Lisandro Olearo
Inglaterra a una debilidad la transformó en una fortaleza, y a la inversa, Los Pumas de una fortaleza, la transformaron en una debilidad. El seleccionado inglés llegó al Mundial llenó de dudas, criticado y sin demostrar tener un juego efectivo. En cambio, Argentina tuvo buenos destellos de buen rugby, incluso no sólo llegó a Francia en mejor posición, sino que no pudo capitalizar el mal presente inglés a su favor, planteando un partido acorde a las circunstancias.
La derrota se consumó en el Velodrome, pero comenzó en el instante en el que Cheika y compañía imaginaron un partido que nunca tuvo lugar. Sumado a que nuevamente cometieron el error de no jugar con un apertura en el banco de suplentes, al igual que Ledesma en 2019 y ante el mismo rival.
El equipo de la Rosa arribó al Mundial golpeado, sin su capitán (suspendido), arreciado por las críticas que pedían la renuncia de su entrenador y de varios jugadores importantes del plantel, pero sin embargo, dieron una clase maestra de cómo se debe jugar un partido mundialista: defensa, disciplina, jugadores con experiencia y sin improvisaciones.
Inglaterra puso en cancha a un medio scrum, una función vital para un equipo de rugby junto al apertura, que estaba de vacaciones y que no iba ser tenido en cuenta para el Mundial, y sin embargo, Alex Mitchell, jugó con tranquilidad y llevó el partido al lugar en el que quería. Una ventaja que nunca fue explotada, Mitchell siempre jugó con espacios, y guió a sus delanteros, para darle a Ford el tiempo y espacio para marcar puntos.
Y lo más preocupando es que desde los 11 minutos del primer tiempo, Los Pumas jugaron con un hombre más por la expulsión de Tom Curry. Un forward menos, con todo lo que representa en el rugby moderno, tener esa ventaja y no poder sacarle rédito.
Es que Los Pumas no tuvieron un norte táctico, y cuando los líderes debieron aparecer, para marcar el camino a los más jóvenes, no lo hicieron, sumando así más preocupaciones.
Hoy es cuando el seleccionado argentino demostró que su realidad es la que vimos en Mendoza y Vélez. Ahora el camino rumbo a lograr el objetivo de mínima que es la clasificación a cuartos de final se transformó en una camino sinuoso y estrecho, en el que está obligado a ganar todos los partidos que le quedan (Samoa, Chile y Japón) y además rezar para que Inglaterra gane también y así ir a disputar con estos tres rivales el segundo puesto.
Aunque ese no es el hecho que más preocupa, sino el rendimiento del equipo y su capacidad de respuesta ante escenarios adversos. Habrá que esperar y ver si Cheika y sus colaboradores aciertan con las palabras y el plan de cara al futuro, lo que sí está comprobado es que en un Mundial no hay lugar para las dudas y las improvisaciones.
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