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La carrera es por poder y dinero

Por: Carlos Duclos

“¡Vaya dirigentes aquellos que a la sazón condujeron los destinos de esos pobres hombres!”, dijo un examinador de la historia al repasar las acciones de ciertos políticos, empresarios y dirigentes sociales que en una época se hicieron del poder para hacer de las suyas y para los suyos ¿Para el hombre común, para eso que se llama el pueblo? Nada.

Ayer, un empresario asombrado exclamó, en tono de pregunta, si era cierto que el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, junto a sus hermanos, había iniciado un juicio por insania contra su propio padre, el legendario Franco Macri. Lo cierto es que la revista Noticias, hace no más de unos días, tiró al ruedo la posible medida judicial y lo hizo de este modo y con las siguientes palabras: “Franco Macri escuchó de su propio psicólogo la novedad: Mauricio y Mariano lo habían consultado porque si la causa judicial avanzaba, debían realizar un peritaje psiquiátrico para convalidar el pedido de insania. El médico ya les había adelantado a los hijos que iban a tener que buscar a otro. Él no lo haría”.

Según la editorial Perfil, es decir Noticias, el padre de Mauricio no salía de su asombro: “¿Quieren probar que estoy loco para quedarse con las empresas? Franco no lograba distinguir entre el dolor y la bronca. Todo junto se agolpaba en su mirada incrédula”. Y sigue la información con palabras de Franco Macri: “Doctor, ¿usted está seguro? Mis hijos, mi propia sangre, ¿quieren declararme loco para sacarme mis empresas?”. Y después el remate: “Los tres hijos varones habían preparado una demanda para declarar insano a su padre y quitarle así la potestad del usufructo de las acciones que se había reservado. “Está gagá”, repetía Mauricio, “no se puede manejar una empresa con un tipo que dice que se va y vuelve todo el tiempo. Enloquece a los gerentes, vamos a perder todo”.

Claro, al hombre común, ese que pasa su vida sobreviviendo, que no tiene ni dinero, ni tiempo, ni corazón despiadado para semejantes acciones, se le hace difícil suponer una historia como ésta. Pero lo cierto es que la vida de la humanidad está plagada de traiciones, de repartijas sangrientas, de hipocresías que pesan más que la sangre o que esos lazos que alguna vez se confundieron en un abrazo y un beso disfrazado y estremecedoramente mentirosos.

En las últimas horas, algunas radios porteñas han reflotado el supuesto juicio por insania de Mauricio Macri contra su padre y todo por la vana, efímera “doble P” (poder y plata). Si en realidad fuera así como se dice e informa, y si Franco Macri no estuviera insano, esta historia de angurria y desmesura, serviría para evaluar la clase de dirigentes que se pasean por el escenario argentino y quieren regir el destino del ser humano común, de la sociedad.

Hace pocos días, en el programa “Desde el Llano”, que conduce Joaquín Morales Solá, Mauricio se mostró confiado en que sostendrá el acuerdo con Felipe Solá y Francisco De Narváez con miras al 2011 y unas horas antes había dicho: “Voy a trabajar para llevar la propuesta del PRO a todo el país”. Pues bien, alguien, sarcástico, después de hablar sobre el asunto de controvertido juicio por insania, se preguntó cuál sería esa propuesta. Desde un rincón de una mesa de bar saltó, raudo como el león americano, el ingenio argentino: “En declarar loco al pueblo y en cansarlo, como siempre”.

El escaparate político argentino muestra, lamentablemente, pocos productos confiables. El bochorno reciente en el Senado de la Nación en torno de la designación de Mercedes Marcó del Pont es todo un ejemplo. Hay incluso quienes sostienen con seriedad que algunos dirigentes (o “dirigentas”) padecen una patología mental. ¿Será acaso, como sostenía Anatole France, que “no hay castos; solamente hay enfermos, hipócritas, maníacos y locos”?

Quién sabe, tal vez dentro de doscientos años, en ocasión de celebrarse los cuatrocientos años de la Patria, algún historiador diga de nuestra época de esta casta y de nosotros: “¡Vaya dirigentes aquellos que a la sazón condujeron los destinos de esos pobres hombres!”.

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