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El karma del sucesor dominó la cumbre

Lula es la figura que hoy tiene consenso para reemplazar a Kirchner en la Unasur.

La lista, en una primera observación técnica, aparece superpoblada: todo ex presidente latinoamericano rankea, según el protocolo, como potencial sucesor de Néstor Kirchner en la Unasur. Pero, filtro tras filtro, se vuelve corta, mínima, casi inexistente. Habitada, apenas, por uno; quizá dos posibles.

A tal punto que, en Georgetown, Guyana, días atrás se ensayó, como alternativa, modificar la condición de que el cargo sea ocupado por un ex mandatario para ampliarlo a que pueda ser, también, un ex canciller. El homenaje al patagónico sirvió para demorar una determinación que tiene peso de karma.

Entre viernes y sábado, en Mar del Plata, durante la cumbre iberoamericana, se volverá a analizar el asunto que parece supeditado a que Lula da Silva –la única figura que en la foto de hoy concentra consenso pleno– dé una señal precisa respecto de si quiere, o no, convertirse en el sucesor del patagónico.

“Lula no dijo que no”, confió un funcionario que intervino en las negociaciones en Guyana. Y fue más lejos: “Es, hoy, el único que puede mantener el ritmo que le había fijado Kirchner”. Pero el brasileño juega a las escondidas. Desde el Planalto dicen que no quiere pero, en Georgetown, no quedó del todo claro.

La herencia del patagónico en la Unión Suramericana replica el vacío que su ausencia dejó fronteras adentro. En rigor, en sólo seis meses, le inyectó una operatividad que fue desde la mediación en el conflicto Colombia-Venezuela hasta montar las bases para que, en días nomás, trepe al podio de los organismos multilaterales.

La semana que viene, Uruguay aprobará el Tratado de la Unasur para que la entidad sume, formalmente, la integración avalada por sus parlamentos de nueve países, necesarios para convertirse en un organismo similar a la OEA o la ONU. No es un dato menor: cuando ocurra eso, habrá presupuesto y sueldos superiores a los 18 mil dólares para los funcionarios. Hay cola de postulantes.

La celeridad que se registró en Montevideo, donde el proyecto durmió más de dos años, fue percibida como un mensaje de Uruguay para que Tabaré Vázquez sume puntos en la carrera. El ex presidente guardó, hasta ahora, cauteloso silencio, aunque hay gestiones, silenciosas, para sumar voluntades detrás de su nombre.

Pero Vázquez carga un estigma: vetó, hasta el año pasado, que Kirchner asumiera ese cargo. Adujo tensiones bilaterales, por la crisis de las pasteras, y priorizó el “mercado interno”. Jamás imaginó que aquella negativa cerril –“confundió lo bilateral con lo sudamericano”, dijo un conocedor del circuito– pudiera convertirse en un bumerán.

No está, sin embargo, descartado. En Olivos se espera, como mínimo, que Tabaré tenga un gesto, aunque sea reservadísimo, de consultar a Cristina de Kirchner antes de formalizar su pretensión. Si eso ocurre, la presidenta quizá le pague con una moneda diferente: “Cristina va a demostrar que piensa en grande”, alardean en el gobierno.

Así y todo, Tabaré Vázquez enfrenta otro problema: el uruguayo Enrique Iglesias, ex BID, que está a cargo de la Secretaría General Iberoamericana (Segib). En círculos diplomáticos se evalúa como excesivo que las dos entidades representativas sean ocupadas por figuras provenientes de un mismo país.

Algo similar ocurre con los trasandinos Michelle Bachelet y Ricardo Lagos. Ambos, además de tener cargos en la ONU, corren con la desventaja de que José Miguel Insulza está al frente de la OEA. Vale el mismo criterio: ¿los dos organismos americanos pueden estar en manos de chilenos?

Eso, de todos modos, no excluye una picardía: se rumorea que Sebastián Piñera podría proponer, para la Unasur, a Lagos. Un aporte, desde la trinchera enemiga, para agudizar los conflictos dentro de la Concertación chilena.

Con Álvaro Uribe –el otro ex presidente reciente– fuera de carrera, se exploran otras opciones. La corporación diplomática echó a correr, en Guyana, la propuesta de que, ante la ausencia de un ex mandatario con consenso o voluntad, la Unasur quede en manos de un ex canciller.

En paralelo, desde la Argentina de manera oficiosa se sugirió como cláusula gatillo que la designación de Kirchner había sido “al país”, por lo que llegado el caso el cargo debería ocuparlo un argentino. Ex canciller y argentino, parece pensado para Jorge Taiana, aunque también incluye a Rafael Bielsa o, por caso, al ex ministro alfonsinista Dante Caputo.

Con mordacidad, en ámbitos políticos, se hizo en ejercicio de memoria de repasar a los ex presidentes argentinos que podrían ir a la Unasur: además de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, aparecen también Eduardo Duhalde –que estuvo en Mercosur, de donde lo hizo correr Kirchner–, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Camaño.

Raptos de humor de alto vuelo, al regreso de Guyana. Claro: todos los ex son, hoy por hoy, enemigos K.

En el juego de las especulaciones, así como sonó el nombre de Marco Aurelio García, asesor de Lula en asuntos exteriores –está casi descartado porque seguiría, en esa tarea, con Dilma Rousseff–, se pensó en el destino de los viudos sudamericanos de Kirchner, Juan Manuel Abal Medina, que no viajó a Guyana, y el canciller para la América morena, Rafael Follonier.

Rápido para subirse al ring, apenas detectó las complicaciones para acordar un sucesor, Hugo Chávez tiró en la mesa a su ex ministro Alí Rodríguez, quizá apenas una forma de empardar la aventura brasileña de impulsar al canciller lulista Celso Amorim o la intención de sectores argentinos de proponer a Taiana.

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