendo en su pontificado”. Y en ese sentido aseguró que no se podría hablar de un cambio determinado: “Lo cierto es que esta impronta de su nombre para mí es importante. Porque marca una elección consciente, reflexionada, de decir «yo quiero ser como Francisco, que amó a las criaturas, que amó la creación, que amó la ecología, que amó las relaciones humanas en un sentido de fraternidad (hermano lobo, hermana luna, hermana muerte)». Ver las cosas con una mirada mucho más natural pero incluyendo la obra del Creador, Dios sobre todo. Ese amor a los salmos, a los profetas, el amor a toda la riqueza que recibimos de la enseñanza bíblica, él la va tener seguramente muy presente como la tuvo San Francisco en esa misión de amar a la Iglesia. Hacerla  una casa, como decía Juan Pablo II, donde todos se puedan sentir en su hogar”.

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