Ciudad

En Rosario hay cada vez más adeptos al aikido

Por Luciana Sosa.- Se trata de un arte marcial que trabaja sobre el equilibrio corporal y mental. El instructor César Casas cuenta a los efectos de una práctica que está lejos de ser una mera “defensa personal”.


En la ciudad cada vez hay más adeptos a un arte marcial que brega por el equilibrio corporal y psicológico: el aikido. Una opción para prepararse para situaciones desafortunadas, en defensa personal, pero también para conocer el interior de uno mismo y alimentar las fuerzas propias. César Casas, instructor de aikido, dialogó con El Ciudadano y explicó los efectos que produce esta práctica en materia de aumentar la capacidad física, pero también la mental.

—¿En qué consiste la práctica del aikido? ¿Defensa personal?

—La práctica de aikido, como método de defensa personal, consiste en la utilización de la energía (que denominamos KI) del atacante contra sí mismo para diluir su intención. Esto se logra mediante una serie de técnicas que incluye desplazamientos del cuerpo, retenciones sobre miembros y luxaciones, entre otros. Pero debemos aclarar que aikido está formado por 3 partes esenciales e inseparables: el camino marcial (el entrenamiento del cuerpo, por medio de técnicas específicas aplicables a la defensa personal), la senda espiritual (por la que buscamos a través de actividades como la meditación aumentar la serenidad, el respeto, la comprensión y la tolerancia) y la parte filosófica (nos lleva a comprender al individuo como parte integrante de un universo que debe armonizarse).

—¿Cuáles son los beneficios a nivel espiritual?

—A nivel espiritual, podemos decir que aikido nos muestra un camino (DO) para transitar durante toda nuestra vida sabiendo que somos parte de algo superior, por lo cual debemos conservar la armonía (AI) con los demás. Como dijéramos anteriormente; nos ayuda a desarrollar diferentes virtudes para la convivencia con la naturaleza.

—¿Y qué pasa con el equilibrio físico y emocional?

—En cuanto al equilibrio físico, el entrenamiento continuo aporta un aumento de la flexibilidad, desarrolla los reflejos, la coordinación, la circulación sanguínea, mejora la postura por medio del fortalecimiento de la columna, todo lo cual nos lleva a una mejora sustancial de la calidad de vida. Y con respecto al equilibrio emocional, nos enseña a dejar de lado el egoísmo y el espíritu de competencia mal entendido, con el solo objetivo de ser ganadores. Una premisa de aikido es que “la verdadera victoria es sobre uno mismo”. ¿Cómo lograrlo? Superando nuestras trabas corporales, mejorando nuestra relación con los demás y elevando nuestro espíritu.

—¿A qué edad se recomienda practicar aikido?

—Cuanto antes se comienza, mejor es, porque a diferencia de otras artes marciales, no se necesita un excelente estado físico previo, pues a medida que se entrena se va creciendo en aptitud. Además, aikido es muy flexible en cuanto a aquello que cada persona puede realizar. Para los niños, alrededor de los 8 años es una buena edad para comenzar, siempre teniendo en cuenta que las clases para niños tienen un alto componente lúdico. En síntesis, no existe impedimento de edad para practicar.

—¿Cómo se pone en práctica en la vida cotidiana?

—En la vida cotidiana se aplica a cada momento en que nos encontramos frente a algún problema o situación de conflicto que debamos resolver. La aplicación de los principios de aikido va mucho más allá de una mera técnica de combate. Con el paso del tiempo y del entrenamiento constante, se transforma en una forma de vivir, de actuar, de pensar, en un acceso a otro modo de vida.

—¿Cómo se fusiona el acto de atacante-rival y la armonía interior?

—Esta relación entre atacante y defensor (uke y nage, para aikido) es simbiótica a tal extremo que ninguno de los dos puede existir sin el otro. Son las dos caras de una moneda, porque si no existe un ataque que rompa la armonía no tiene sentido una defensa que la recomponga, y el objetivo de aikido es recuperar la armonía quebrada. Esto se ve en el entrenamiento propiamente dicho, pues la forma básica de hacerlo es en parejas, alternando el papel de uke y de nage. Además, debemos sumarle que todas las graduaciones (o sea, los diferentes “cinturones”) entrenan al mismo tiempo la misma técnica, pero mezclados entre sí, posibilitando que alguien que pueda tener menos conocimiento entrene junto a alguien más adelantado. De esta manera, se llega a la búsqueda de la armonía, pues es necesario adaptarse a quien se encuentra enfrente, apoyándolo, cuidándolo, enseñándole o aprendiendo de él, facilitando el cuerpo y el alma para que ejecute una técnica, sumando.

—¿Aikido va sumando adeptos en la ciudad?

—Efectivamente. Cada vez más personas se acercan al aikido en busca de un nuevo camino y cada vez existen más lugares en los cuales se dictan clases. Nuestro dojo (o lugar de práctica) funciona en el Club Atlético Temperley y se encuentra bajo la supervisión directa del Shidoin Amar Eduardo a nivel local, quien nos guía bajo las directivas del Centro de Difusión del Aikido de la República Argentina, fundado por Shihan Sakanashi Masafumi. Este centro de difusión nacional está reconocido, directamente, por Hombu Dojo, que es la casa central del Aikido a nivel mundial, con sede en Japón.

—¿Cuáles son los objetivos con los que llegan los alumnos a la primera clase? Qué descubren luego?

—Los alumnos suelen llegar, en principio, con expectativas sobre la efectividad de un arte de combate y su aplicación ante una situación real. También se interesan por el entrenamiento regular, un ejercicio que incremente su capacidad física, o bien una actividad social donde relacionarse con otras personas. Asimismo, muchos buscan algo distinto a las otras artes marciales (estos en general, llegan después de haber practicado otras marciales). Pero más allá de los motivos que por primera vez impulsan a una persona a asistir a las clases, en general, tienden a la transformación de este debido a que se encuentran con algo totalmente diferente al concepto que tenían sobre el aikido.

—¿Qué se necesita para ingresar al grupo, ir a la primera clase?

—Sólo es necesaria una actitud de humildad para comenzar a transitar el camino que nos ayude a vencer nuestro egoísmo.

—¿Qué mensaje darías sobre este arte a quienes sólo piensan que se trata de una alternativa, un modo de lucha?

—Para aquellos que piensan que solamente es una alternativa más como método de combate es porque desconocen todo la base filosófica que trae consigo. De hecho, no se realizan torneos o competencias, pues en ningún momento se busca superar al otro, sino crecer con el otro (y aquí de nuevo el tema de la armonía del espíritu).

Comentarios

10