Edición Impresa

Errores de la guerra a las drogas

Las especialistas Adriana Rossi y Matilde Bruera dieron sus impresiones sobre el problema de la venta de estupefacientes en Rosario y analizaron los cambios en el panorama internacional que repercutieron con fuerza en el plano local.


politica_dentro

“Argentina no es Colombia y no es México. No podemos confundirnos porque eso no es bueno”, enfatizó Adriana Rossi, coordinadora general del Centro de Estudios e Investigaciones sobre Drogas y Narcotráfico de la UNR, quien se presentó junto a Matilde Bruera, defensora oficial de los Tribunales Federales de Rosario, en un panel que puso en debate el tema del narcotráfico y la inseguridad en nuestra ciudad. Variantes en la producción, venta y consumo de drogas a nivel mundial y nacional; así como un examen de las herramientas que se utilizan en su combate, fueron los aspectos más destacados de su charla.

Invitadas por el grupo de estudios Cuadernos del Gran Rosario y la UNR, el pasado jueves 15 de marzo, las especialistas en el tema dieron su opinión sobre la escalada de violencia que viene padeciendo la ciudad y que tienen que ver con la venta de estupefacientes. Rossi abordó la temática desde un análisis de la situación internacional, mientras que Bruera se centró en el ámbito local.

“Argentina no es Colombia y no es México. No podemos confundirnos porque eso no es bueno”, comenzó diciendo Rossi para bajar el tono a una posible alarma y explicó: “No es Colombia porque no tenemos exportación de toneladas de drogas, tampoco un conflicto interno como tienen en ese país. No es México porque no tenemos cárteles. Ellos están en lucha entre sí y eso produjo la muerte y desaparición de 60 mil personas en seis años. Rosario no es la Medellín de «La virgen de los sicarios» donde había 21 muertos por noche. No es la ciudad de Sinaloa, con la mayor cantidad de crímenes en el mundo”.

Sin embargo, la especialista afirmó: “El problema que tenemos es que la ciudad se insertó en el circuito de la droga. Y hay que recordar, al mismo tiempo, que antes de los años 80 en esta urbe el consumo era superior al de la media nacional”.

Para Rossi, si se realizara una comparación “Argentina no está entre los principales países afectados por el narcotráfico, sino que es un lugar de resguardo. Acá vienen a guarecerse cuando están comprometidos entre ellos o con la Justicia porque no es un lugar de violencia”.

Al mismo tiempo, la investigadora de la UNR expresó que “el narcotráfico cambió a nivel continental porque también cambió el consumo de drogas, ya que los países que antes eran productores no consumían, por ejemplo, y ahora sí”, mientras no quiso dejar pasar que “cuando se habla de narcotráfico no se habla de drogas legales. El alcohol trae más problemas entre los jóvenes”.

Para Rossi “en los años 80 había una división del trabajo entre los países: productores, refinadores, productores de materias primas, distribuidores (países puentes), y países de tránsito, y también para el ingreso al mercado norteamericano. Todo eso cambió por la lucha antinarcótico y los países no se especializaron sino que diversificaron sus funciones. Se desdibujó la situación y cambió el mercado. En Colombia no hay más cárteles como había antes sino que quedó sólo uno. Ahora hay “cartelitos” –varias pequeñas empresas– porque se descentralizaron en su producción y distribución. Si cae una de ellas se repone rápido con otra”.

En cambio, para la especialista en narcotráfico “los mexicanos mantienen la estructura de cártel porque se la pasaron los colombianos que, ante el acoso de la Justicia prefirieron perder parte para no perder todo. Ahora los mexicanos se quedan con la tajada más grande. Incluso, en México, los cárteles se dedican no sólo al narcotráfico sino que ampliaron su oferta de servicios porque también se dedican a la trata de personas, la venta de armas, entre otras cosas”.

En tanto, el narcotráfico cambió sus rutas. “Desde Colombia y Perú hicieron nuevas rutas por Brasil, principalmente a través del Amazonas, Argentina y Uruguay. La droga va hacia África central y desde allá la mandan a Europa”, afirmó. “Por ejemplo en el conflicto en Mali, hay grupos activos que tienen fuertes recursos en armas, gracias a la venta de drogas”, destacó Rossi como una prueba de las variantes que presenta el fenómeno.

La pregunta que se viene realizando en el plano local es por qué este flagelo llega y se impone en Santa Fe y Rosario.

Para Rossi, la respuesta es que en “Rosario hay puerto y es un lugar de tránsito. Esto es riesgoso porque muchas veces los transportes se pagan en especies”.

Por todo esto, la cientista social no quiso dejar de subrayar los errores que se vienen cometiendo, como la “guerra al narcotráfico”, porque “a pesar de la represión hay más mercados y más jóvenes comerciando”.

En ese sentido, la expositora piensa que se deben buscar alternativas para evitar los nexos con las ganancias que genera, un punto sobre el cuál se debe investigar y actuar porque ese dinero se vuelca a varios mercados, siendo uno de los más importantes, el mercado financiero.

Por último, Rossi refirió que “el narcotráfico no es una cuestión de pobreza y marginación, hay otra cuestión que es cultural: ausencia de valores, la sociedad consumista que obliga a comprar. Las personas que no tienen nada y son menospreciadas”.

 

El narcotráfico en Rosario

 

Matilde Bruera recordó que el narcotráfico impactó en nuestra sociedad, y “el hecho paradójico fue el asesinato de los tres chicos de Villa Moreno”. Además, refirió que “en el mes de enero hubo 23 homicidios, así como también el de una mujer que trabajaba en un comedor”. Para Bruera, otra imagen que refleja un cambio en la ciudad es que “el año pasado hubo tiroteos en lugares donde antes eso no pasaba, y eso alarma”.

Para la abogada, no todos los problemas de inseguridad se vinculan con el narcotráfico pero éste es un problema complejo, porque involucra a la política pública en muchos aspectos.

A la hora de dar pistas sobre posibles soluciones, Bruera sostuvo que hay que ver qué es lo que no funciona y empezar a trabajar con datos de la realidad.

“Hay que buscar una nueva mirada institucional, antes que nada partiendo de un nuevo diagnóstico. Hay algunas estadísticas que ayudan poco porque tienen aspectos burocráticos que cuentan las capturas, entradas al sistema jurídico. Para resolver este problema necesitamos estudios de diagnósticos que den cuenta de las mecánicas del crimen organizado para poder explorar, detectar y actuar sobre las causas”, enfatizó la defensora, quien recalcó que en este caso “hay que leer el problema también en el plano de los derechos humanos”.

Por último, Bruera reclamó una seria reestructuración de la fuerza policial: “La Policía, en la actualidad, no es la solución del problema, sino que es una parte del mismo. Además de ser corrupta, y la Policía argentina no es la única corrupta en el mundo, tiene un esquema de trabajo muy atrasado que termina siendo ineficiente”.

A modo de cierre, ambas especialistas coincidieron en que “la sociedad debe ganar espacio al narcotráfico y en ese sentido no se debe encerrar”. Si en los sectores más vulnerables se recluta más fácilmente a los jóvenes, es allí también donde se debe ganar espacio”, afirmó Bruera, por lo que reclamó formas de contención para esta población.

Comentarios

10