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Kirchner encara venganza contra díscolos

Por: Pablo Ibáñez

Néstor Kirchner dejará brotar en público la furia que, hace semanas, expresa en privado: irritado por los gestos de rebeldía de dirigentes del PJ bonaerense, que traduce como desafíos a su jefatura, iniciará en persona el “operativo venganza”.

Como emblema, eligió dos escenarios para poner en marcha la contraofensiva: el 24 de febrero encabezará un acto en el estadio Atenas de La Plata, ciudad de la que surgió en el último mes un reflujo disidente encabezado por el intendente Pablo Bruera.

Antes, el 17, y de la mano de Hugo Moyano, aterrizará en Necochea, donde el PJ está bajo el dominio de Gerónimo Momo Venegas, líder de Las 62 Organizaciones, jefe del gremio Uatre y uno de los sostenes de la potencial candidatura de Eduardo Duhalde en 2011.

La gira, previa al show de reasunción en el PJ que programa en el Chaco, tiene un carácter admonitorio. El patagónico pretende advertir que los gestos autónomos de caciques peronistas pueden ser perdonados, pero no serán ignorados.

En La Plata el mensaje tiene doble, o hasta triple, destinatario. El más obvio es Bruera que, en los efluvios veraniegos derramó dudas sobre los modos de conducción de Kirchner y hasta mandó a sus pintores a ocupar paredones trasluciendo una candidatura. El alcalde invoca sus razones para actuar así. Hace tiempo que La Plata parece una ciudad extraterritorial a la que no llegan, al menos a través del municipio, aportes sociales ni obras públicas. Los K avisan que eso responde a que Bruera no hizo, en junio, la campaña que esperaba Kirchner.

Como le ocurre a Mario Das Neves en Chubut –donde el subsecretario de Pesca, Norberto Yahuar administra recursos nacionales al margen del gobernador–, Kirchner habilitó en La Plata una “intendencia” paralela a cargo del vice de Desarrollo Social, Carlos Castagnetto.

Simple y lineal. El patagónico quiere llevar esa instancia más lejos y pidió que le organicen un acto en La Plata, que él encabezará, y donde bendecirá a un pelotón de dirigentes alineados con la Casa Rosada comandados, por rango, por el ministro Julio Alak.

Hay un mensaje subyacente. Kirchner hará invitar a Bruera para ponerlo en la disyuntiva de romper abiertamente, y quedar en un punto de no retorno, o forzarlo a mostrarse a su lado, quizá sojuzgado. Simple o extremo: guerra declarada o sometimiento público.

“Si Bruera va a jugar en otro lado, nosotros tenemos que tener una propia construcción en La Plata”, fue el mensaje que bajó Kirchner y que, aplicados, asimilaron los dirigentes que participan de la sucursal platense del kirchnerismo.

De ese colectivo, además de Alak y Castagnetto, participan los diputados Ariel Passini y Remo Carlotto; el senador nacional Eric Calcagno; el ministro de Educación bonaerense, Mario Oporto –mudado de Morón a La Plata–; el secretario de Ambiente, Homero Bibiloni; el concejal Sebastián Tangorra y, entre otros, el senador provincial Guido Carlotto.

En esa tira de nueve hay, para arrancar, siete aspirantes a la intendencia. Sólo se excusa, quizá en busca del clamor, Alak. Castagnetto, en tanto, parece urgido por obtener una banca (con sus virtudes, encantos y escudos) para después de diciembre de 2011.

En ese brete puso, el patagónico, a otros disidentes: en estos días, los diputados del FpV bonaerense que participaron de un almuerzo confesional en Pinamar emitirán una declaración desmesuradamente kirchnerista, tanto que ni ellos ni Kirchner la creerán sincera.

El diputado Raúl Pérez, sobre quien el ex presidente hizo flotar la guadaña –todavía no la hizo archivar–, anticipó los ejes de ese texto que juramenta lealtad ante Cristina, Daniel Scioli y celebra la reasunción de Kirchner en el peronismo nacional.

Pérez –todavía jefe del bloque y uno de los convocantes al asado costero, junto a Horacio González, que en las últimas horas se desgarró en disculpas ante Scioli, al igual que Pérez con Alberto Pérez, el jefe de Gabinete sciolista– es platense, socio de Gabriel Bruera, hermano de Pablo y opera junto a Juan Amondarain, armador de Sergio Massa en la provincia.

Por eso, además de Bruera, el acto del 24 en Atenas también apunta a Pérez y llega, de rebote, a Massa que sufrió, en persona, a fin de año la misma jugada: Kirchner quiso visitar Tigre y lo obligó a posar para las fotos, incómodo pero sonriente, junto a él.

La otra escala, netamente sindical, será en Necochea, refugio de Momo Venegas y adonde Kirchner junto a Moyano se aparecerá el 17 de febrero. El camionero está distanciado de Venegas por los posicionamientos de ambos pero el patagónico, sospechador inagotable, le reclamó al jefe de la CGT que arme un acto para explicitar su lejanía con el titular de Uatre.

Falso pacifismo, como hará con Bruera, Kirchner pedirá que inviten a Venegas al acto en Necochea.

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