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El nieto 101 dijo que vivió 32 años “como un fantasma”

Francisco Madariaga Quintela se encontró con su padre de sangre Abel, y el apropiador quedó detenido.

Francisco Madariaga Quintela, el último hijo de desaparecidos identificado por Abuelas de Plaza de Mayo, afirmó ayer que vivió “como un fantasma” durante 32 años y manifestó que “tener identidad es lo más lindo que hay”. En una conferencia de prensa brindada junto a su padre biológico, Abel Madariaga, y la titular de Abuelas, Estela de Carlotto, Quintela manifestó que “fueron 32 años de vivir como un fantasma, con un vacío inexplicable, con mucha violencia y maltratos. Ha sido una historia oscura”.

“Es hermosa la vivencia de encontrar algo tuyo y algo que me habían privado, 32 años, de la verdad”, comentó Quintela, cuyo apropiador, un capitán retirado del Ejército, fue detenido.

El caso tiene un rasgo diferente al de otros nietos “recuperados” por Abuelas, ya que en este caso logró encontrarse con su padre que partió al exilio y actualmente es el secretario de la organización de Derechos Humanos. Precisamente Abel Madariaga relató que cuando se encontraron se dieron “un abrazo de padre e hijo” como si hubieran “estado separados un año”.

Carlotto en tanto se refirió a Quintela como “el primer nieto del Bicentenario” y se mostró satisfecha por la detención del capitán retirado del Ejército Víctor Alejandro Gallo, acusado de apropiar a Quintela (ver aparte). Además, la titular de Abuelas sostuvo que “la verdad es necesaria y aflora y la Justicia que viene después es un premio para todos los argentinos”.

En este sentido, se pronunció en favor de “seguir encontrando a estas personas que viven oprimidas, con algunas vidas, como en el caso de Francisco, muy desgraciadas”.

Francisco es también hijo de Silvia Quintela, militante de la organización Montoneros al igual que su esposo, quien logró evitar la detención y partió al exilio en Suecia y México, donde permaneció hasta 1983, cuando regresó a la Argentina.

Silvia Quintela fue secuestrada el 17 de enero de 1977 cuando caminaba hacia la estación de trenes de la localidad de Florida, provincia de Buenos Aires.

Estaba embarazada de cuatro meses y fue llevada al centro clandestino de detención conocido como “El Campito”, que funcionaba en Campo de Mayo. Según Abuelas de Plaza de Mayo, sobrevivientes de ese centro confirmaron que la mujer estuvo allí hasta el momento del parto, en julio de 1977, cuando fue trasladada al Hospital Militar de Campo de Mayo.

Por su parte, el padre de Francisco logró exiliarse y a su regreso se incorporó activamente a la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, hasta transformarse en secretario en la actualidad. Carlotto confió que Francisco “tuvo sus dudas y se acercó” a Abuelas de Plaza de Mayo para certificar su identidad y explicó que “todo se desarrolló rápidamente dada la peligrosidad del apropiador… un hombre que está detenido felizmente dado el riesgo que corría el chico de vida y la propia familia biológica”.

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