Ciudad

Al límite

“Juegan a ver quién toma más”

Así lo advierten Vicente Bondi y Georgina Ferrigno, quienes conducen la Asociación Nazareth, entidad que cumplió un cuarto de siglo trabajando en prevención de adicciones y rehabilitación y reinserción de quienes atravesaron situaciones de dependencia.


La Asociación Nazareth es una entidad civil sin fines de lucro, dedicada a la prevención, rehabilitación y reinserción social de las personas con problemas de adicción a las drogas, alcohol y enfermos sociales de HIV. Vicente Bondi, director administrativo, y Georgina Ferrigno, médica psiquiatra y directora, explicaron a El Ciudadano su recorrido a lo largo de estos 25 años que cumplieron a fines de octubre. “La misión de la organización es mejorar la calidad de vida de las personas. Acá la felicidad no se toma, no se aspira, y no se fuma, se construye” advirtió Bondi.

—¿Qué drogas se consumían antes y cuáles ahora?

—En un principio eran dos o tres sustancias las “vedettes”. El alcohol fue y es el de mayor consumo. Se veían algunas pastillas como el rivotril, y la cocaína, que en muchos casos, era vía endovenosa. Antes era: alcohol, marihuana, y después las otras drogas. Cambió el hábito del consumo, antes era consumir para buscar cierto efecto, hoy se intoxican, se consume de todo. Hay más de veinte tipos de marihuana, aparecieron las sustancias químicas, el éxtasis, el popper, la misma cocaína tiene distintas variantes: alita de mosca, el cristal, el crack, la pasta base, el paco, el basuco, la ketamina. Hay muchas variedades y los mismos chicos terminan investigando y experimentando con otras cosas

—¿Cómo se fue dando ese cambio?

—La sociedad se fue modificando y se volvió más consumista. Hoy los pibes juegan a ver quién es el que más toma. Si no hacen la previa y salen alcoholizados, es como que la salida no vale. Nosotros damos charlas en los colegios y los chicos nos dicen que toman media botella de fernet y tres cervezas por cabeza. Se juntan a las 21 para salir a las tres de la madrugada. Y en el boliche muchos siguen tomando. Los chicos coquetean con el límite. Antes un adicto era un caso aislado en la familia, podía tener antecedentes de un abuelo o bisabuelo alcohólico. Hoy afecta a tres generaciones: el abuelo, el padre y el que llega al tratamiento. Ya no es algo raro.

—¿Se vinculan con otras organizaciones?

—Formamos parte de la Federación de ONG de Argentina en Prevención y Tratamiento de Abuso de Drogas, Fonga, que nuclea a todas las organizaciones a nivel nacional. Trabajamos con otras instituciones. En el Banco de Alimentos colaboramos en la clasificación y ellos nos entregan comida. Hacemos campañas de prevención y concientización con Madres en Lucha, en comedores escolares, con Cáritas. La idea es hacer un trabajo de extensión comunitaria con otras instituciones.

—¿Reciben ayuda del Estado?

—La ayuda viene por parte de las becas de la Sedronar o de Santa Fe, becan tratamientos de chicos que vienen a solicitarlo. El ingreso también se da por las obras sociales, o por particulares que pagan el tratamiento. Recibimos ayuda de Cáritas, porque al ser una institución que pertenece a la Iglesia nos ayudan con alimentos y ropa. Salvo el pago de los tratamientos y las becas, otra ayuda no se recibe. En algunas oportunidades por algún acuerdo, pero fueron excepciones.

—¿Qué tipo de tratamiento les ofrecen?

—Los tratamientos tienen una duración de cuatro años. Hacemos una serie de entrevistas que son parte de una evaluación de diagnóstico para ver con qué nos encontramos y si podemos responder frente a esas necesidades. En base a eso se definen las modalidades del tratamiento. Si es una modalidad residencial, que sería una internación, o una modalidad ambulatoria, que puede ser centro de día. Una vez que ingresa al programa, la internación máxima son ocho meses, siempre dependiendo de la evolución. Desde el inicio trabajamos el tema de la inclusión en el exterior. Si es internación, los chicos van a aprender computación, hacen trabajos de extensión comunitaria, pintan una plaza, van a los geriátricos, no es que están aislados desde el inicio. Antes en los tratamientos se aislaban, hoy desde el primer momento, tienen actividades sociales por fuera de la institución, y en el hospital de día, o ambulatorios, estudian, trabajan y tienen actividades complementarias.

—¿Cuáles son las distintas etapas del tratamiento?

—Se van cumpliendo distintos objetivos. Después de un año y medio, se hace un acto de graduación para reconocerles a los chicos el esfuerzo que hicieron, tienen el alta supervisada y siguen viniendo a un grupo de terapia. No se desvinculan de la institución, pero están de alta; y después el alta definitiva.

—¿A qué sectores apuntan?

—Es una institución que atiende a todas las personas. Nazareth nunca fue una granja. Se fue profesionalizando y trabaja un equipo multidisciplinario para abordar todas las problemáticas: hay trabajadores sociales, psiquiatras, antropólogos, musicoterapeutas, clases de teatro, educación física, yoga, seminarios sobre violencia de género. Se atiende a todo el mundo tenga o no obra social. Y hay confidencialidad de lo que se hace.

—¿Cuántas personas hay en tratamiento?

—Son 350 familias. Hay tres patas importantes: el paciente, la familia, y la cuestión espiritual. La idea es que la familia acompañe. Lo espiritual para que la persona pueda empezar a perdonar a perdonarse, a incorporar valores, cuidarse y respetarse, cuidar al otro, el amor responsable.

—¿Cuántas etapas son?

—La intensiva, que es el hospital de día o internación, la etapa de construcción de un proyecto de vida (después de que salen de la internación u hospital de día, hasta la graduación) La graduación, es el alta supervisada que dura casi dos años. La persona puede seguir viniendo y pasa a grupos quincenales o mensuales, es un punto de referencia por si necesitan hablar de algo, o contar alguna situación que tengan que resolver, no es tan estricto como en etapas anteriores.

—¿Cuál es el objetivo de Nazareth?

—La misión nuestra es mejorar la calidad de vida de las personas. Ayudarlos a que incorporen valores, que cumplan proyectos, que vean que se puede vivir de otra manera y ser felices.

Las “casas” se expanden en Santa Fe y Córdoba

La red que integra la Asociación Nazareth cuenta con hogares en las provincias de Santa Fe y Córdoba.. La Casa “San Camilo” es la sede central y está en Lavalle 817 de Cañada de Gómez. El teléfono es (03471) 422294 y el correo electrónico: nazareth-admcentral@hotmail.com. Pero además se puede acudir a:

Casa “Pablo Valenti”: Guemes 2735 – Rosario – Teléfono 4353356 –
e-mail: nazros@nazarethrosario.arnetbiz.com.ar

Casa “Buen Samaritano”
San Juan 2265 – Rosario – Teléfono 4353356.

Casa “Juan Pablo II”: ruta 34 kilómetro 217 – Rafaela – Teléfono (03492) 44 7111

Casa “Nuestra Señora de la Candelaria”: Buenos Aires 2261 – Casilda – Teléfono (03464) 422915

Casa “Monseñor Vicente Zaspe”: calle 1, manzana 80, barrio Villa Adelina – Sauce Viejo – Teléfono (0342) 4995738

Casa “San Agustin”
Gral. Paz 6422 (3000) Santa Fé –Capital – Tel Fax: (0342) 4602026
e-mail: sanagustin-santafe@hotmail.com

Casa “San Francisco de Asis”: Dante Alighieri 1590 – San Francisco – Córdoba – Teléfono (03564) 432663 –
e-mail: nazarethsanfco@live.com.ar

Casa “Madre Teresa”: La Madrid 1267 – Río Cuarto – Córdoba – Teléfono (0358) 4702097 – 4638635 Movil: (0358) – 154173664 –
e-mail: nazarethriocuarto@hotmail.com

Casa “Jesus de la Paciencia”: Calle publica s/n – Barrio El Descanso – Las Higueras- Córdoba – Teléfono (0358) 4680170 Movil: (0358)15416

Casa “Esperanza”: Estados Unidos 9 –Villa Maria – Córdoba – Teléfono (0353) 4532458

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